DE PREMIOS
Por Luisa Ugueto
No veo los Oscar. Los respeto, pero no los veo. No veo El Globo de oro, mi vida cinematográfica comenzó desde la inocencia de no juzgar un film por el número de galardones que recibiera, así que crecí sin fijarme en cuan laureada es una película para poder verla. No me interesan los premios, aunque algunos con justicia han reconocido a un sinnúmero de actores, actrices y films. Sin embargo, Meryl Streep es mucho más que sus tres Oscar, Al Pacino, es sin duda alguna, mucho más que el único Oscar que se ha ganado en toda su larga y fascinante carrera (por Perfume de Mujer en 1992).
Los premios no deberían dictar los gustos personales para ver películas, los premios son una circunstancia fortuita, ajena y externa. Yo escojo las películas que me gustan porque me gustan, por capricho, por ideas particulares que de imprevisto se me meten en la cabeza. Tengo simpatías por actores, no necesariamente galardonados o reconocidos, el talento nada tiene que ver con eso.
Sin embargo, entiendo a los amantes de los premios, los que necesitan que otros les digan que es mejor o peor, los que se rigen por “la academia” o las “voces autorizadas” a la hora de elegir su film de fin de semana. Sé que es difícil tener criterios propios, y que nos gusta confiar en el ajeno, para ir “sobre seguro”, lo que no se toma en cuenta es que en el cine, como en la vida, lo mejor es la improvisación y la sorpresa, eso de la certidumbre no se aplica para nada ni cinematográfica ni vivencialmente.
¿Cuántas películas no premiadas excelentes existen? Puedo asegurar que muchísimas. ¿Cuántas películas premiadas que no nos dicen absolutamente nada pueden haber? Puedo asegurar que muchísimas, porque el cine es una instancia subjetiva, donde si bien se puede valorar: las actuaciones, el guión, la escenografía, el nivel de entretenimiento, así como muchos otros aspectos, no se puede valorar el nivel de compenetración personal que puedas llegar a tener con una cinta. Así como, el elemento de conexión entre una película y el espectador o un actor y el espectador, no puede premiarse, porque no hay un galardón que pueda premiar ese mérito.
Alberto Fuguet escribió que “El cine no se puede dar el lujo de ser autista, autorreferencial e ininteligible solo por ganar festivales de segunda. En Hollywood no hay ni becas ni apoyos estadales. El cine puede ser un arte pero, también, es una industria. Eso no tiene nada de malo ni exilia, ni excluye a nadie” eso se entiende y se acepta, para eso están los premios, como parte de la industria, pero no por ello los gustos de otros deberían estar por encima de las apetencias personales, a fin de cuentas se trata de divertirse, de aprender, de conectar, y eso nada tiene que ver con los premios.
Para el cine funciona mejor la intuición, las ganas, me gusta la incertidumbre de la sorpresa que siempre te hace tropezarte con las mejores películas: las tuyas, las que te dicen algo a ti, con o sin premios.
@elproyectordedo
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