Carlos Egaña y la libertad de mentir

Por Henyerson Angulo

@Heryens

 

 

 

Carlos Egaña desde muy joven se interesa por la literatura, ganando un concurso de jóvenes liceístas con apenas menos de veinte años. En la actualidad es estudiante de Derecho con intenciones de matricularse en la escuela de Letras también. En 2014 se hace ganador del concurso Letras Libres de Un mundo sin mordaza.

 

Guayoyo en Letras tuvo el agrado de conversar con él y nos cuenta por qué considera la literatura su motor de vida.

 

Guayoyo en Letras: En Don Quijote de la Mancha el Quijote le dice a Sancho que con la libertad no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar que lo encubre, que por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida. ¿Qué representa para ti la libertad, si para el Quijote representa eso?

Carlos Egaña: El Quijote tiene como dos cara de todo lo que dice, en parte porque es el soñador idealista, y por otra parte es el Quijote de la locura. Entonces todo lo que dice podía estar vinculado con la demencia. Entonces igualando al Quijote es difícil decir las cosas, porque se está colocando a la libertad en el plano difícil, porque, en efecto, la libertad está atada a lo difícil, porque cómo sabemos qué es una persona libre. Hoy con tantas ideologías, por ejemplo, es difícil saber qué es libertad, su concepto ha variado mucho. A fin de cuentas, la libertad es un gran tesoro, pero para saber qué es libertad hay que llegar a otro plano.

 

Estoy de acuerdo con el Quijote, por la libertad debe aventurarse la vida. También por el amor, por ejemplo, y por otras cosas de la vida que la gente cree inalcanzables: si realmente uno se aventura por lo sencillo, lo terrenal, lo toca, pero también hay que aventurarse por lo que está lejos y difícil. Y así tratar de expandir el mundo y el horizonte de la humanidad.

 

G.L.: Escritores como Anna Ajmátova, Mijaíl Bulgakov, Nikolái Gumiliov, fueron escritores que se hicieron en la resistencia. A lo mejor su obra se la deben a eso: a resistir a la autoridad, o a los autoritarios. ¿Crees que la resistencia cumplió un papel importante al tú escribir este poema?

C.E.: Es difícil escribir sobre lo que desconoces; por ejemplo, de los escritores que mencionas, especialmente Bulgakov, lo que vivieron fue quizá el fundamento, lo que los influyó, de sus obras. La influencia como algo no agradable, que también se da mucho. Las cosas que te desagradaban te obligan a escribir y a reflexionar sobre ello. En ese aspecto han sido totalmente esenciales para escribir el poema, y no sólo me influye a mí, también lo influye a toda esta generación de escritores que existen en la Venezuela de hoy en día, porque en estos últimos años, estés de acuerdo o no con la Revolución Bolivariana, ha modificado el imaginario social y a su vez cultural de la gente. La resistencia ha cumplido un papel fundamental en lo que yo he escrito y también en lo que han escrito los escritores tanto de diestra y siniestra del país.

 

G.L.: También hay escritores como Ezra Pound (muy cercano a T. S. Eliot, a quien citas en tu poema), que fue muy fiel seguidor de Mussolini y el fascismo. ¿Qué piensas tú de estos poetas que, a diferencia de estos anteriores que resistían ante el poder, apoyan a los poderosos y usan el arte, también, para hacerle propaganda al poder?

C.E: No solo está Ezra Pound, hay muchos, también en la época del Gomecismo estaba Pedro Emilio Coll, Manuel Díaz Rodríguez, que han estado a favor del poder. Realmente no me parece que esté particularmente mal, porque si hay algo que debe hacer el artista es que el artista debe ser honesto, entonces si el poeta está en pro del poder por el hecho de que realmente cree que esa es la manera que el mundo se ha cambiado, porque a fin de cuentas, como dice Rimbaud: el fin de la poesía es hacer cambiar la vida; otra cosa muy diferente es que el artista esté a favor del poder por ser un simple tarifado, en este aspecto me parece terrible, porque si la idea del artista, del pensador, del intelectual, está del lado del poder por conveniencia deshonesta, me parece terrible, pero si honestamente crees que lo que se está haciendo desde el poder es lo que está llevando al bien, no le veo entonces ninguna clase de problema a eso.

