El NO que será SI

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Voy a abrir con una anécdota que deriva de mi participación como observador internacional en el proceso colombiano que se materializó, más no concluyó, con el plebiscito del 2 de octubre. Estaba verificando el cierre de las mesas que en forma uniforme se produjo a las 4 pm. En 15 minutos había finalizado el conteo y se levantaban las actas. Fue así que me indicaron los funcionarios que me acompañaban que podíamos salir a CORFERIAS, ubicada en la Carrera 37 N° 24 – 67, ya que ahí se produciría la totalización nacional en presencia del Registrador Nacional y los miembros del cuerpo electoral. En el trayecto de media hora fueron leídos 21 boletines y al bajarme del vehículo el “NO” se había impuesto.

Otra anécdota que refleja mucho del proceso. La primera reunión que sostuvimos fue en el Hotel Capital con Alexander Vega Rocha – Presidente del Consejo Nacional Electoral – y Juan Carlos Galindo Vácha – Registrador Nacional del Estado Civil -. Después de una interesante presentación, en la que afirmó que tenían previsto entregar los resultados una hora después del cierre de las mesas, nos dieron la palabra a los observadores internacionales. Aunque a un veedor no corresponde pronunciarse a favor o en contra de las propuestas era evidente que la casi totalidad de los invitados internacionales estaba apoyando el “SI”. Además, el comentario general era que todas las encuestas daban al “SI” como victorioso en proporción variable entre 70%-30% y 60%-40%. La mayoría de las preguntas eran de carácter técnico pero ninguna se refería a un comentario de Vega Rocha sobre una alta participación en el proceso, mayor al histórico comportamiento electoral colombiano que reflejaba una alta abstención.

En ese contexto me atreví a intervenir. Simplemente interrogué: ¿Está preparado el cuerpo electoral para una situación en la que se de un resultado cerrado? Inclusive comenté que esta no era una elección normal sino que involucraba un proyecto nacional y, ciertamente me equivoqué, afirmé que la pregunta me parecía engañosa. Agregué que podía considerarse que los que muchos de los que se abstendrían podían resistirse a votar por el “NO” porque podía entenderse como un si a la guerra. El Presidente del Consejo Nacional Electoral me respondió con la tipica amabilidad cachaca que no habría retardo en ningún escenario y que la abstención no era problema porque el umbral de participación era del 13% del padrón electoral, para legitimar el triunfo del “SI”, dando como un hecho el resultado.El escenario que se planteó ante la observación electoral en el «remoto supuesto» de la derrota del “Si” fue la renegociación de los acuerdos.

Pero inmediatamente intervino Francisco Rosales, Presidente de la Corte Constitucional de Nicaragua, el mismo que fue actor fundamental en la inhabilitación de los diputados de la oposición nicaraguense y de otras decisiones al mejor estilo venezolano, para objetar mi intervención con el argumento  que el proceso de Paz “era un proyecto político del ciudadano Presidente Santos” y que la abstención no era lo relevante. Me sentí tentado a contestarle que precisamente ese era el problema, el desinterés o rechazo a la propuesta presidencial, pero preferí pasar agachado al mejor estilo carupanero.

Si tengo que concluir en algo este breve análisis es que me “sorprende” la “sorpresa” con la que la clase política colombiana recibió el resultado.Vi a un Horacio Zerpa decir “no entiendo al pueblo colombiano” y a la Canciller afirmar “nosotros no teniamos plan B”. Pero la mayoría entendió el mensaje y se expresaba en términos de conciliación. Estoy convencido de que sí el «Si» se hubiera impuesto en Colombia numerosos sectores hubieran quedado excluidos, al tiempo que Santos y las FARC se manifestarían ensoberbecidos. Pero no fue así. Santos se dirigió al país a las 7 pm con firmeza, en tres minutos en que ninguna palabra sobró. Lo primero que dijo fue que garantizaba la estabilidad del Gobierno despejando la posibilidad de una renuncia. Reconoció la victoria, indicó que el cese de hostilidades se mantenía y finalizó manifestando su voluntad de convocar a todos los sectores.

No puedo dejar de expresar como constitucionalista que ese concepto de “Justicia Transicional” que expresaban los acuerdos, rechazados por el pueblo colombiano, relativizaban a la Justicia como valor y no eran garantía de finalización del conflicto, tampoco de reparación integral a las víctimas. Peor aun, en la reunión que sostuvimos con Humberto de la Calle – Ex Vicepresidente, Jefe del Equipo negociador por parte del Gobierno de Colombia – y Sergio Jaramillo Caro – Alto Comisionado para la paz –fueron anunciadas reformas profundas en lo social y político vinculándolas plenamente con los acuerdos. Y hay que indicar aquí que las FARC no son los motivadores de esas reformas. Al contrario, han sido el ancla para el desarrollo de Colombia.

Pero la realidad política se impone. El único partido que apoyó el “NO” fue el de Alvaro Uribe todos los otros se registraron como defensores del “SI”. Importantes sectores del Uribismo plantearon en privado que el resultado del domingo ha debido provocar la renuncia de Santos. Pero el líder de la oposición aceptó reunirse en aras de un Acuerdo Nacional. Sin embargo, presencié cuando le dijo a sus asesores más cercanos que no iría a la reunión a «sacarse la foto». Ejemplificó con la manipulación que hizo el Gobierno con la participación de Andrés Pastrana.

Los venezolanos debemos entender que nuestro proceso es muy distinto pero tiene como coincidencia la necesidad de un dialogo real, sin condiciones; y la necesidad de un gran acuerdo nacional. Esto sin dejar de reconocer que la estocada final contra el “SI” la resumieron los proponentes del “NO” en una frase: «Véanse en el espejo de Venezuela». El “NO” es el comienzo del “SI” colombiano. Por eso afirmo que es falso el Graffity que leí cerca del Aeropuerto de El Dorado: «Vote si o vote no, recuerde que usted es un perdedor…»La realidad es que ahora si se abre un proceso de reconciliación nacional y no un simple “proyecto político del ciudadano Presidente Santos”.

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