¿Cómo es el venezolano?
Por Ricardo del Búfalo
@RDelBufalo
Desde hace meses estoy estancado en el mismo tema, el estancamiento de la sociedad venezolana, precisamente porque a medida que el Estado venezolano se ha enriquecido, la vida social ocupa más espacio en la vida privada. Se hace muy difícil separar lo público de lo personal. Por eso, como la política venezolana, yo también estoy estancado. Escribo una y otra vez sobre lo mismo, desde distintos puntos de vista, básicamente por tres razones: para aclararme a mí mismo el panorama, para buscar motivos para seguir viviendo aquí y para intentar descubrir desde dónde puedo ayudar a solucionar el problema político venezolano.
Pero yo no soy el único que anda en esa búsqueda. De hecho, reviso mi columna en esta revista y encuentro que los mejores artículos son humorísticos y los peores son análisis diagnósticos. O dicho de otra forma, los mejores artículos son críticos y los peores son criticones. Justamente de esa búsqueda surge el nombre de mi columna, “por eso estamos como estamos”, una de nuestras frases más populares que tiene el poder de señalar causas y culpas.
Andamos por ahí identificando los errores, malas conductas y miserias de nuestra sociedad, como una monja ladilla que juzga a discreción solamente por tener a Dios de su parte. ¿Acaso somos impermeables al error? ¿A quién le hablamos cuando señalamos? ¿A quién sino a nosotros mismos? ¿A quién le hablo en este momento sino a mí mismo? ¿A quién intento convencer entonces?
Quizá lo que quiero decir, tomando el riesgo contradecirme, es que señalamos equivocadamente. Y eso indica que el error está en la mirada. Nos miramos desde un punto que pierde de vista muchos detalles, como si nos miráramos frente al espejo a través de un ojo mágico de puerta. Quizá el error es de autopercepción. Quizá el defecto es mirar la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Nos solemos considerar gente de baja calaña, niches, flojos, sinvergüenzas, tipo Juan Bimba o Er Conde del Guácharo. Pero en realidad nunca nos referimos a nosotros en singular, a yo, siempre el error y el defecto está avalado por el plural. Si todos somos así, no me juzguen a mí.
¿Pero los venezolanos somos así, de baja calaña? Me lo pregunto en esta oportunidad, debido a que la semana pasada inició un concurso de stand-up comedy, cuyo requisito para calificar era responder la pregunta “¿cómo es el venezolano?” Luego de horas de pensar en la respuesta, me rendí. ¡Qué coño sé yo cómo es el venezolano, si en 23 años de vida he visitado solamente Barinas, Mérida, Caracas y Margarita! Ni siquiera puedo decir cómo es el barquisimetano, a pesar de que me crié allá. Responder esa pregunta sería como decir qué hay dentro de una roca sin saber antes qué es una roca.
Para participar en este torneo, debo entonces responder cómo es el venezolano. ¿Qué digo? Hay una especie de consenso en que somos mamadores de gallo, por ejemplo. Pero yo no creo que seamos así. Parece imposible definir al venezolano sin caer en estereotipos y prejuicios cómodos. A mí eso no me causa gracia, no me mueve el piso. ¿Por qué me resulta tan difícil este ejercicio, es mi pregunta, si yo escribo desde hace 4 años esta columna donde reflexiono y analizo por qué estamos como estamos? ¿Por qué no sé responder cómo es el venezolano, a pesar de que la mayoría de mi material de stand-up habla de cómo somos, de cómo nos criaron, de cómo vivimos?
Escribo este artículo el viernes 23 de enero y el 30 de enero culmina la eliminatoria. No sé si llegue a publicar un video para participar en el #torneostandup, porque aún no tengo la respuesta. Supongo que sólo lo podrán averiguar por acá.