 

G.L.: Con respecto a eso, en una entrevista a Roberto Bolaño la entrevistadora le pregunta que si él creía que si Salvador Allende hubiese conocido su obra, este la hubiese agasajado. Bolaño le respondió que probablemente no, que Allende, como cualquier otro poderoso, no le interesa la literatura, que a los poderosos lo que más les interesa es más poder, que la literatura, de hecho, suele intimidarlos. ¿A ti te parece que el arte debe hacer temblar a quienes tienen poder o, en su defecto, a quienes tienen hambre de poder?

C.E.: Sí, totalmente. Yo creo que la gente generalmente se aleja de alguna manera del arte, el arte se ve desmitificado hablando en términos generales. El arte como espacio de las minorías. Pero si damos una mirada a las grandes revoluciones que ha habido en el planeta, incluso hoy la otrora marxista, también la revolución soviética del siglo pasado; está bien que hayan sido estas revoluciones por el pueblo, pero sin ellas muchos artistas no hubiesen existido. ¿Qué hubiese sido de la revolución marxista sin los surrealistas, sin Picasso, por ejemplo?

 

El arte sí puede hacer temblar al poder, pero también hay que tomar en cuenta en qué medida el arte influye en el poder. Porque, por ejemplo, si tomas el arte en un sentido minucioso, no va a llevar a ningún lado, pero si el arte realmente es apreciado como debe ser apreciado, tomando en cuenta la profundidad del ser humano de la condición humana, el arte puede ser inspirada de una revolución política.

 

G.L.: ¿Piensas que hoy en día existe en Venezuela un espacio libre para el arte que se pueda rescatar?

C.E.: Claro. Es evidente que no soy un fiel seguidor al gobierno de turno, pero tampoco me opongo radicalmente. Soy muy crítico para ambos lados. Yo creo que en ese aspecto, hay cierta clase de sesgo pero me parece que es en ambos lados. Por ejemplo, hoy el Estado se confunde con Gobierno, hoy se fusionan casi esos dos conceptos, no como en la época de Consalvi, que tú veías una editorial Monte Ávila que publicaba libros de izquierdistas que criticaban durísimo a los gobiernos de los adecos y de los copeyanos. Hoy en día eso no es así: si tú envías un manuscrito a Monte Ávila editores de hoy, muy crítico al gobierno, probablemente ni te responda. Sin embargo, el Estado sí ha dejado cierto espacio para gente que debe estar a su favor, pero es cierto que también han comulgado personalidades del arte de un lado y del otro. También recuerdo una vez, cuando Piglia ganó el Rómulo Gallegos, dijo que le parecía una estupidez que los opositores venezolanos no participaran en el premio; y en este aspecto yo estoy un poco de acuerdo con Piglia, porque, aunque haya un evidente sesgo, si te distancias del poder, no vas a exigir que te tomen en cuenta. Es algo como la gente que decide no salir a la calle de noche, porque no habrá gente en la calle y habrá inseguridad, pero es que si se abandona la calle y se les deja libre a los maleantes, obviamente la calle se va a perder.

 

En efecto, existe un sesgo cultural, pero no tanto como podría ser en otros aspectos. Existen espacios abiertos, sólo que ha existido una clase de hegemonización de los espacios, y eso ha derivado a como estamos hoy en día. Pero esos espacios se pueden rescatar.

 

G.L.: Entonces ¿piensas que la literatura y el arte están de alguna manera manchada por la política venezolana? ¿Crees que se puede hacer vida cultural al margen de lo político?

C.E.: Es muy difícil ahorita eso. Yo creo que sí se puede hacer literatura. Latinoamérica ha sido eso, por ejemplo. Ha tenido Vargas Llosa, ha tenido a García Márquez, por un lado el Perú del Sendero Luminoso y por otro la Colombia de la guerrilla y el narcotráfico, cosas que muy están atadas a lo político. Eso sí se puede. Lo que sí es difícil es el segundo punto a esa pregunta, la vida cultural al margen de la política, porque el problema en ese aspecto no creo que sea que la política se haya inmiscuido en la política, porque la política se ha inmiscuido en casi todos los sectores de la sociedad venezolana. Entonces, claro, yo creo que el arte de por sí siempre va a tener algo político. De alguna manera en lo que uno escribe se marcan sus ideales, o los de alguien más, pero está ahí lo político.

