Universidad Central de Venezuela: Una institución en descomposición
Jueves, 10 de marzo. 10:27 AM. El Instituto de Medicina Tropical (IMT) de la Universidad Central de Venezuela, centro de referencia nacional para el diagnóstico de afecciones parasitarias se encontraba clausurado, con algunas ventanas rotas, forzadas y la pintura desconchada. Un grupo de empleados advirtió el cierre, “¡Epa!, aquí ya no hay nada que ver”, dijo uno de los hombres. Pancartas marrones y folios de aviso en la fachada del edificio explicaban la razón: “Cerrado por robo masivo”, “Sin recursos no hay salud”. El martes 8 de marzo ocurrió el robo número 11 en lo que va de año. Se llevaron casi todo.
“Estamos hablando de sujetos que entraron en más de 10 laboratorios, y no solamente eso, sino también de la destrucción. Fue una cosa absolutamente violenta e irracional.”, dijo a Guayoyo en Letras el Director del Instituto de Medicina Tropical, Tomás Hermoso.
La mañana del martes 8 de marzo trabajadores y personal médico del instituto encontraron puertas multilock y ventanas destrozadas. Aún se desconoce la magnitud de las pérdidas pero los ladrones se llevaron, en este último robo, un aproximado de 20 computadoras, impresoras, cajas registradoras, equipos de investigación médica y reactivos clínicos para efectuar pruebas.
En el robo se perdieron años de investigación e historias clínicas; los ladrones dejaron un rastro de microscopios rotos, equipos de lisis inutilizables y esporas de la peligrosa toxoplasmosis en el aire.
Para algunos, el trasfondo político de los robos en el Instituto de Medicina Tropical es un hecho; sin embargo, para el Director del IMT no fue más que “un robo vulgar producto de la descomposición social que impera en el país”. El último atraco no fue un caso aislado; ese mismo día los ladrones siguieron su ruta por el Jardín Botánico, llevándose computadoras y todo el sistema de iluminación.
“Esto es producto de la profunda descomposición social que hay en el país, en el cual no se tiene claro la importancia de la salud, ni la importancia de la educación”, declaró Tomás Hermoso.
El Director de Instituto de Medicina Tropical no sabe cómo ni cuándo volverán a prestar servicio. La Universidad Central de Venezuela no cuenta con los fondos suficientes para ayudarles. “Las personas que más necesitan de este instituto son las más pobres”, contó Tomás Hermoso. El IMT recibía a personas con enfermedades que no pueden ser tratadas en otras partes del país e impartía clases a 900 estudiantes de diferentes ramas de la medicina.
“La consulta externa que destruyeron tenía a los mejores infectólogos de Venezuela y en esa misma consulta se hacen las pruebas de VIH SIDA”, continuó el Director del Instituto de Medicina Tropical. Para este punto de la entrevista el reloj marcaba las 10:38 AM; algunos obreros todavía trabajaban, el cafetín del IMT estaba abierto y un reducido grupo de batas blancas subía y bajaba las escaleras. Se le preguntó a Hermoso por el destino de su personal obrero, a lo que respondió: “Mira, yo estoy demasiado orgulloso del Instituto de Medicina Tropical; era impresionante ver a los obreros, a esos tipos duros que trabajan, llorando con la bioanalista por esta situación; y verlos limpiar, para que el instituto arrancara a trabajar lo antes posible. Eso es lo importante.”
La entrevista con Tomás Hermoso finalizó. La grabadora guardó la voz ya afectada del director. No pudo evitar regresar para agregar: “Muchos dicen que vamos a cerrar el instituto, pero no es así. De nosotros depende que esto cambie.”
La Facultad de Ciencias que todo lo aguanta
El miércoles 9 de marzo la posibilidad del cierre técnico de la Universidad Central de Venezuela (UCV) circuló por las redes tan rápido como se enciende la pólvora. Según el Vicerrector Administrativo de la UCV, el problema de fondos se debe a que la Oficina de Planificación Universitaria (OPSU) no entrega el dinero suficiente para sostener los gastos del año 2016.
“Los partidos universitarios de izquierda hablan de malversación de fondos. El dinero llega pero no se utiliza; otros hablan de un presupuesto desactualizado, el mismo del 2011, que además no se entrega completo y no sirve para cubrir todos los gastos”, dijo Dora Pacheco, estudiante del séptimo semestre de Biología en la Universidad Central de Venezuela.
Sería extraño ver la Facultad de Ciencias cerrada. Según Pacheco, la facultad ha resistido paros “intensos” con anterioridad, y aunque la institución empezó a trabajar “con las uñas” desde hace diez años y los profesores no recibían salario, las investigaciones y prácticas no se detuvieron. “Faces y Humanidades se van a paro siempre, que eso pase en Ciencias sería ya algo grave. Es raro, pero es posible porque este año la crisis es más fuerte”, contó.
“Tenemos equipos que no se usan desde hace más 20 años”
En el laboratorio de química orgánica en la clase que cursó Dora, se planteó la posibilidad de dejar las prácticas a un lado y aprender a realizar soluciones químicas a través de proyecciones de video. La facultad recorta el uso de reactivos químicos por su alto costo y su inexistencia en el país; los equipos están dañados o desactualizados y se les pide a los estudiantes ayudar con la compra de los elementos de laboratorio como: toallines, lavaplatos, alcohol, guantes de látex y tubos de ensayo.
“Lo que necesitamos con más urgencia son reactivos, instrumentos nuevos o mantenimiento de los pocos que hay; los que tenemos no se usan desde hace más de 20 años en los laboratorios actuales. Trabajamos con un quimógrafo que se usaba 50 años atrás ”, dijo Samuel Chocrón, otro estudiante de Biología.
La Facultad de Ciencias poseía un taller que reparaba y fabricaba las piezas para mantener en funcionamiento los equipos de laboratorio, pero ahora los instrumentos del taller tampoco funcionan. “ Tenemos que recurrir a la Oficina de Planificación Universitaria (OPSU) para el financiamiento y la compra de materiales; y esperar a que la OPSU decida si esto es una prioridad o no”, contó Chocrón.
El sol apuntó al mediodía cuando Dora Pacheco se reunió con sus compañeras de clase; cuatro estudiantes de los últimos semestres de Química y Biología. No tardaron en hablar. Comentaron sobre la urgencia de aumentar la matrícula universitaria, que actualmente es de 90 céntimos por persona y que a pesar de que la Universidad Central se ayudó económicamente con los servicios prestados a la comunidad, estos ya no son suficientes. «El laboratorio de química hace la tinta para las elecciones. La Escuela de Computación suele dictar muchos cursos y charlas; pero obviamente eso no basta», dijo Rivero, una de las compañeras de Pacheco.
Rivero también mencionó el incumplimiento del decreto sobre el aumento de 6000Bs para el sueldo de los preparadores universitarios, «El Ejecutivo Nacional lo decretó pero el Gobierno no envía el dinero para pagarnos. En teoría el sueldo es de 6000 BsF, pero nos pagan 1,225 BsF cada quincena», acotó.
Según Radharani Dorta, la Escuela de Odontología ya no suministra los materiales de trabajo para sus estudiantes, quienes deben atender a los pacientes gratuitamente en las prácticas académicas. Hoy, los materiales odontológicos son de alto costo y de difícil adquisición. «Hay carreras técnicas de medicina que ni siquiera cuentan con sede propia. Es triste, el cierre técnico de la universidad se va a dar porque ya no encontramos solución», concluyó Dorta.
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