El hombre nuevo

Por Paola Sandoval

@PAOSandovalIM

 

 

 

Hace algunos días, leía un texto acerca del  “hombre nuevo” del cual tanto se habla en nuestro país. El texto reza lo siguiente:

 

…“El Hombre nuevo implica, pues, el nacimiento de la humanidad en una etapa diferente, en la que prevalezca el espíritu de solidaridad y no el egoísmo de los individuos. Hombre nuevo como objetivo al que se llega por medio del resquebrajamiento de la propia individualidad para dar paso a una verdadera dimensión social.  Hombre nuevo también como producto de la revolución que destruya el sistema que impide la relación plena entre las personas que forman una sociedad.”… Che Guevara

 

Sin embargo, hace algunos días cayó un fuerte aguacero que generó como es habitual, caos en la ciudad. En la zona en donde me encuentro la situación es aún peor: se va por lo general el teléfono y el servicio de internet durante varios días. Para estos casos tengo un plan b con mis clientes. Me remito al uso de los datos telefónicos y la comunicación por celular, realizando extrañas maniobras para trasladar los documentos al artefacto y mandarlos con mucho esfuerzo y paciencia. Si es muy complicado llevar a cabo lo primero, debo trasladarme hacia el otro extremo de la ciudad en donde vive mi abuela, y en caso de que no haya internet allí tampoco, la solución será ir al cyber café. Lo interesante de todo esto, es que al trasladarme esa semana a un cyber café ubicado en una zona tan céntrica como lo es lo palos grandes, misteriosamente NO HABIA INTERNET ALLÍ TAMPOCO. ¿Es esta la verdadera relación plena entre las personas que forman una sociedad?

 

Días después mi madre y yo nos empezamos a dar cuenta de que de repente en las tiendas habituales en donde antes comprábamos mensual o quincenalmente sacos de Dog Chow de 22 o 18 kilos para las tres perras, ya no había nada, solo alimentos importados que implicarían gastar más de lo que gastamos en nuestra propia comida. También a esto se sumó la especulación por parte de algunos comerciantes, que aprovecharon la ocasión para vender la comida detallada a precios exorbitantes como por ejemplo 500bf un kilo de “dog chow” de dudosa procedencia. Ahora hemos decidido realizar sopones con carapachos de pollo y arroz integral, que llevan al menos 2 horas de preparación por día. Otra solución sería someter al vegetarianismo a las perras y lograr que se sientan a gusto comiendo cualquier cantidad de ramas,  zanahorias, berros, chayotas y demás, pero nos parece un poco complicado. Quizás esta es la etapa diferente de la humanidad a la que se refieren en el párrafo.

 

En el caso de nuestra propia comida, la situación no es muy distinta. Hace algunos años en la Venezuela rural, la tía que crió a mi abuela se caracterizaba por ser una artífice con todo lo que sobraba o ya se iba a botar en la cocina. Esas conchas de plátano que no servían sino de abono o para la vulgar descomposición, terminaban en un plato convertidos en suculenta “carne esmechada”, el arroz viejo podría servir para una sopa de tacos, las arepas podrían realizarse con masa de yuca, entre otras muchas recetas de ese remoto pasado a las cuales hemos tenido que remitir graduándonos con maestría en “Chef de escasos ingredientes” realizando las arepas sin harina pan, el cereal sin leche, las hamburguesas que no son de carne de res, etc. Podría ser egoísta de mi parte pensar que este mismo sacrificio con la comida NO lo están haciendo los altos funcionarios del gobierno.

 

Quizás el resquebrajamiento de mi propia individualidad para dar paso al hombre nuevo lo sentí el jueves pasado al verme atrapada con el carro accidentado a pocos metros de mi casa en un hueco con la más inclemente oscuridad pensando si ese sería mi último día cada vez que me pasaba un motorizado por detrás. Quizás vale la pena ahora el sacrificio de tener el carro parado por falta de repuestos hace dos semanas, con pronóstico a varios meses y tardarme más de dos horas en llegar al conservatorio, como si viviera en el interior del país prácticamente.

 

Quizás no me estoy dando cuenta de que vamos hacia un nuevo nacimiento de la humanidad, que lo que pasa es que a la propuesta que lleva 17 años gestándose no le hemos dado el tiempo suficiente. Quizás el espíritu de solidaridad renacerá como flor de loto en las personas que se caen a golpes en los mercales por una harina pan y un día se mirarán a los ojos y dirán que llegaron a la iluminación y que valió la pena. Quizás esta dimensión social a la que se refieren tiene que destruir literalmente TODO a su alrededor para poder nacer. Quizás nosotros, los ciudadanos de a pie somos los que tenemos que hacer el sacrificio, más no aquellos que nos gobiernan.

 

Quizás debo seguir esperando al nacimiento de este hombre nuevo,  solo un poco más…

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