EL ESPECTÁCULO DEL SENTIMIENTO. TERCERA PARTE.
Por Andrés Abreu
En la segunda parte de este reportaje contamos con la opinión profesional de la Dra. Carolina Acosta – Alzuru quien nos explicó de manera extraordinaria todo lo referente a la telenovela venezolana e internacional, dándonos a entender algunos de los factores que han llevado a que las producciones venezolanas se hayan quedado un poco rezagadas en cuanto al ámbito mundial.
En esta ocasión, para cerrar este gran reportaje, tenemos a una excelente escritora de telenovelas como “Guerra de mujeres”, “Voltea pa’ que te enamores”, “¿Vieja yo?” y, más recientemente, de la exitosa novela de las 2 de la tarde “Válgame Dios”. Se trata de Mónica Montañés. De esta forma cerramos estas tres enriquecedoras entrevistas exclusivas para Guayoyo en Letras.
Guayoyo en Letras: Muchas personas afirman que la telenovela no está de moda en estos momentos. Si bien sabemos, en tiempos anteriores Venezuela era conocida por sus reinas de belleza y por sus telenovelas, ¿Qué crees que haya sucedido con las telenovelas venezolanas en los últimos tiempos, consideras que el público quizás ha cambiado?
Mónica Montañés: Me imagino que te refieres a que la telenovela venezolana no está de moda en el exterior, porque aquí en el país sigue estando súper de moda (risas). Bueno, hace mucho años que no se repite un fenómeno como el de Cristal, pero muuuuchos años. Creo que telenovelas como las mexicanas son las que más se venden afuera y porque es una industria gigantesca con un músculo inmenso. Igual que la brasileña en menor grado. Y surgió la telenovela colombiana que comenzó a penetrar el mercado internacional aportando temáticas muy distintas que a nuestros ejecutivos de aquí les tomó mucho tiempo atreverse a abordar. Pero, honestamente, creo que tenemos un problema grave de mercadeo y de publicitar nuestras ventas. Es decir, siento que se prioriza el mercadeo de lo que realiza Venevisión Miami, antes que lo que se hace aquí. Y al mismo tiempo, hay muchas telenovelas nuestras que sí se venden con muy buena respuesta del público en países como República Dominicana, Ecuador, o Rumanía y no sé por qué los canales no notifican estas ventas. Se nos acusa de ser muy localistas en el lenguaje y resulta que no hay nada más localista que una telenovela colombiana o mexicana…en fin, no sé.
G.L.: Como escritora de telenovelas has logrado producciones con grandes éxitos como «Voltea pa’ que te enamores» y algunas que no han calado en el público como «Harina de otro costal». ¿Cuál crees que es la fórmula para que una novela haga, como dijiste en una entrevista previa a «Válgame Dios», que al ama de casa se le quemen las tajadas por ver la novela?
M.M.: Pues, para el éxito, no hay fórmulas (risas), sería muy fácil pegarla si así fuera. Pero, lo que tiene que ocurrir, es casi un milagro. Tiene que ser que, lo que uno quiere contar cale con lo que la gente quiere que le cuenten. Y en una oferta tan amplia, como la que hay ahora con el cable, pues es sumamente difícil. A veces uno la pega y otras veces pues no. Y es muy difícil saberlo porque, si hicieras una encuesta preguntándole a la gente qué es lo que le gustaría ver, no serviría porque la gente no lo sabe, o responde cosas «correctas» que luego pueden no ser ciertas. En fin, que es muy difícil y tienen que juntarse muchas cosas: instinto, oficio, un gran elenco que sea el adecuado y el apoyo del canal, suerte…casi un milagro pues.
G.L.: – Por ilustrar un ejemplo, en la gran mayoría de las telenovelas está presente la figura del hombre infiel. ¿Consideras que el público desea ver reflejada la realidad de la vida diaria en la televisión o que espera ver algo distinto?
