Parranda de San Pedro: color, baile y tradición (Galería)
Por Argenis Andrade
@andradeargenis
Buenas tardes, doy señores,
Buenas tardes, vengo a dar.
La Parranda de San Pedro,
Que les vengo aquí a cantar.
Baila, Baila, María Ignacia
Como tú sabes bailar
Baila, Baila, María Ignacia…
A través de estas estrofas, la percusión que se logra con unos pedazos de cuero de animal amarrados a los pies, mucho calor y color, comienza la festividad popular y religiosa que se celebra cada 29 de junio en las ciudades de Guatire y Guarenas del Estado Miranda, Venezuela.
La noche del 28 de junio de cada año se le da inicio a la celebración de la parranda de San Pedro, entre versos y cantos a la puerta de la iglesia y el hogar de los promeseros de la parranda. Durante la noche, junto a cuatro y maraca, se realiza el llamado velorio.
La mañana del 29 se le realiza una misa en honor al apóstol y todos los San Pedreros asisten con su vestimenta: levita, pumpá, alpargatas y un pañuelo de colores rojo o amarillos, que representaban para la época de la Colonia a los conservadores y liberales. Al finalizar la misa, la parranda se dirige a caminar las calles del poblado de Guatire o Guarenas, según la ubicación de la parranda, visitando los hogares de distintas familias que hacen vida dentro de la ella.
Durante su recorrido entre cantos de versos y bailes, María Ignacia encabeza el baile y los tucusitos la acompañan en la llamada trocha que, ciertas veces, es difícil bailar por la cantidad de personas que asisten a esta tradición.
Esta tradición nace en la época de la Colonia cuando una esclava pidió a San Pedro la sanación de su hija, al cumplirse el milagro le hizo la promesa de bailarle todos los 29 de Junio. Luego, María Ignaciana en su lecho de muerte le pidió a su esposo seguir cumpliendo su promesa. Después de su muerte, su esposo continuó con la promesa, con el fin de dejar una hermosa tradición que pase de generación en generación.
Con el pasar de los años, los esclavos siguieron pagando la promesa todos los 29 de junio. Un hombre se viste como María Ignacia, con una muñeca en sus brazos (Rosa Ignacia) y dos niños que siempre bailan cerca de «María Ignacia» representando sus dos hijos. La tradición ha continuado hasta nuestros días gracias a la voluntad de los cultores. Hoy ya son muchas las personas que la conocen y se suman a la celebración, ya que la festividad fue proclamada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO el 5 de diciembre de 2013.
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