La cruda realidad aplastó el discurso oficialista
Las declaraciones del vicepresidente Aristóbulo Istúriz asegurando que en 6 meses ¨le torcerán el cuello a la Guerra Económica¨, son sólo un preámbulo de un día tormentoso dirigido por la crisis venezolana. Crisis que para muchos es la peor de toda su historia contemporánea e inclusive republicana.
Escuchar las promesas del vicepresidente es recordar al ex ministro de Petróleo y Minería, Rafael Ramírez prometiendo ¨pulverizar el dólar paralelo¨. Dólar que por cierto, rige actualmente la economía venezolana. Estas declaraciones terminan representando una promesa más de las tantas que han hecho y no han cumplido. Promesas que parecieran una luz al final del túnel que nunca se logra alcanzar entre tanta oscuridad
Pero al otro lado del mundo maravilloso que representa el discurso oficial, se encuentran las víctimas de la cruda realidad. Víctimas representadas en trabajadores luchando contra el bajo poder adquisitivo de su salario, en madres venezolanas buscando que sus hijos coman al menos 3 veces al día ante tanta escasez (aunque para el vicepresidente de planificación y conocimiento, Ricardo Menéndez el ¨94% de los venezolanos comen 3 veces o más al día¨), en venezolanos que lloran la pérdida de un familiar víctima del hampa, en niños enfermos que luchan por su vida rodeados de tanta muerte por falta de medicamentos…
Al otro lado de las mentiras y el cinismo del discurso oficial, se encuentra una cruda realidad que aplasta como avalancha cualquier declaración del discurso oficial. Hay una realidad inocultable, existe un país víctima de 17 años de chavismo, un modelo populista que prevaleció por los exorbitantes precios del barril del petróleo.
Y como consecuencia de la política intervencionista, están los que sacan provecho de la necesidad y del hambre. A estas alturas, se ha pervertido cualquier valor de una sociedad y hemos llegado a la bajeza de las bajezas. El mundo de la especulación y bachaqueo termina siendo el ¨emprendimiento¨ más rentable para muchos. Todo lo que tenemos en la oferta, está regido por un mercado paralelo.
Con este panorama, declaraciones como las del vicepresidente Aristobulo Istúriz, y con la militarización del sector alimentos, el discurso oficial termina siendo un chiste de mal gusto. Quizás, Istúriz cuando habla de acabar con la Guerra Económica, se refiere a erradicarla del discurso para la búsqueda de una mentira más ¨decente¨ ante el fracaso mediático de semejante ¨guerra¨ (según Datanalisis ¨71.8% de la población no cree en la guerra cconómica¨) O quizás, sólo quizás, en esta ocasión ya no mientan y empiezan aceptar gran parte de su responsabilidad en la debacle que vive el país. ¡JA, sí Luis!
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