Contra la decadencia: ¡Interactuemos!
Por Mario Guillermo Massone
@massone59
La historia de la civilización nos muestra períodos tanto de ascenso de la cultura como de decadencia de la misma. En ambos casos han existido hombres de pensamiento y de acción ejemplares, que han sabido leer su tiempo. En los períodos de decadencia es, sobre todo, cuando más han hecho falta y hacen falta estos hombres, y cuando digo hombres siempre digo también mujeres, ejemplares.
Porque cuando hay decadencia nos queda todo por hacer, la lid de las personas ejemplares se hace imperativa. Las mujeres y los hombres de acción son, como dicen los gringos, un “must” en la vida social y política de un pueblo en decadencia. Pero la acción sin fundamento en las ideas, las acciones sin racionalidad, las acciones que son pura pasión y puro corazón y vísceras crudas, son harto peligrosas, nada deseables y debemos cuidarnos de ellas y de sus accionantes.
Toda decadencia popular es una decadencia de la cultura. Según sea, la raíz de la cultura hace que el árbol popular sea sano y fuerte o débil y torcido. Por ello, sobre todo en decadencia, las personas de acción, que han de ser ejemplares, deben interactuar con los pensadores… Esos seres raros que pululan entre libros y escritos con sus miradas de sospecha y rostros que confiesan certeza y duda a la vez. Estos agentes de las ideas que hablan consigo mismos en voz baja, en voz alta, sentados, de pie, caminando… Estos del oficio de lo invisible que a veces ni saben muy bien cómo justificar su propio oficio.
Nos debemos a nuestro tiempo porque somos hijos de nuestra época. Y si hemos sido arrojados a la decadencia, como un disparo a quemarropa, pues con más razón. Al ser lanzados al vacío de la decadencia, el llenarlo de cultura es lo que debemos hacer para llegar a ser superiores y colocarnos por encima de la neblina, de la decadencia de las masas, que obnubila nuestra vista inteligible. Pues al llenarnos de cultura, regamos o al menos salpicamos a nuestros congéneres; y con la esperanza de despegar, y todo despegar es hacia arriba, nos unimos en comunión hacia el espiral del progreso. De la prosperidad cultural, material, social, ¡y política!.
Es un fenómeno contemporáneo el que las ideas antiguas se hagan eco en pensadores modernos y se nos presentes como innovadoras. Y aunque no lo sean ¡no importa!, necesitamos renovar las ideas de siempre, claro, las buenas ideas, para renovarnos a nosotros mismos y para renovarnos como cultura y como pueblo.
Busquemos ser cada uno una persona ejemplar, sin importar si se es de acción o de pensamiento. Científicos y humanistas, políticos y filósofos, obreros y artistas, pedagogos y deportistas. Hagamos catarsis. Contra la decadencia: ¡Interactuemos!
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