Hay que andar en otra onda…

Por Glenda Morales

@glenda_morales

 

 

 

 “Lo que piensas, es en lo que te conviertes, la mente lo es todo”. Buda.

Cuando mi ahijado tenía 8 años, jugábamos una partida de pin pon en su consola de video. Es un juego que me gusta y que yo dominaba relativamente en mi adolescencia, pero me asombró como un niño que apenas estaba conociéndolo,  y de forma virtual, me sacaba una ventaja importante.  Le pregunte cuál era su estrategia y me contestó con una revelación tan básica, que por eso mismo no dejó de revolotear en mi cerebro por siempre: solo observa el lugar dónde quieres que caiga la pelota, me dijo sin dejar de jugar.

 

Más adelante, con esa premisa ya instalada en mi mente y la cual aplicaba para todo, estaba viendo un programa del cual he sido seguidora en todas sus versiones y  que en España se llama La ruleta de la suerte. El mismo consiste en girar una rueda llena de gajos, tratar de atinar al que más dinero represente, e ir adivinando frases en un panel para ganarlo. El conductor del programa siempre aconseja lo mismo a los participantes, pero ese día conjugué la sabiduría de mi ahijado con la del moderador. Él les repetía incesantemente que debían fijar la mirada en el gajo que quisieran alcanzar.

 

Estos dos eventos domésticos  y mi afición por la lectura, me trasladan sutilmente, a pesar de parecer temas forzados, a un profundo enunciado de la física cuántica. Específicamente al experimento del francés Louis-Victor de Broglie, quien basado en trabajos anteriores de Einstein y de Plank, logra demostrar que un mismo sistema puede tener comportamientos ondulatorios o de partícula, solo al ser intervenido por un observador. Es decir, que la intención del que mira, cambia la conducta de lo observado y lo que en un momento es un halo intangible, pudiera transmutarse en una sustancia sólida.

 

De acuerdo a esto y haciendo un cóctel de teorías que desde mi alma sé que son felices entre sí,  pienso  que evolutivamente alguna vez fuimos una célula que deseó convertirse en un ser superior.  Una partícula que se visionó siendo grande y lo logró. Con la fe que predica la biblia y con un tamaño más pequeño que un grano de mostaza,  creció hasta lo que somos hoy. Confirmando los pensamientos de Darwin y Dios al unísono, en todo su esplendor. Todos los caminos conduciendo a Roma y toda la imaginación cumpliendo las leyes del Señor.

 

Lamentablemente ahora somos una generación que pareciera que retrocede añorando ser su versión más caótica. Sustituyendo mutaciones lentas pero certeras, que garantizan el avance hacia un estado mejor. Porque en  los atajos y en  los caminos cortos  hay mayor producción. Claro, no es rentable esperar millones de años para disfrutar la compensación. Lo fatídico del asunto, es que esta transformación precoz es voluntaria, y la evolución cumple a cabalidad la solicitud del consumidor.

 

Literalmente, en la sociedad actual abundan los ejemplos que demuestran que las posesiones materiales superan la importancia de nuestra esencia natural; y que  la ruptura de valores es inminentemente necesaria para lograrlas. Basta mirar la prensa para saber dónde estamos poniendo los ojos y conocer a cuál rol estamos aspirando.

 

He aquí entre otros, algunos titulares: 

– “¿Están mejor adentro que afuera? Los pranes y sus mafias hasta contratan artistas”

– “Exclusiva: Así fue la súper rumba que montaron los “pranes” en la cárcel de Sabaneta”

– “El hampa muestra su rostro en las redes sociales”

– “ESPECIAL: Conozca cuánto dinero genera una cárcel venezolana al año”

– “Fotos de la boda del pran de Barinas: Pagó más de 36 mil bolívares para su difusión en la prensa”

– “Así hace alarde de sus granadas, armas y dinero “El Juvenal”. El hampón anteriormente operaba con «El Picure», pero se separaron y formó su propio ejército delincuencial.”

 

Muchos de estos delincuentes aparecen retratados con divas famosas, como Rosita, por ejemplo; y a Rosita la siguen reseñando como bomba sexy en diarios de  renombre, como El Nacional, en vez de estarle levantando un expediente.

 

Así como el bosón de Higgs es la porción más pequeña descubierta hasta ahora sobre la conformación de la materia; así mismo, estos sucesos son  la muestra más elemental del detrimento de la humanidad en todos sus estratos. El nivel más bajo que evidencia a una sociedad podrida en la que si tienes  poder dinero y armas, logras conquistar la cúspide inversa donde además posees a las mujeres que están más buenas. Donde el gato de Schrödinger no solo está encerrado, sino que sabemos que está muerto.

 

Queda demostrado que estamos observando el lado equivocado y es tarea de un nuevo Estado reconducirnos la mirada.

 

Nos hacen falta espectadores que sueñen bonito para cambiar la forma de este homo-ignorante al que estamos resucitando. Simplemente un cambio de visión es suficiente. Recordando siempre, que se estableció que la luz puede ser una partícula, pero también que dentro de una partícula hay luz: dejemos que fluya, seamos el gajo millonario seamos el remate.

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