¿A costa de quién?

Las medidas populistas y clientelistas son el sello de identidad en el gobierno del Presidente argentino. Apuntando hacia un Estado más interventor, con las consecuencias que eso implica.

El viernes 21 de agosto mediante un tweet, el Presidente de Argentina, Alberto Fernandez declaró de manera arbitraria que los servicios de telefonía, internet y televisión paga pasarán a ser servicios de carácter públicos; así como también anunció el congelamiento de precios de los mismos servicios hasta el mes de diciembre, impidiendo el aumento de sus tarifas sin la previa autorización del Estado.

¿A costa de quien? Es por medio de esta pregunta que realizó la filósofa Ayn Rand en su libro “Capitalismo: el ideal desconocido” que quiero abarcar el tema.

La telefonía, el internet y la televisión paga no brotan espontáneamente de la naturaleza. Son valores y servicios producidos por el hombre. ¿Quién los proporciona?

Si algunos hombres han de tener derechos sobre estos servicios que se producen y ofrecen mediante el trabajo de otros hombres, significa entonces que a estos otros hombres se les está quitando sus derechos y se les condena a trabajar como esclavos.

Ayn Rand afirmaba que “Cualquier supuesto derecho de un hombre que requiere que los derechos de otro sean violados, no es ni puede ser un derecho”, y no hay nada más acertado que esta frase.

Nuestros países serían muy distintos si los ciudadanos tuvieran en cuenta frases como la anterior, pero no es el caso. Los líderes populistas son hábiles analistas sociales, que ven y capitalizan el descontento de una buena parte de la sociedad; descontento originado por una mala gestión del anterior gobierno o por el resultado de un resentimiento social de clases; el cual, desde la ignorancia, el borrego seguidor del lider populista prefiere encaminarse hacia la servidumbre sólo por el hecho de no querer cargar con el peso de su propia libertad.

En Argentina y gran parte de latinoamérica (Venezuela 1999), el líder populista llega al poder como consecuencia de la mezcla de los dos descontentos sociales anteriormente mencionados, la exante mala gestión y el resentimiento. Ofreciendo en su característico y carismático discurso, derechos colectivos que no existen, ya que ningún hombre puede tener el derecho de imponer una obligación no elegida, un deber no recompensado o una servidumbre involuntaria sobre otro hombre. De ser así se estaría institucionalizando “el derecho a esclavizar”, y no puede existir tal cosa.

Rand lo decía muy claro: “El derecho de un hombre no incluye la materialización de ese derecho por otros hombres; solo incluye la libertad personal de lograr esa materialización a través del propio esfuerzo”, y el mejor ejemplo sobre lo que mencionaba Rand nos lo aporta los Padres Fundadores, hablando sobre el derecho a la búsqueda de la felicidad, y no sobre el “derecho a la felicidad”. Dándonos a entender que un hombre tiene el derecho de realizar las acciones que considere necesarias para lograr su felicidad, mas no significa que otros deben hacerlo feliz.

Los únicos derechos que existen son los derechos del individuo: el derecho a la vida, el derecho a la propiedad y el derecho al libre comercio. Siendo estos dos últimos los que sostienen metafísicamente al primero, de violarse alguno de estos derechos se estaría reprimiendo directa o indirectamente al primero, ya que el derecho a la vida solo se puede sustentar por medio de la propiedad privada y el libre comercio.

Con respecto a la especificación de los derechos del individuo, Rand era bastante precisa al aclarar que el derecho a la vida no significa que los demás deban proveer las necesidades de tu vida, sino que significa el derecho de sustentar tu vida a través de tu propio trabajo. La misma aclaración hace con el derecho a la propiedad, resaltando que no significa el deber de los demás en proveer esos bienes, sino que posees el derecho de realizar las acciones económicas necesarias para adquirir dichos bienes, usarlos y disponer de ellos.

Es de suma importancia para una sociedad conocer estos conceptos, su desconocimiento u omisión trae como consecuencia lo que ya muchos hemos vivido: clientelismo, atraso y miseria.

Si definimos a los derechos como “principios morales que protegen la libertad de acción del individuo, y que no imponen obligaciones sobre otros individuos” entonces no puede existir tal invento como el “derecho de los usuarios y consumidores” como menciona el Presidente Alberto Fernandez en su polémico tweet. Si ningún fabricante decide proveer estos servicios no puede existir tales “derechos” coercitivos, solamente existe el derecho de producirlos uno mismo y ofrecerlos libremente al precio que se desee.

No señor Alberto Chavez… Perdón, Alberto Fernandez; nada de lo que usted hace mención en su tweet son derechos, porque si alguien lo tiene que pagar no es un derecho, es un servicio. 

¿Cómo piensa financiar sus  medidas populistas? ¿Con más emisión monetaria? ¿Con más carga impositiva? (le recuerdo que ya hay 168 tipos de impuestos). Eso solo traerá  un resultado: más pobreza y dependencia del Estado. Pero eso no sucederá por desconocimiento o error de su gobierno, sucederá porque es lo que a todo régimen autoritario de su tipo le conviene, ya que una sociedad empobrecida y dependiente de cualquier migaja del Estado, es una sociedad fácil de someter ante cualquier capricho autoritario.

Pasará el tiempo y veremos cómo el internet en Argentina se convierte en un Cantv, la televisión en un VTV y la telefonía en un Movilnet. Mientras eso sucede, los venezolanos en Argentina veremos como nuestras advertencias fueron ignoradas mientras algunos nos respondian “Argentina no es Venezuela”, pues en ese momento estará más vigente que nunca la frase: “Los pueblos no aprenden por el mal ajeno”.

Carlos Enrique Sanchez es redactor y estudiante de economía en la Universidad de Buenos Aires. En abril del 2018 llegó a Argentina escapando de la narco-dictadura venezolana.

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