Casa por cárcel
El título de mi artículo puede confundirlos, no voy a escribir de los presos políticos, voy a realizar una reflexión de nosotros los venezolanos que aún en “libertad” hemos decidido tener la casa por cárcel. Trataré de analizar alguno de los factores que considero importantes desde el punto de vista social pero sobre todo psicológico ya que esa es mi profesión, psicólogo clínico. Iniciaré por tanto la reflexión con una variable de muchísimo peso, la inseguridad. Los que habitamos en Venezuela sabemos lo que esta variable significa, y ya a nivel internacional, ocupamos uno de los primeros puestos como el país de mayor riesgo. Hemos cambiado nuestras costumbres, evitamos salir de noche, nuestros hijos adultos jóvenes y/o adolescentes se reúnen en las casas de los amigos, evadiendo así que los padres entremos en pánico si van a salir. Y esto se resume en miedo, tenemos miedo que puedan ser secuestrados o atracados. Miedo real porque las noticias diarias más la impunidad reinante en Venezuela hace que esta emoción SIEMPRE esté presente. El Diccionario de la Real Academia Española define miedo como:» Sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario. Sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea.” Y este sentimiento real y constante a su vez nos lleva a que en casa estamos seguros por lo tanto no salgo y a la vez lo transmito a mis hijos que crecen con temor, un temor instaurado por mi y el entorno nefasto que tienen como patria. No culpabilizo a los padres por proteger a sus hijos, yo lo hago, pero nuestros jóvenes no tienen la vida de adolescente que se merecen y no tendrán las oportunidades a nivel social que tuvimos nosotros.
Falta de alimentos es la segunda variable que hace que los venezolanos decidan que su hogar es la cárcel en la que prefieren permanecer. ¿Cómo? Ante la cantidad de inconvenientes que significa adquirir los alimentos, el costo astronómico de los mismos, los bachaqueros y afines, ¡claro que prefiero quedarme en mi casa para escapar! La conducta de escape es un procedimiento básico del condicionamiento instrumental. Este procedimiento es un caso particular de reforzamiento negativo, junto con la conducta de evitación. En las nociones de escape, se aprende a dar una respuesta con la intención de poner fin a un estímulo aversivo. Me quedo en casa y no veo, no vivo, lo que me desagrada. Salgo sólo para lo estrictamente necesario.
El stress, es la tercera variable, y se preguntarán ¿cómo el stress hace que me encierre? Fácil de explicar y duro de aceptar; cuando estamos seis horas en cola para comprar con la cédula el kilo de harina de maíz que me “permiten” adquirir, cuando contamos el bolívar para llegar a fin de mes, cuando no consigo la medicina que necesito para el tratamiento, cuando mi hijo me pregunta si puede repetir porque quedó con hambre y no hay más comida, cuando escucho decir a los personeros del gobierno que todo es culpa de la cuarta república, cuando lloro porque otro niño murió de hambre y lo veo en las noticias……entonces el stress es la respuesta que da nuestro cuerpo ante diversas situaciones que provocan tensión suficiente como para considerarlas una amenaza y ante la amenaza el lugar más seguro es mi casa y allí prefiero quedarme.
Seguramente hay muchísimas otras variables que podía colocar que hacen que usted tenga casa por cárcel…. Pero no puedo finalizar el articulo sin estar convencida que nosotros tenemos en nuestras manos la llave de la LIBERTAD, libertad emocional que me permitirá salir de la queja y dar pasos hacia el cambio, pasos hacia la Venezuela que merecemos y podemos reconstruir con optimismo y mucho esfuerzo pero seguros que los barrotes emocionales serán derribados con trabajo honesto, mostrándole a esta generación de jóvenes que sólo han escuchado y vivido en una “revolución fracasada” que es factible progresar sin cobrar comisiones, revender las medicinas o robarle al vecino. Que Venezuela tiene gente talentosa que se quedó para impulsar el cambio y el regreso de muchos que se fueron porque no podían vivir en esa cárcel llamada casa.
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