Enfrentando la supremacía
Por Henyerson Angulo
@Heryens
A un año del febrero sangriento en el que estuvimos inmersos los venezolanos, siguen vigentes las razones por las que surgió tal descontento que desencadenó en un oasis de horror. Hoy el escenario es otro. El 2014 fue un año de errancias, donde el venezolano harto de un modelo que retrae los derechos de los trabajadores, poniéndonos entre la espada y la pared, fue a conquistar la justicia de la mano de quienes pretenden guiar al país a otro modelo que nos necesita hoy, pero que muy probablemente nos excluirá mañana. Ahora, en una tarima en la que la audiencia está fragmentada, viendo desde distintas tribunas, estamos ante una situación de decepción, sabiendo que todo esta sangre que se corrió durante el pasado año, no fue sino el resultado de errancias.
El ciudadano común, en el marco de una decepción, parece haber desplazado las opciones ofrecidas por unas élites que no buscan sino perseguir sus propios intereses. Hoy la derecha y la izquierda de nuestro país están plagadas de voces que discuten por la razón. El chavismo de hoy, que se quedó en una pantalla donde se dice apuntar hacia los derechos del pueblo obrero, ha manchado a la izquierda que cree de verdad, de la mano del trabajador, reivindicar sus derechos. La oposición, la derecha populista, ha pretendido conquistar esos terrenos vacíos. Sin embargo, estamos en una situación de fragmentación en que podríamos tomar consciencia y finalmente desligarnos de esas políticas bipartidistas en las que estamos inmersos durante al menos los últimos 50 años.
Tanto la élite chavista como la opositora buscan establecerse como hegemonías de poder, dejando al margen a quienes más afectados se hallan en un episodio en el que los burócratas poderosos se hacen de los recursos del pueblo.
Lo que nos deberíamos plantear como ciudadanos de un mismo país es si se está haciendo política, en el sentido aristotélico de la palabra: que busca un diálogo de encuentro entre quienes padecemos la polis. Este año, sin ser videntes, sabemos que será un duro golpe para las voces vulneradas de esta enferma república, recordando que habrá elecciones para elegir a los representantes de entidades en la Asamblea Nacional, y que seguiremos estando al frente de un desastre económico, estaremos enfrentando un duelo de grupos defensores de sus tendencias.
La vía, asumiendo nuestro rol reivindicativo, es responder a las necesidades del ciudadano, canalizándonos hacia una transformación social que nos separe de los modelos de desigualdades que heredados de una sociedad de castas del siglo XIX, que hoy no está muy lejos de lo nos ofrecen.
En este contexto en el que estamos envueltos donde buscamos enfrentar las miserias sociales, culturales y económicas, debemos emanciparnos del caudillismo, de las representaciones elitistas. Debemos rescatar el sentido de lo democrático y recordar que nuestra tarea como ciudadanos padecientes de estos males, no es únicamente ejercer el sufragio. Es este el momento de reconocer nuestras diversidades, de escucharnos los unos a los otros y así combatir la supremacía hambrienta de poder.
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