Confesión de un pecador enamorado

Debo confesarme: Ella, sí, ella, es el pecado hecho mujer, pero no un pecado, en ella se encuentran presentes los 7 «PECADOS CAPITALES”, ardo en el infierno cada vez que podemos encontrarnos para satisfacer los deseos más sórdidos que incluso no se pueden imaginar.

Tenerla cerca es un signo de SOBERBIA, todos la desnudan con la mirada, pero tengo el gusto de ser el dueño de sus deseos y poder satisfacernos; reconozco: he pecado. Aunque con solo la toquen con la mirada, mi ENVIDIA florece, porque solo mis ojos pueden ser los que recorran su hermoso cuerpo; reconozco: he pecado.

El pensar que otro pueda ser el que toque, mire, huela, o sienta su cuerpo, desata la IRA en mí, salen mis demonios; reconozco: he pecado. Quiero ser el que infinitamente pueda poseerla, me invade la AVARICIA de su piel; reconozco: he pecado.

No hay momento que no la desee, hasta en mí pensamiento le hago el amor, y en cualquier sitio y momento, tengo hambre siempre de ella, me come la GULA; reconozco: he pecado. Si, al estar con ella se pierde la razón y se desborda la LUJURIA lo más sórdido puede ocurrir; reconozco: he pecado.

Pero lo más grave es, que con todo el deseo y desenfreno que ella me produce, me destruye, me vuelve su esclavo, me tiene a sus pies, no me permite hacer más nada, solo estar atado a su sexo, cansado, sin querer hacer nada más, es una PEREZA; reconozco: que he pecado.

A pesar de todo, sin querer evitarlo, me debo a ella, y tendré que ser un eterno pecador. Tratare de cumplir mis penitencias, pero seré reincidente ante la tentación de los 7 pecados capitales.

Antonio Gonzalez
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