Bachaquero. Ensayo de definición
Por Xavier Rodríguez Franco
@xfranco22
En Venezuela durante años el gobierno fragmentó la funcionalidad del Estado, poniendo la administración pública al servicio de la improvisación, la discriminación partidista y el culto a la personalidad del líder. “Buhonerizaron” las instituciones con las misiones sociales y “bachaquearon” selectivamente con el poderío económico del petróleo en su momento de mayor bonanza.
La rebatiña de cargos sin concurso, contratos sin licitación, repartición sin planificación, fueron cotidianidad impúdica a plena luz del día. El “bachaqueo” se hizo burocracia selectiva y forma de gobierno televisado en cadena nacional. Mientras se creía que los servicios públicos se pondrían al servicio de los pobres, en realidad se troquelaban simpatías en la base electoral.
Fue un ejercicio de modelaje social pernicioso –que con otros nombre y ropajes- se enfocó en la creencia de merecerlo todo con el único aval de ser pobre y votante leal; Sin que importe cómo se le restringían las oportunidades de ascenso social a otros tantos millones de personas. Pues “qué importa la cuenta? si el gobierno es el que paga”.
De aquellos subsidios sin control, estos impagos
Es ahora, al despertar de la resaca rentista, cuando el “bachaquero” es la sorpresa indeseada de un Estado derrochador, que controló todo con el fin de limpiar su imagen y limar sus ásperas revanchas.
Mientras tanto alimentaba sin frenos sus crecientes redes de influencias locales y foráneas. Fomentando con ello también al bachaquero, un oportunista alimentado por las fisuras de innumerables (des)controles económicos. Un personaje a quién se le enseñó por años, que votar disciplinadamente le ayudaría a saber con quién y en dónde “enchufarse”. Quedando de esta forma, la solidaridad y el interés colectivo de aquel “hombre nuevo” enredados entre el discurso megalómano, la lucha de clases y la borrachera rentista.
De este modo, el bachaquero y la proliferación de su figura en todo el país, evidencia la profundización de la efímera lógica de la “riqueza infinita” que sembró con denuedo el chavismo. Sin embargo, después de tanta narrativa embriagante y tanto aparato comunicacional, descubrimos con creces que todo subsidio improductivo tarde o temprano lo pagaremos…y vaya si lo estamos pagando.
Deshumanizando al enemigo
Ahora, con la bodega saqueada, el bachaquero es el nuevo chivo expiatorio de la “guerra económica” que solo vive en el relato oficial. La única guerra que inventa el gobierno y que probablemente termine perdiendo.
Sin embargo, puede que este bachaquero sea el sujeto histórico de nuestra endémica incapacidad de superar el petro-rentismo. Sea como fuere, es el flamante protagonista de la habitual narrativa exculpatoria del poder; ese discurso temible y aplastante que tiende a bestializar, y a deshumanizar al enemigo para que no quede vestigio de solidaridad cuando se arremeta en su contra.
Quizá el bachaquero de hoy es uno de los bisnietos de aquel Juan Bimba. Miembro de una familia numerosa, que con celular en mano y conocidos en varios pdvales y bicentenarios, busca uno de los caminos más cortos entre la subsistencia y la superación que quedan a su alcance.
Seguramente siga bachaqueando mientras el petróleo y la promesa de abundancia de oportunidades, baje al último rincón del bachaquero vertical en el que vive.
En este amargo contexto, al bachaquero podríamos incluirlo en nuestro diccionario político como:
1. Perteneciente o relativo al hábitat de los bachacos.
2. Fig. Lugar en el que vive un conjunto de bachacos.
3. Persona que gestiona una red de contrabando de productos regulados para venderlos a un mayor precio. También conocidos como contrabandista o revendedor.
4. Adj. Bachaquear.
5. Fig. Encarnación del fracaso del modelo económico petro-rentista venezolano. Personaje que evidencia el lado egoísta que vivía a la sombra del “hombre nuevo” del ideario revolucionario. El sujeto histórico no reconocido del chavismo y su dialéctica censurada.
*Politólogo (UCV-UAB).
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