¡Abre tu corazón!

Por Carla Acebey de Sánchez

@carladesanchez

 

 

 

Un mensaje de Esperanza

En medio de tantos desafíos, es posible compartir de nosotros y enriquecernos con el contacto humano.

Tengo una rutina de caminar en las mañanas y para ello voy a un bonito parque cerca de casa. No me gusta usar audífonos, por el contrario, mientras me ejercito, prefiero observar a la gente y sus actitudes.

 

En este parque, usualmente son más o menos las mismas personas que –como yo- tienen la misma rutina diaria. Es decir ves las mismas caras con frecuencia. Usualmente estas personas están con lentes de sol y oyen música. Creo  que la música es una forma de distraerse pero también de evitar estar en contacto con desconocidos.

 

En un principio, al saludar a las personas con las que me encontraba, unas muy pocas me devolvían los buenos días y si lo hacían, casi nadie me miraba. Entonces me di a la tarea de lograr que cada persona con la que me cruzo allí casi diariamente me responda al saludo.

 

Algunas personas se sorprendían al ver mi sonrisa y que les miraba a la cara, mientras los saludaba. Respondían bajito, un poco incómodos, pero poco a poco la mayoría se ha estado acostumbrando y ya tengo gente que sonríe ampliamente y me regala una mirada mientras me saluda.

 

¿Por qué cuento todo esto? Creo que es lamentable que cada vez más nos encerremos en nosotros y perdamos la posibilidad de enriquecernos con el contacto humano. Sé que podríamos enumerar razones para explicar esta situación, entre ellas la inseguridad -que en ciudades como Caracas son una amenaza. Sin embargo, a veces esto se vuelve una excusa para esconder nuestro temor a ser lastimados. La consecuencia es que cada vez nos aislamos más del mundo, un mundo que tiene millones de cosas maravillosas para darnos, mil personas fabulosas que conocer y que si no nos abrimos a este, nuestra vida se reducirá a una rutina de sobrevivencia y a veces soledad entre multitud.

 

Evidentemente en las grandes ciudades debemos usar nuestro sentido común y nuestra intuición para cuidarnos. Al mismo tiempo debemos atrevernos a abrir nuestro corazón a la gente. ¿Cómo hacemos esto? Muy fácil, para comenzar: saluda al vecino, da las gracias a la cajera del supermercado, mira a los ojos de quien te da los buenos días en el ascensor o mejor da tú ese paso de desear un buen día al encontrar a una persona  donde quiera que vas. No lo hagas como un acto de buenos modales, sino más bien como una forma de intercambiar genuinamente con las personas.  Verás que poco a poco tu ganas confianza, te sientes más conectada con la gente y quien sabe seguro conocerás a más de una persona que te enriquezca. Pero lo más importante, es que tú estás dando de ti. Probablemente la gente con la que te cruces no será para el resto de tu vida, otras veces si, pero el intercambio energético y de sentimientos, definitivamente te hace sentir bien. ¡Inténtalo!

 

En definitiva, nuestro mundo será lo que seamos capaces de construir y en un simple detalle como mirar a los ojos a una persona, sonreir  y saludar podemos marcar la diferencia en nuestras vidas. Así que abre tu corazón y dale al mundo la alegría de compartir y dar de ti.

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