 

Hacer vida cultural al margen de la política es muy difícil. En el caso de la sociedad venezolana, donde la política ha hecho de la sociedad algo… como cuando vas en el metro y en una discusión alguien por algún lugar sin razón alguna dice “viva Chávez”, ¿me entiendes? La política se ha impregnado en la sociedad venezolana, y hacer vida artística y cultural es difícil al margen de la política, requiere de un esfuerzo que hasta ahora nadie ha querido ejercer.

 

G.L.: ¿Qué entonces de estos espacios donde la diversidad queda al margen y donde se le da más espacio al uniforme, en este al uniforme político?

C.E.: Es terrible, porque el arte genera tanto crítica como debate. Si uno deja todo homogéneo, terminarías escribiendo el mismo libro cien veces, porque de qué sirve que exista arte si va a haber siempre lo mismo. Me parece que es terrible que no exista diversidad en la vida cultural.

 

G.L.: ¿Qué te motivó a participar en este concurso?

C.E.: Yo participé de lleno en las hordas estudiantiles recientemente en las turbas estudiantiles recientemente, de lo que me llevé mucha desilusión también, porque vi muchas cosas que yo creía que eran del mundo político de afuera y exactamente igual en el mundo político estudiantil. De ahí en adelante he sentido que necesito expresar lo que he vivido, lo que sentí en esa experiencia; y este concurso era excelente oportunidad para plasmar ese afán de libertad que se pierde tanto en el Gobierno como en los círculos propios que uno vive. El concurso era una oportunidad de expresar mi desilusión, mi desengaño, la frustración y la presión que vive uno en el país.

 

G.L.: En “Libertad de mentir” hay unos versos que dicen: “ni a los efectos del amor, mago siempre tentador, la mentira ha sido libre a nuestros oídos”. ¿Crees que hemos sido lo suficientemente condescendiente para hacer de nuestros oídos propensos a las mentiras?

C.E.: Sí, totalmente. En el poema se parte mucho desde lo satírico: nadie puede mentir porque la verdad es sólo una, como si se impusiese esa única verdad en la sociedad. Esa verdad me parece que es algo no sólo del Gobierno sino en cada círculo político; así como tienes problemas al reconocerte opositor dentro del chavismo, lo mismo pasa cuando te reconocer chavista entre opositores. No importa de qué corriente seas dentro de esta sociedad tan polarizada, uno se siente obligado a que la verdad tiene que ser una única. En ese sentido creo que sí hemos sido muy propensos a las mentiras: que en este caso son las “verdades únicas”.

 

G.L.: ¿Te gustaría seguir escribiendo y seguir haciéndote en la literatura?

C.E.: Claro, justo ahora estoy haciendo un taller con Rafael Arráiz Lucca, quien ha sido una grata experiencia. No sólo en poesía me gustaría seguir, porque no me he fajado tanto en este género, yo me he encontrado más con la narrativa. He ganado un concurso del Estado también, un concurso de liceístas. También estoy revisando unos textos con Rodrigo Blanco, pero no quiero comentar mucho porque no lo quiero empavar (risas). Pero sí, claro, yo quiero seguir cultivando esto. Me gustaría ser un escritor de lleno, la literatura es mi motor de vida.

 

G.L.: ¿Tienes intenciones de seguir apoyando este tipo de concursos donde se evoque la libertad?

C.E.: Totalmente, porque la libertad a fin de cuentas se traduce a mucho. Es mucha más que libertinaje, que es otra cosa, la libertad es poder comulgar o escuchar al oponente, la libertad es poder ir a un lugar donde no te angustie lo que piense un artista y sin embargo te quedes más allá de que su pensamiento ideal no concuerde con el tuyo. La libertad se traduce también a lo fraternal. Y sí, me gustaría promover esta clase de virtudes que se han perdido o se han tergiversado en distintos sectores de la sociedad.

 

G.L.: A ver, un libro de algún autor en específico que puedas acompañar con un guayoyo.

C.E.: Para mí un guayoyo, en mi mente, es un venezolanismo total, entonces me gustaría escoger un libro de un escritor venezolano: Hotel, de Gabriel Payares.

 

 

 

Lee el poema “Libertad de mentir” de Carlos Egaña, ganador del concurso Letras Libres de Un mundo sin mordaza aquí

 

Twitter:

@EgaManWW

 

(Visited 305 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras