LA ATROZ CONSECUENCIA DE «NO-SER»

Por Jorge Cano 

 

israel-palestina TINIMA20121015 0358 5Ya apenas sorprende. Ya la guerra entre Israel y el país vecino de turno perdió la capacidad de asombro en esta especie de espectáculo bélico que estuvo en taquilla durante un tiempo. Hace algunas semanas terminó otra función –vaya a saber uno que número de película es el que vimos.

 

Como todo conflicto bélico hay un sinfín de puntos a analizar: políticos, económicos, sociales, religiosos e históricos, e incluso, todos estos a la vez. Pero hay una sutil y grotesca –permitiéndome el oxímoron- ironía. Hay un punto de contacto en que las facciones en pugna coinciden casi sin variaciones en el discurso: negarle al otro la razón de su existencia. En términos concreto, negar la existencia de ser un Estado.

 

No es poca cosa no-ser un Estado. El ser humano ha optado por esta forma de organización desde hace miles de años, con cambios –por supuesto- pero hoy en día no concebimos otra manera de vivir más que dentro de un Estado. Y hay miles de maneras de llamar a esta forma de organización, pero siempre en el mundo contemporáneo vivimos y morimos por, en y para determinado Estado.

 

El nacimiento de lo que hoy conocemos como Israel fue tremendamente conflictivo. El antisemitismo y la descolonización de Asia fueron sus padres y sus hermanos –a saber, los países árabes- no le dieron la bienvenida y enseguida establecieron que Israel no tenía derecho a alguno a existir. La solución al problema: la guerra. Me corrijo: las guerras. Entre 1948 y el 2012 ha habido decenas de batallas y enfrentamientos que incluyen los acontecidos hace algunos meses.

 

israel palestina 0Curiosamente, si en un principio al pueblo judío le era vedada la posibilidad de ser un país, actualmente, el pueblo palestino cuenta con el mismo carácter jurídico: el no-ser un Estado mundialmente reconocido. Gran parte de la culpa pesa por sobre la ONU. Encargada de velar la paz en estos territorios desde 1948 fracasó casi siempre en su intento. Pero tampoco resulta demasiado extraño dado que la ONU ha fallado constantemente en mantener la paz en el mundo. Tal vez una de las razones sea la hipocresía con la que claman por la democracia siendo un organismo totalmente antidemocrático.

 

Es más fácil entender esta situación si tenemos en cuenta que los cinco países (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia) con el derecho de vetar cualquier resolución del Consejo de Seguridad ganaron este lugar de privilegio por medio de lo que hoy quieren evitar: la guerra, eso sí, la más grande y nefasta en la historia.

 

El 29 de noviembre la ONU (la Asamblea General) le otorgó a Palestina el carácter de “Estado observador no miembro”. Un avance tan ínfimo que le brinda a los palestinos las fronteras que poseían antes de 1967 y el reconocimiento –más o menos- aceptado desde 1993. Esta medida llevó a que Israel repoblara las zonas fronterizas en el límite con Palestina. Nuevamente la tensión se mantiene latente.

 

Pero el Consejo de Seguridad aún no acepta a Palestina como miembro pleno (situación que la brindaría la oportunidad de ocupar uno de los diez lugares reservados en ese organismo para los restantes países del mundo) sobre todo basándose en el veto de Estados Unidos, el principal aliado de Israel. En definitiva, no es totalmente un Estado. Es una situación intermedia, con un marco legal casi exclusivo compartido con el Vaticano.

 

israelpalestina onu152602El no-ser un Estado en el mundo contemporáneo significa no tener un territorio delimitado, un marco legal aceptado ni una soberanía reconocida. Por extensión, tanto los 32 países que no reconocen a Israel como los 9 que no reconocen a Palestina (agregando la incompleta aceptación de la ONU), niegan a los habitantes de estos territorios la existencia dentro del marco básico en el cual vivimos. Una triste complicidad del organismo cuya razón de ser es la paz.

 

Lamentablemente, esto no es un dilema filosófico. En términos bélicos –el lenguaje en el cual hablan las partes involucradas- esto significa la destrucción, la negación de la vida y un esfuerzo para que el otro –tan indefinido como molesto- efectivamente no-sea.

 

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