M.M.: La respuesta a esta pregunta es compleja. Porque a veces la gente quiere verse reflejada en la pantalla, identificarse, ver su realidad, y otras veces no, y prefiere evadirse. La telenovela trata siempre de amores contrariados, imposibles, románticos, y pues hay muchas maneras de hablar de eso. Mis telenovelas suelen estar muy apegadas a la realidad cotidiana, ése es mi fuerte. La gente me piropea mucho eso: que se identifica con los personajes, con lo que les ocurre, y que hablo de grandes dramas pero siempre a través de la sonrisa. Con mucho humor. A mí me gusta retratarme, retratarnos, y el hombre infiel forma parte de nuestra cotidianidad, así como la paternidad irresponsable, y de la superación de la mujer profesional, son temas recurrentes en mí, con los que he tenido mucho éxito.
G.L.: ¿Consideras que quizás las restricciones de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión pueda interferir en lo que está sucediendo actualmente en la televisión venezolana?
M.M.: En mi caso particular, la ley no ha afectado en nada. Siempre que me planteo una historia, lo hago pensando en que en Venezuela la telenovela es un espectáculo familiar. Aquí vemos telenovelas junto a la abuelita y con los niños delante. Eso lo aprendí de César Miguel Rondón, y lo practico siempre. Que todo se puede contar, de todo se puede hablar, sin violentar a la madre que está viendo junto a sus niños, y por eso la ley no me ha restringido hasta ahora.
G.L.: ¿Por qué crees que la receptividad de «Válgame Dios» ha sido tan buena en un horario que tradicionalmente se encontraba dominado por las producciones extranjeras?
M.M.: Yo estoy muy feliz con el éxito de Válgame Dios, y con que sea a las 2 de la tarde. Habíamos perdido el mediodía por completo, entregándoselo a México y Colombia, ¡y resulta que a la gente le ha encantado verse en un espejo criollo en ese horario! Ojalá se sigan haciendo telenovelas para el mediodía.
G.L.: – ¿Crees que la telenovela venezolana debería buscar otro rumbo que no sea la típica historia rosa y de ruptura?
M.M.: No lo sé… Yo creo que ahorita Venevisión está haciendo algo que es correcto. Tiene un grupo de buenos escritores profesionales que somos muy distintos entre sí. Estás los rosadísimos, y los que somos o creemos ser más realistas, unos con humor otros con más drama y también va a apostar a una telenovela más de acción y suspenso en HD, porque se compró los equipos necesarios para poder ser más competitivo afuera a nivel tecnológico. Y está dejando que cada escritor haga lo que mejor sepa hacer. Yo creo que eso es lo correcto, porque como te dije al principio, la gente va cambiando de gustos, de necesidades, a veces quiere fantasía, otras realidad, otras suspenso y lo ideal es que puedas brindarle un poco de todo. Aunque en rigor lo más importante es que el cuento sea bueno y esté bien contado, en libreto y en realización. Y si dejas escribir a cada escritor en lo que es su fuerte, debería salir la cosa bien.
G.L.: ¿Particularmente tus novelas están orientadas a un público en específico o tratas de que puedan adaptarse para que todos los estratos socio-económicos puedan disfrutarlas de igual manera?
M.M.: Pues yo diría que apunto a un gran abanico de personas. Porque, claro, mi fuerte son las mujeres y nuestras contradicciones, pero al mismo tiempo tengo un gran público masculino que se ve representado en los personajes masculinos, y como no le doy peso sólo a la pareja protagónica, sino que tengo subtramas fuertes, de todas las edades, incluida la tercera edad y los chamitos, creo que mis telenovelas como Válgame o Voltea o Vieja yo y Guerra de mujeres, las ve gente de todos los niveles sociales, sexos y edades. Al menos eso es lo que me gusta lograr.
G.L.: Salvando las diferencias como los temas políticos ¿Crees que pueda hacerse otra telenovela icono en la industria como lo fue «Por estas calles»?
M.M.: Yo creo que sí. Al menos esa es la apuesta de uno siempre, que lo que estás escribiendo sea importante y trascienda. Nadie nunca se plantea hacer “una novelita allí” (risas). Pero obvio que no lo puedes lograr siempre. Y creo que en Venezuela tenemos todo para lograrlo.
G.L.: ¿Consideras que la telenovela puede ser un elemento modificador de la conducta? ¿De qué forma puede la telenovela lograr que el televidente adopte determinadas conductas?
