Todo o nada
El CNE había mostrado sus cartas. Ayer se bajó completo.
Esto es todo lo que tienen. No es poca cosa.
Se les ha dejado correr mucho con sus trampas, y aunque cada vez la apuesta es más alta, ellos, basados en reglas de garito, han impuesto la premisa de que aunque parezca que la casa pierde y se ríe, al final, se terminan saliendo con la suya.
Sin embargo, los factores democráticos del país solo han asomado un poco lo que traen bajo la manga. La cautela ha sido el principal activo –infravalorado, habría que decirlo.
Dos movimientos estratégicos: 6 de diciembre de 2015 y 1 de septiembre de 2016, sirvieron para desajustar todo el engranaje del poderío del poder. Aunque en el país se han sembrado dudas, porque argumentaciones sobran, la verdad sustantiva indica que la mayoría se ejerce, y en este caso, el póker de ases todavía no se ha puesto sobre la mesa.
El país y su futuro no pueden ser nunca más un juego de tahúres.
Desde la Mesa de la Unidad Democrática se ha advertido al país, con insuficiente cobertura mediática, que se prepara una respuesta clara y contundente, desde una perspectiva unitaria, para acabar con la ilegalidad, con la inconstitucionalidad y aun tiempo, para hacer valer la mayoría que somos.
Se ha apelado al aval de los incontestables éxitos de diciembre pasado con las elecciones parlamentarias y del septiembre reciente con la manifestación de calle más grande que se haya hecho.
El aval es propicio, aunque la desesperanza por el zarpazo cunda entre los demócratas de convicciones frágiles, más proclives a dejarse llevar por analistas de desempeño apocalíptico circunstancial, que por la innegable realidad estructural.
Así las cosas, los minutos son valiosos. La táctica del prudente silencio –solicitado por la vocería de la MUD a los referentes políticos- no debe se extendida y muy pronto debe ser cambiada, por una prudente y oportuna vocería con un mensaje claro –clarísimo- vinculado directamente al ejercicio de la mayoría y su imposición social y política para que se cumpla con las demandas del país, en materia constitucional.
Esta es la hora de las definiciones. Los referentes políticos han de convertirse en los inspiradores de un país decidido a cambiar. Cada uno por su lado no puede. Solos, por muy brillantes que parezcan las ideas, no se puede.
La respuesta debe ser, tiene que ser, unitaria, con la capacidad para convocarnos a todos. Tiene que ser absolutamente incluyente, sin ápice de duda –ni con los más rebuscados argumentos- y debe contar por convicción, con el apoyo de esta mayoría que hoy –aun sabiéndose como tal- luce cabizbaja.
Horas. Han dicho horas, para anunciar una presencia unitaria, de inspiración, de validación cierta de que la razón –y la pasión- nos asiste.
La decisión, la definición, la convicción está de este lado. Y un país fortalecido por el paso y el peso de los años, está atento a ese mapa de ruta que se ha ofrecido.
Cuanta menos dilación mejor. Los minutos cuentan, y en el garito mayor –con sus cartas marcadas- saben que lo que viene, inexorablemente es subir la apuesta de verdad, al todo o nada.
@incisos
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