El dulce amargo de un pasante
Por Elizabeth Gutiérrez
@Eli_Gutierrez1
En Venezuela, existen referencias legales en cuanto a una pasantía, donde se da a conocer como un método de aprendizaje y, a su vez, se refleja claramente la libertad que tiene todo estudiante universitario de realizar sus pasantías y, las obligaciones que este debe tener durante el desarrollo de la misma, pero ¿quién dice algo sobre los derechos del pasante?
Cuando hablo de los derechos, entiéndase como la condición humana que debería tener todo pasante a no ser explotado en los espacios laborales y a no cumplir con actividades ajenas a su crecimiento profesional y a dejar de trabajar en aquello que no le corresponde hacer durante el horario de oficina. Las pasantías deberían ofrecer una experiencia laboral útil para los estudiantes.
Para iniciar pasantías es un proceso. Primero, ubicas lugares en los que siempre soñaste trabajar. Envías la síntesis curricular, luego de una larga espera, puede que corras con la suerte de ser seleccionado por la empresa que deseabas. De lo contrario, simplemente debes conformarte. A partir de ese momento, te citan como a tres entrevistas, donde la persona que te recibe, llega una hora con unos minutos más tarde y no se puede pasar por alto, su mal genio.
Cosa más buena, es cuando por fin te dicen que puedes cumplir las horas en esa organización. Por un momento te imaginas con dinero, no con sueldo mínimo, pero si lo suficiente para sobrevivir por esos días y te emocionas porque te ves trabajando en lo que estás estudiando. Pues no has terminado de soñar cuando la licenciada de Recursos Humanos dice: “Esta empresa le brinda la oportunidad a los estudiantes para que puedan fomentar los conocimientos adquiridos en su casa de estudio y le permite estar rodeado de un excelente clima laboral. Sus horas culminan tal día y sus actividades, no serán remuneradas. Esperemos que se sienta como parte de la familia. Bienvenido”. ¡Frustración total!
Por otro lado, entre los reglamentos de la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), en su artículo 43, presenta la pasantía como una de las técnicas de estudio de orientación de aprendizaje. Sin duda alguna, es cierto que aprendes muchas cosas que antes no hacías. Sobre todo a cargar cajas, buscar los diarios en el estacionamiento, bajar los tres pisos durante varias veces al día para sacar copias, engrapar las fotocopias, cambiar el botellón de agua del cual no logras beber ni un poquito, hacer el pedido para el refrigerio de los invitados, llevarle el café a los jefes, llenar facturas, ordenar papeles, servir alimentos, lavar los trastes, limpiar el reguero que dejan otros en la oficina y entre tantas cosas, hacer labores de los “compañeros”, que para colmo, mientras ellos se van más temprano, el pasante se va más tarde por cumplir con las tareas del que si es bien pagado.
La esclavitud del pasante, finaliza con la elaboración del conocido informe de pasantía, donde el estudiante coquetea con su imaginación y cambia la realidad, para colocar todas las actividades que supuestamente hizo y la gran “experiencia” que obtuvo durante el tiempo de desempeño en la empresa.
El pasante debe defender sus derechos y luchar para no ser un esclavo más. Es hora de cambiar ese absurdo paradigma. En un mundo competitivo, tener un pie dentro de una empresa es una oportunidad que no se debe desaprovechar. Afortunadamente, muchos de los dueños, empleadores, encargados o productores ejecutivos, están de acuerdo en que contratar a un pasante, es más seguro que contratar a un candidato externo. Una pasantía es un entrenamiento que conduce a un trabajo permanente si se demuestra interés, compromiso y seguridad.
En nombre de todos los que hemos sido oprimidos, representaré algunas ordenanzas, quizás poco ingeniosas, pero será la iniciativa para sobrevivir en una organización:
El pasante, no será pasante por más de un año. Si bien trabaja de gratis, jamás deberá cumplir más horas de las que le corresponde. Si le toca preparar o calentar el café de los jefes, siéntese por unos minutos y también tome una tacita antes de llevarlo. Como siempre lo enviarán a imprimir y a sacar copias, aproveche también de imprimir lo suyo. Si algo se daña o se pierde de su lugar, las miradas no deberán señalar al pasante. Hará el pedido de los refrigerios, solo sí al menos puede darle una probadita a cada menú. En la época decembrina, se propone añadir el nombre del pasante entre los papelitos a sortear dentro del juego del amigo secreto y no excluirlo de ninguna actividad. Así mismo, el pasante tendrá la libertad de abrir el Facebook y el Twitter, siempre y cuando no afecte sus labores. El pasante no deberá ser destituido de sus compañeros de trabajo ni de los chismes que ronden los pasillos. De no quedar fijo en la organización, tiene prohibido lloriquear y lamentarse, llegará el momento de ganar platica y recuerde, que si no pasó por ninguna de las travesías antes mencionadas, nunca fue un verdadero pasante.
Nota: El texto antes escrito, refleja una experiencia netamente personal. Hay quienes corren con la suerte de ser útiles durante sus pasantías. Fin del comunicado.
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