LA NATURALEZA HUMANA ES BONDADOSA
Por Isabel Lessmann E.
Cinco y media de la mañana. La alarma del Ipod suena escandalizada, sin ánimos de detenerse, como queriendo despertar al vecindario. No lo encuentro. Sigue anunciando su desespero. Me uno yo; manoteo todo lo que tengo alrededor. Nada. Finalmente recuerdo que lo dejé al lado de la cama para evitar lanzarlo a la pared como una de las tantas veces… Lo encuentro y apago el desacertado sonido de grillos que escogí hace ya algunos meses en recuerdo de este amor que viene y sale corriendo cada vez que parece que llega una conversación comprometedora. Ah, claro, y que canta maravillosamente cada vez que quiere acercarse de nuevo. Le apodaron “el grillo” cuando le vieron saltar las vallas en las carreras de obstáculos en sus años mozos… ¡Vaya manera de comenzar el día! No puedo evitar sonreír. Ya lo cambiaré otro día.
Guayoyito en mano, mi rápida revisión de comentarios en Twitter y Facebook me hace terminar de despertar, ¡ganó el Magallanes! Vaya, vaya, por eso los fuegos artificiales. La familia debe estar celebrando. Mi madre y yo somos las únicas renegadas, caraquistas por convicción, orgullosas de nuestra tradición. Leeeeeeeeeeon, leeeeeeeeeeeon. ¡Que llegue rápido la 2013-2014!
Ya frente a la computadora, desecho correo basura (mueca), leo y borro los correos de cortesía, ofertas, promociones, manifiestos… Y me detengo en una nota sobre la reciente Cumbre de los Pueblos en Chile. Los movimientos sociales reunidos allí hicieron un llamado a los gobiernos que participan de la CELAC a retirar las tropas militares de la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití. Denunciaron que en vez de promover la paz, provocaron sistemáticas violaciones a los derechos humanos de la población civil y fueron inoperantes después del terremoto del 2010. (http://www.movimientos.org/es/content/organizaciones-sociales-exigen-el-retiro-de-la-minustah-de-hait%C3%AD). Dudo sobre las fechas y busco en Google… La misión fue establecida por la ONU el 1 de junio de 2004, luego de la salida de Bertrand Aristide al exilio en febrero de ese mismo año, “con el objetivo de asegurar un entorno seguro y saludable”. (http://www.un.org/es/peacekeeping/missions/minustah/). Estamos llenos de buenas intenciones. Lo sé. Estoy segura de eso. La naturaleza humana es bondadosa… ¿dónde fallamos?
Sin atreverme a extrapolar a otros gentilicios, los venezolanos valoramos nuestras riquezas y paisajes, celebramos los logros de los venezolanos en el exterior como si de parientes nuestros se tratase, nuestra mamá siempre es lo máximo, beber entre amigos es la expresión máxima de solidaridad y compañerismo y reírnos de nuestras desgracias se ha convertido en nuestro sello hemisférico. Ya Laureano Márquez nos hizo contar nuestras bendiciones este diciembre pasado en su refrescante artículo “Lo bueno del venezolano” (http://www.laureanomarquez.com/articulos/lo-bueno-de-venezuela/227) y la Sociedad Venezolana de Psicología Positiva recientemente nos reconoció como agradecidos, amables, creativos, justos y “querendones” (nuestras cinco primeras fortalezas). ¡Tenemos pruebas de esa bondad!
Y a pesar de esa caracterización de justos, una pasadita por el Twitter en estos días nos da muestras claras de lo lapidarios que podemos ser a la hora de defender nuestros puntos de vista. Los argumentos no existen. Con una facilidad pasmosa descalificamos a los demás, especialmente si no estamos de acuerdo con “ese otro”. Vulgaridades recién inventadas, frases altisonantes, juicios de valor, ofensas, amenazas… Olviden las figuras retóricas, esto es una lucha “Vale todo” lingüística al desnudo.
Así, un magallanero no es feliz si no se burla de un caraquista, aunque esté jugando contra un pajarito, y un caraquista no es feliz si no le recuerda a los navegantes los veinte campeonatos como locales. ¡Y comenzará el contrapunteo! Y si le preguntamos a cualquiera de los dos dirá que ese “intercambio” forma parte del juego, del fanatismo, de lo “sabroso” de la pelota, nada personal… La naturaleza humana es bondadosa.
Ya casi es mediodía y estas divagaciones me han apartado de las responsabilidades del trabajo en casa. Decido agilizar el paso, la sopita tendrá que esperar. Hago un par de llamadas a los clientes, contesto correos de proveedores, termino el informe del manuscrito recién leído, escribo un par de párrafos del artículo sin acabar, recuerdo que debo asistir a una cita al día siguiente y enseguida lo anoto. Suena el celular.
“No hay quien le gane… ¡al Magallanes! ¿Cómo se siente esa ‘laraquista’? Se acabó la pava, mi amorrrrrrrr”. Sí, el grillo es magallanero. La naturaleza…
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