¡Nuestros médicos nos dicen adiós!
Por Sarai Ortega
@saraiortega
Douglas León Natera, Presidente de la Federación Médica de Venezuela (FMV) ha sido el encargado de contarles a los ciudadanos, que están perdiendo a sus doctores, puesto que para la fecha ya han emigrado más de 13 mil médicos venezolanos, situación que empeora cada día más.
Las principales víctimas de lo que está ocurriendo en el país son las personas que al momento de sufrir de una enfermedad o un accidente, no pueden dirigirse con tranquilidad a un centro de salud médico, debido a que a veces no hay instrumentos quirúrgicos o no hay personal, y éste último es el mayor problema que enfrenta Venezuela en la actualidad. Cada día son más los médicos que buscan irse del país para obtener una mejor calidad de vida.
La calidad de vida hace referencia a la segurida física, bienestar social, material, espiritual, emocional y a la contribución que puede dar una persona para el desarrollo de la sociedad. Insólitamente, ni siendo médico y ganando un buen sueldo, se obtiene una estabilidad en todos estos ámbitos, debido a que la delincuencia llega a todas los estratos sociales. En los últimos años, Venezuela se ha convertido en el segundo país más peligroso del mundo.
La verdad es que ejercer la medicina en este país es un desafío al que se enfrentan diariamente los enfermeros, médicos, anestesiólogos y todas las personas que trabajan en áreas de salud como hospitales y clínicas. Para ellos no es nada fácil recibir a un herido por arma de fuego y decirle que lo tienen que suturar sin anestesia porque no ha llegado el producto o informarle a un paciente que sufre del corazón, que el único medicamento que lo ayudaría a que su Frecuencia Cardiaca se estabilice no se encuentra en el centro asistencial y por lo tanto no se le podrá inyectar sino que será por vía oral, pero advirtiéndole que en el ámbito nacional, esa pastilla es difícil de conseguir.
Entre 5 y 7 años es lo necesario para graduarse como médico general, los demás son para especialización, en esos años, pasan horas sin comer, días y noches estudiando, pierden amistades, reuniones familiares, lloran cuando en sus pasantías se les muere algún paciente y piensan que son los culpables, otros nunca superan el trauma. Algunos, se olvidan de sus derechos y aceptan hacer el papel de enfermera cuando no es lo que les corresponde, es decir, se les va la vida estudiando la carrera de medicina para salvar a las personas que viven en su país ¿y la deben ejercer de esta manera?
Es una lástima que nuestros profesionales hayan pasado años de su vida estudiando para salvarnos cuando nos ocurra algún accidente, hoy nos tengan que decir adiós porque por la gente que estudiaron, es por la misma que hoy se van, porque Venezuela no será una amenaza para EE. UU., pero para los propios residentes de la nación sí lo está siendo, porque hay que recordar, que muchos de los mismos que roban, hieren y matan a sus llamados compatriotas son venezolanos.
En una nación donde viven más de 27 millones de habitantes, no sólo es necesario que sigan graduándose médicos semestralmente para poder cubrir las necesidades de esa cantidad de personas, sino que es de carácter obligatorio convencer a los que se quieren ir para que se queden.
Tristemente, es casi imposible decirle a un médico que se quede aquí, cuando lo intentaron secuestrar hace unos años y asesinaron a su hermano. O decirle a una mujer que también estudió medicina, que se quede, cuando hace unos meses perdió a su bebe porque mientras estaba de vacaciones dio a luz en un pueblo donde la salud médica cada día empeora más y no pudieron llevarla a un centro asistencial y el niño murió asfixiado.
La única manera de decirle a los médicos venezolanos que se queden en el país, de que aún hay esperanza, es que el Gobierno invierta el dinero que es necesario para poder cumplir con las necesidades de todos y reduzca la inseguridad un 1000 %, porque de nada sirve que comiencen a llegar los medicamentos, si cuando llegan las personas, ya no son pacientes sino occisos.
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