Sergio Méndez toca música y transmite cultura
El arte es todo: Un saxofonista a prueba de crisis y calle
El metro y las calles de Caracas son su escenario. La cultura y pasión por obsequiar su don musical su motivación. Algunos lo llaman “el saxofonista de Dios”, es Sergio Méndez, un rebelde y luchador. Un artista de la vieja escuela: enamorado de la vida, curioso de todo aun a sus casi 72.
“Me corrieron del metro, tú sabes, ‘la autoridad ‘, los policías. De forma muy educada, porque no te voy a decir que no, pero me corren por regalar un poquito de mi música a la gente, de este don que me dio Dios.”
Es la respuesta que exclama el señor Sergio, entre reclamo y decepción, en nuestro encuentro a las afueras de la estación Chacao del Metro de Caracas. Le ofrezco un café, sin mucha azúcar por la situación, él conversa sin grandes reservas.
-¿Me permite realizarle una entrevista?
-Cómo no, tú me dices en dónde me pongo. Es amable, accede aun después de la engorrosa situación vivida con la autoridad.
Usted debe haberlo visto, o al menos escuchado mientras recorría de polo a polo a Caracas en el subterráneo. Él es esa melodía que se cola en el estrés de los caraqueños y que fácilmente los traslada a un lugar agradable con café o vino, sentados, mientras disfrutan del arte que emite su saxofón.
Guayoyo en Letras: ¿Desde hace cuánto tiempo hace música?
Sergio Méndez: Cuando tenía 36 años comencé a estudiar música, quizá fue cinco años después tuve mi primer saxofón. Aunque siempre estuve rodeado de la música, yo soy de Barlovento y allá fue en donde se despertó mi sentido por ella.
Es un moreno alto y delgado. Su sonrisa, casi tan vigorosa como el sonido de su saxo. Proviene de la tierra del cacao, barloventeño de cepa, se crió entre haciendas, hamacas, conucos y tambor. Toma su tiempo para responder, explica a detalle cada tema, no necesita correr. El cuento de su vida está por comenzar.
“Yo lo que trato de hacer es regalarle un poco de felicidad a la gente, pero a veces entre tantas personas, vendedores y ruidos, uno se convierte en parte del problema y no de la solución”, Explica. 11 años transcurrieron desde que comenzó a tocar en las calles. No se nota, lo hace como si fuese el primer día, toca con emoción.
G.L.: Además de sus presentaciones urbanas, ¿Qué hace para vivir?
S.M.: Doy clases de saxofón, en cualquier parte, en la Universidad Central de Venezuela, en alguna plaza. Yo doy clases a principiantes y a avanzados también. Asisto a eventos, toco en bodas, fiestas, cualquier ocasión. Y bueno, a veces hago tigritos, que si buscar mercancías, que si mangos, que si esto que si lo otro.
El arte estuvo tras las rejas
Sergio Méndez carga su instrumento y no se separa de él, es su pasión, es su sustento, es su instrumento para transmitir emoción. Es uno solo con su saxo en la calle. No siempre fue así, la calle fue un privilegio imposible por un tiempo para el músico, estuvo preso por muchos años, conoció el mundo paralelo que existe en su nación.
G.L.: ¿Cuánto tiempo y por qué estuvo privado de su libertad?
S.M.: No te vayas a asustar, -me dice. Pero a mí lo que me asusta es la gente que no valora su trabajo.- estuve encerrado 23 años y cinco meses, la primera vez por hurto; cosas de chamo. La segunda por antecedentes y por andar entre los que tenían líos en la universidad.
Sergio es egresado de la UCV, estudió primero cine, y después de darse cuenta de que no era el camino que quería seguir, se cambió a gestión sociocultural. Lee, lee mucho. Es un océano de conocimientos, es una fuente cultural desaparovechada para la formación de la sociedad. Le gusta perseverar por sus ideas, cuando estuvo privado de libertad formó parte de quienes lucharon por insertar la cultura, la educación y el teatro en el mundo penitenciario.
De sus días tras las rejas tiene incontables recuerdos, momentos, aprendizajes y dejó muchas enseñanzas: aprovechó su tiempo para aprender matemáticas, literatura, idiomas modernos, hasta coleccionó los suplementos culturales del Últimas Noticias. (Los que recomendaba a sus compañeros para que no “anduvieran en malos pasos”).
G.L.: ¿Cómo es la reacción de la gente ante su música?
S.M.: Algunos son muy buenas vibras, me felicitan, ¡incluso me abrazan! Claro, hay otros que no se detienen a escuchar lo que hago, o hasta se incomodan.
Antes la receptividad de la gente era grandiosa, claro que sí, se escuchaba el choque de las monedas (cuando las monedas valían y se utilizaban), que la gente lanzaba al oírme. Eso me daba para vivir.
Méndez romántico y salsero
No solo es un enamorado de lo clásico, de las artes, de los grandes poetas. Es un admirador de la salsa brava y los ritmos latinos: “Yo viví en San Agustín, compartí con grandes salseros que iban al barrio.”
Sergio confiesa ser un galán en las fiestas y eventos en donde toca, admite orgulloso que las invitadas lo buscan para bailar. “Yo quiero bailar con el negro”, rememora entre risas. De joven aprovechó y sudó todas las salsas bravas, ahora disfruta de un buen chachachá o bolero.
“Según tuve un hijo, pero nunca me casé, aunque tuve muchos amores bellos. Sí conocí lo bonito del amor.”
El artista relató una historia que lo marcó, una dominicana atrapó su corazón, aunque no sería por mucho tiempo. Como un buen bolero de esos que le gusta bailar, fue aquel amor. Ella vino a Venezuela antes de lograr el sueño Americano, floreció su romance y luego ella tuvo que irse. “Yo le dije que se fuera, el amor es dejar libre al ser amado. Y nunca más nos vimos…” Él perdió a su amor, pero la tuvo porque Venezuela era entonces un país de oportunidades, muchos pierden el amor ahora porque no encuentran cabida ni oportunidad en ese mismo país que los vio separarse.
Un artista en crisis
“Para tocar bien hay que alimentarse, ya mi se me pasó la hora de la comida y por eso me cuesta un poco.” Come poco, a veces pan con queso, a veces pan con mortadela.
Orgulloso barloventeño y contento ucevista, Sergio Méndez es un artista entregado a las calles, a la lucha desde el arte y lo urbano. A la sociedad culta que se empeña en formar una sonata a la vez. Ha visto a la sociedad desde diferentes ángulos, vive entre pensiones y lo que su trabajo y la crisis, que reconoce y critica, le dejan comer. Es un venezolano común, que quiere contribuir a cambiarlo todo con su saxofón.
No se escapa de la realidad, sufre de Artrosis severa. Tomaría Diclofenac Y VitaminaB12, si la encontrara. Asiste a eventos de todo tipo y este es su contacto: Sergiomendezsax@gmail.com está en Facebook como Sergio Méndez.
De punta en blanco, arreglado cual si se tratase de los años de la caballerosidad y la galantería, regala parte de su arte; así se despide, después de haber recitado un par de poemas y contado una vida.
Vídeo: https://www.facebook.com/nakary.molina/videos/vb.1477269311/10210264950328311/?type=2&theater
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