Taxi Teherán: la libertad sobre ruedas

Por Sabrina Tortora

@SabrinaTF85

 

 

 

Hay quienes opinan que el arte no debe mezclarse con la política. ¿Pero qué ocurre cuándo la política arremete directamente contra el arte? Lo que sigue no es una discusión filosófica ni una clase de historia, sino la realidad que se vive en Irán actualmente, un país que viola los derechos de sus habitantes sistemáticamente. Censura y detenciones ilegales son el día a día de los cineastas iraníes, por lo que no sorprende que sus obras tengan alto contenido social, y hasta donde se pueda, político. En este contexto trabaja Jafar Panahi, quien ha sido inhabilitado por el Estado iraní a hacer cine, por lo que debe realizar sus rodajes clandestinamente.

 

Su largometraje más reciente, Taxi Teherán (2015), es un falso documental que muestra la situación de su país de forma crítica pero sin caer en el tono pesado que algunas películas de denuncia pueden llegar a tener. Panahi construye un discurso muy bien hilado, y por medio del humor aborda varios temas álgidos. La pena de muerte, las supersticiones y la tradición, la educación, la censura en el cine, la venta ilegal de copias de películas, la falta de derechos de la mujer y la delincuencia son los principales.

 

Con una cámara colocada en el tablero de su vehículo, y que la mayor parte del tiempo encuadra a los pasajeros que suben al Taxi conducido por él mismo, la estética del documental se tiñe de realismo. La cámara nunca se moverá de su sitio, por lo que por un lado los planos pueden causar un poco de claustrofobia, pero por otro hace que nos concentremos sin interrupción en las acciones de principio a fin.

 

Con esta cinta el director recibió el Oso de Oro en el Festival de Berlín este año. Como en su sentencia se establece también la restricción a salir de su país, el premio lo recibió su pequeña sobrina Solmaz Panahi, claramente emocionada, quien tuvo una actuación adorable en la película. Jafar ha recibido el apoyo de muchos cineastas alrededor del mundo, que no solo contribuyen a dar a conocer su protesta, sino que también hacen presión para que les sean levantados los cargos.

 

 “Soy un cineasta. No sé hacer otra cosa más que hacer películas. Nada puede impedírmelo. Y cuanto más me han empujado a los rincones más alejados, más he conectado con mi interior. El cine como arte se ha convertido en mi principal preocupación. Y seguiré haciendo películas para sentirme vivo”. Así el artista explica claramente su punto de vista y se convierte en todo un ejemplo para la humanidad en cuanto a que renunciar a la libertad de expresión implica renunciar a la propia humanidad.

 

Panahi ha sido ayudante del famoso director iraní Abbas Kiarostami, y entre su filmografía destacan El globo blanco (1995), The Mirror (1997), El círculo (2000) Offside (2006) y This is not a film (2011). En 2010 fue sentenciado a varios años de cárcel y a no hacer películas por 20 años, entre otros cargos. A partir de allí todos sus rodajes han sido clandestinos. Esperamos saber mucho más de este cineasta que definitivamente no da muestras de querer interrumpir su labor de expresarse libremente, de luchar por los derechos de las minorías, y de hacer cine de buena calidad.

 

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