Se trata de una obra cuya forma está totalmente al servicio de su contenido
Spotlight: la denuncia de la infancia perdida
Si por el número de nominaciones parecía que los premios Óscar de este año iban a decidirse para el galardón a “Mejor película” entre The Revenant y Mad Max, que Spotlight resultara ganadora fue toda una sorpresa. Como que al final The Revenant no era tan buena opción: al haber sido Birdman la mejor película de la edición pasada, la Academia, en definitiva, no quiso que por primera vez en toda su historia, dos películas de un mismo director ganaran dos años consecutivos (ambas son de Alejandro González Iñárritu). Por otro lado, al ser Mad Max una cinta de acción, lo tenía muy cuesta arriba, dado que no suele ser el género preferido para esta categoría.
Y así, y sin desmerecer su calidad, Spotlight, dirigida por Thomas McCarthy, triunfó como la mejor opción. Y vaya opción. Se trata de una obra cuya forma está totalmente al servicio de su contenido, una historia de utilidad social con una carga altamente moral, y que además cumple la función de que la atención de la opinión pública recaiga nuevamente en los casos de pedofilia en la Iglesia Católica. Un tema, que si bien está ambientado en 2002, año en el que el periódico Boston Globe hiciera públicas las primeras denuncias sobre estos casos, sigue siendo muy actual.
Al ver este largometraje nos involucramos progresivamente con la investigación que llevan a cabo los cuatro periodistas del equipo de Spotlight dentro del diario, y de los dos jefes que están a su cargo. Unas averiguaciones que en la realidad no fueron nada fáciles, porque si por un lado la información fluyó con relativa velocidad por parte de las víctimas afectadas, no podemos decir lo mismo a la hora de que les tocó interpelar a miembros y allegados de la Iglesia. Con esa misma dificultad fue producida la película. Aproximadamente cuatro años tardaron sus realizadores en llevarla a cabo. Eligieron un tema incómodo y difícil de narrar, compraron los derechos de la historia, pasaron varios años documentándose sobre ella, para luego ver cómo y quién iba a asumir distribuirla.
Que su dirección y actuaciones estén tan bien llevadas a cabo, además del innegable talento de todo el equipo, también se debe a que contaron con la asesoría de los seis periodistas en la vida real, tanto para la redacción del guión, como para el rodaje. Al parecer, los actores permanecieron cerca de los reporteros para entender sus motivaciones e imitar sus gestos lo mejor posible. No debe de haber nada más difícil para un intérprete, que su personaje sea alguien real y que además aún viva. El esfuerzo aparentemente valió la pena, pues no solo lo reconoció la Academia (además de haber ganado la cinta, Rachel McAdams y Mark Ruffalo fueron nominados por sus actuaciones), sino el propio equipo real de Spotlight.
El compromiso marcó esta producción de principio a fin. Tanto los actores como sus realizadores tuvieron siempre presente la importancia de la denuncia que el equipo de investigación del Boston Globe había realizado en su momento, de lo urgente que era que un tema así saliera a la luz. “El asunto con esta historia es que la ciudad entera (Boston) fue cómplice. Y no solo la policía y la Iglesia: fue la policía, la Iglesia, el Poder Legislativo, el Boston Globe. Todos en un cierto punto miraron hacia otro lado”, afirmó Mark Ruffalo en una entrevista.
La película rescata a la perfección el propósito de la investigación misma: terminar con el silencio que cubría los casos de pederastia para que los culpables fueran castigados y estos abusos no se siguieran cometiendo. Las consecuencias de estos crímenes han repercutido en el ámbito personal, familiar, social y hasta religioso de cada una de las víctimas, por lo que el largometraje no solo muestra la labor del equipo de reporteros, sino la problemática a la que se enfrentaron y se siguen enfrentando todos los afectados. Y como si fuera poco, en los créditos finales de la película aparecen todos estos casos en una lista. La investigación original del equipo de Spotlight creó un antes y un después en la denuncia de los casos de pederastia dentro de la Iglesia Católica, y la película no solo le ha rendido tributo, sino que ha logrado seguir con la misma labor. De esos se trata hacer periodismo y buen cine de denuncia, ¿o no?
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