El modelo termina siendo una condena

Por Paola Sandoval

@PAOSandovalM

 

 

 

Este mes se ha caracterizado porque las personas más cercanas a mí se han enfermado de una gripe que los ha tumbado por una semana o más. He escuchado sobre tos, cansancio y hasta complicaciones como pulmonía. Muchos han tenido que trasladarse a emergencias. Entre las personas que fueron víctimas de esta peste estuvo una mujer de 91 años. Me llama poderosamente la atención su increíble recuperación en tan solo dos días. Posteriormente realizaba sus labores cotidianas como si nada hubiera sucedido. La más vieja de todos los enfermos fue la que se recuperó con mayor rapidez.

 

Viene a mi mente una curiosa comparación. La generación de nuestros abuelos ha durado muchos años y de una forma envidiable en su mayoría. Por alguna extraña razón, mis tías abuelas que comían durante todos los días tajada frita en el almuerzo, murieron felices, por la medida chiquita, a los 81 años de edad. Mi abuelo, un hombre jupiteriano que bebía y comía a granel murió plácido y de viejo una tranquila noche a los 83. En el caso de las abuelas, ninguna se realizó más de dos chequeos ginecológicos a lo largo de su vida, ni tampoco andaban paranoicas tocándose los senos mensualmente, sin embargo, tienen 91 años cada una. Un caso más imposible aún es el de la vecina de en frente, fumadora empedernida que sale todos los días con 78 años, a realizar algunas labores cotidianas. Como estos casos puedo continuar citando muchos más y viene a mi mente la pregunta ¿En qué consisten estos organismos de acero que de forma casi mágica y contra todo pronóstico superan la media de la esperanza de vida, cosa que muchos de nosotros vemos como un imposible?

 

De la misma forma conocí el caso de una mujer que no pasaba de treinta cuando le diagnosticaron un cáncer que acabaría con su vida. Lo realmente asombroso de esto es que era vegetariana, no fumaba, no bebía y trotaba a diario en el parque. Me hace pensar ¿En qué consiste la verdadera salud? ¿Todos nuestros organismos son iguales? ¿Ha decrecido nuestra resistencia de generación en generación? ¿A qué se debe?

 

En un libro de diseño gráfico pude leer lo siguiente: …“En los últimos diez años, hemos creado y almacenado más información que la producida desde el principio de la humanidad. La tecnología ha alimentado esta información y, debido a esto, en la actualidad procesamos la información (sic) a una velocidad 400 veces mayor que nuestros antepasados”… (1) Esto no debería sorprendernos. ¿Cuántas noticias a diario vemos desde nuestros celulares y computadoras solamente?

 

Una de las cosas que nos diferencia de las generaciones de nuestros abuelos es precisamente la abundancia de información. Si bien esta es necesaria en nuestras vidas, muchos de los artículos que vemos a diario a través de la prensa, internet y demás medios son de cosas inútiles que lejos de ayudarnos nos generan angustia, tensión y stress sin que nos demos cuenta. Son una forma de atraer nuestra atención ya que por otras vías más “benignas” dichos medios “no venderían igual”. Por lo cual estamos a expensas de noticias diarias sobre muertes, asesinatos, cáncer, torturas, secuestros y nunca falta el artículo de salud que nos coloca en una posición de “veleta” a merced de todo lo que pase por las mentes de quienes divulgan estas informaciones. Muchos de estos datos “estadísticos” de salud son hechos a posta con el simple fin de vender más un producto novedoso en el mercado.

 

Un día nos dicen que comer queso es una fuente de calcio pero al día siguiente nos indican que tiene los mismos ingredientes de los hongos de los pies; un día nos dicen que ser estrictamente vegetariano es lo ideal y otro día sale un anuncio sobre la falta de proteína animal; un día podemos comer todos los huevos que queramos pero al día siguiente nos dicen que vamos a morir de colesterol y así podemos continuar con el resto. Deberíamos emplear alrededor de unas cincuenta horas de nuestra jornada comiendo nueces, tomando vino, haciendo el amor, mirando al horizonte, trabajando en correcta posición, haciendo yoga, saliendo a trotar, tomando whisky, comiendo aceitunas, no sorbiendo del pitillo para no arrugarnos y otras decenas de actividades sugeridas para la buena salud imposibles de acoplar en un solo horario pero que garantizarán la vida eterna y la juventud prolongada.

 

Cabe destacar, ¿Es la salud un problema meramente orgánico? ¿Nuestros antepasados estaban ligados al cúmulo de información como lo estamos sometidos nosotros ahora? ¿Acaso “la voz del conocimiento” a la que se refiere el conocido chamán no aumenta con tanto bombardeo diario? ¿Son todos los organismos iguales? ¿A todos nos afectan las mismas cosas? ¿Eres lo que comes o lo que CREES que comes? ¿Los prototipos de salud apuntan a diferentes tipos de cuerpos? ¿Qué nos enferma, la comida o la mente? ¿Genera más daño comerse un bistec ocasional o pensar que estás comiendo sabañones en tu arepa? ¿El cáncer se deriva de un problema meramente orgánico o se traduce de la frustración y el resentimiento reflejado en algún órgano del cuerpo? ¿La necesidad de eterna juventud, de eficacia constante y de éxito a toda costa nos tiene envenenados? ¿Vivimos realmente el presente? ¿Disfrutamos lo que realizamos? ¿O estar tan pendientes de “durar más” está generando el efecto contrario?

 

No todos somos iguales. Si bien hay ciertos parámetros que debemos seguir porque están comprobados ancestralmente, también es cierto que gran parte de la salud es mental. Estamos sometidos a miles de opiniones diarias acerca de la “verdad” de la vida porque cada uno de nosotros está en su propio viaje a pesar de nuestra conciencia gremial. El día que logremos nuestra paz mental, desaparecerán las enfermedades. Mientras tanto seguimos apuntando a convertir al hombre en una máquina igual a otra, a cortarnos a todos con la misma tijera y la voz mental que nos indica el “zen” que deberíamos callar está siendo cada día más y más habladora. La neurosis nos está matando más que comernos tres tajadas fritas o dejar de trotar dos horas diarias. Y es que el modelo termina siendo una condena.

 

 

 

(1) Los principios básicos del diseño gráfico. Autor. Debbie Millman. Editorial BLUME. P27.

 

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