M.M.: Absolutamente. Y no sólo lo creo, es que lo he podido comprobar. Por ejemplo, en Vieja yo, con el personaje de Tamara, toqué el tema de la violencia doméstica, de cabo a rabo. Desde que la mujer se maquilla, avergonzada de los golpes que le da el marido, queriendo ocultarlo, hasta que se atreve a dejar al maltratador y poner la denuncia. Y el resultado fue increíble. Varias instituciones, tanto ONGs como gubernamentales me llamaron para darme las gracias porque la telenovela causó un cambio radical en la conducta: montones de mujeres se atrevieron a llamar a pedir información a los números que yo daba, que eran reales, así como a poner la denuncia en fiscalía. Fue muy importante.
Y como eso, te puedo hablar ahorita en Válgame con el personaje de Ligia Elena para tratar el embarazo adolescente, porque resulta mucho más eficiente un personaje en una telenovela tratando esa problemática, que todo lo que pueda hacer una maestra en una aula o las instituciones dando charlas o entregando folletos. Y yo creo que personajes como Remigio y su problemática con el padre que no lo aceptaba por ser gay, tratadas con el respeto que se merecen, pueden servir para abrir muchas mentes. No te creas, he recibido insultos por Twitter al respecto (Risas), pero son miles más los que agradecen y pueden ampliar sus mentes al identificarse con Remigio o con Remberto.
G.L.: ¿Cómo calificas la televisión venezolana actual, específicamente en el área de dramáticos?
M.M.: Pues me parece un momento bien interesante de la telenovela venezolana. Porque el abanico está ampliado, la gerencia está muy abierta a propuestas y hay muchas ganas de lograr vencer este nuevo reto que implica competir con el cable. Hace unos tres años había como un sentimiento de derrota, pero ahora no lo hay, se siente la ambición de hacer cosas buenas, que enamoren a un gentío, haciendo cosas nuestras y yo creo que eso es muy bueno.
G.L.: ¿Crees que «Válgame Dios» puede servir como puerta para futuros dramáticos que puedan tratar distintas temáticas desde la comedia?
M.M.: Yo creo que sí. Ojo, la puerta a tratar historias con humor en telenovelas me la abrió “Betty la fea”. Porque antes aquí la gerencia sólo creía en el drama serio. Pero luego de Betty pudimos hacer “Guerra de mujeres” que tuvo muchísimo humor, y de ahí pude hacer Voltea, Vieja y ahora Válgame. Definitivamente, en Venezuela, ya comprobamos que se puede trabajar el drama con humor y que a la gente le gusta muchísimo.
G.L.: A modo de reflexión, ¿Cómo ves el futuro de la industria dramática del país?
M.M.: Yo veo un futuro muy interesante. Con Válgame pude comprobar lo que yo ya sabía o intuía, que aquí hay muchísimo talento y muchas ganas de trabajar bien. Hay actores excelentes, productores que quieren hacer las cosas bien y directores muy profesionales. Y si la gerencia apoya, como ocurrió en este caso, hay un gran chance de hacer cosas exitosas. Más que se están comprando los equipos de alta definición…De verdad que creo que podemos lograr volver a colarnos con fuerza en el mercado internacional, si la parte de venta y mercadeo respalda. Ojalá.
Luego de estas tres entrevistas a tres grandes figuras de nuestro país, una respuesta que fue evidente y que tomo como conclusión es que no hay fórmula para el éxito, hay que apostar a la historia y esperar que al final todo sea bueno. Además de mantenerse cercano con el televidente, quien a fin de cuentas es quien va a catalogar como éxito o fracaso una telenovela. A propósito del acercamiento, si desean comunicarse con Mónica Montañés, pueden hacerlo mediante su cuenta en Twitter: @MonicaMontanesC en donde siempre está dispuesta a responder todos sus mensajes y comentarios.
Desde Guayoyo en Letras queremos agradecer a Valentina Párraga, Carolina Acosta y a Mónica Montañés por hacer un espacio en sus agendas y concedernos estas entrevistas en exclusiva. Tres entrevistas sobre un elemento que se ha convertido en un miembro de más de la familia venezolana: La telenovela, el espectáculo del sentimiento.