Crónica: Travesía de un venezolano para realizar un trámite legal
La siguiente crónica está recreada con sucesos reales
Dadas las condiciones económicas, sociales y políticas que atraviesa Venezuela, es un suplicio gestionar los trámites solicitados para realizar cualquier procedimiento, convirtiéndose en una faena tediosa, pero necesaria.
Según cifras extraoficiales, se estima que durante el primer semestre del 2016 más de 2 millones de venezolanos emigraron al exterior, lo que representa el 7% de la población actual. Entre las principales razones por las cuales los ciudadanos emigran están: la inseguridad, por el miedo al robo o a morir en manos de la delincuencia y la tortura diaria que implica realizar cualquier proceso legal.
***
Son casi las 4:00 de la mañana cuando suena la alarma del despertador de Cesar. Rápidamente, se levanta, va al baño, se cepilla y se da un buen baño de agua fría para despertarse y permanecer activo. Hoy debe dirigirse al Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME), a tramitar su cédula de identidad, pues hace una semana, lo despojaron de su billetera, con sus tarjetas de crédito, débito y demás pertenencias.
Al salir de su casa, todo permanece en silencio y penumbra, revisa su reloj y visualiza las 5:00 de la mañana y piensa – “Menos mal es temprano, sino salgo ahorita no llego”. Espera el jeep que lo traslada hasta el municipio Baruta, luego aborda la unidad de transporte público que lo lleva hasta Parque Central. Se baja sigiloso y un poco desorientado, espera que el semáforo cambie a rojo, cruza la calle y se adentra en la Av. Lecuna, mientras medita –“Dios mío, protégeme de cualquier choro o maleante que quiera hacerme daño”. Adquiere valor y camina rápidamente.
Todo permanece en soledad, el repugnante olor a orine y desechos de basura, predominan en el lugar, recorre los pasillos que lo conducen hasta la sede del SAIME de Parque central, llega hasta la entrada son las 6:00 en punto y le pregunta al vigilante – “Buenos días señor, ¿están cedulando hoy?” a lo que le contesta-“Mira pana, ahorita sólo cedulan en La Hoyada y Nuevo Circo, llégate hasta allá para ver”. Cesar se sulfura internamente y contesta– “está bien, gracias”.
Cesar se regresa y camina hasta llegar a la estación del Metro de Parque Central, se baja en la estación Nuevo Circo, sube las escaleras mecánicas y observa la sede del SAIME, de lejos visualiza una cola de unas 20 personas. Sin embargo, las puertas permanecen cerradas aún. Se coloca al final de la cola y amablemente le pregunta a una señora de cabello oscuro y unos 45 años –“Buenos días señora, sabrá si sacan cédula hoy”. Ella le contesta –“No sé, llevo media hora aquí y abren a las 8 de la mañana, toca esperar”. Cesar piensa impacientemente:– “que va, yo no estoy para esperar”.
Entonces recuerda las recomendaciones que le dio su mamá antes de salir de casa –“mi mamá me dijo que en La Hoyada es más rápido, mejor me voy para allá”. Se dirige hasta la estación del Metro, llega hasta La Hoyada, sube hasta el segundo piso y se coloca en la cola, hay unas 60 personas por delante, le pregunta a la última de la fila, una muchacha de unos 20 años – “Hola, disculpa ¿sabrás si aquí realizan rápido el proceso de cedulación?” ella le contesta– “mira de verdad que no sé, estoy en las mismas que tú”–“vale, gracias”, responde Cesar.
Espera durante media hora, hasta que a las 7:30 de la mañana llegan dos funcionarios del SAIME, que dicen –“Buenos días señores, se les notifica que hoy sólo se gestiona la cédula, pero no se entrega porque no hay material y hay fallas en el sistema”. Inmediatamente, un señor de unos 60 años corre hasta el inicio de la cola y les grita – “Bien bello pues, tienen sistema para sacarla, pero no para entregarla, ¡ARTIMAÑAS DE ESTE RÉGIMEN!”.
Uno de los funcionarios le dice – “Señor no es culpa nuestra, las fallas están desde la semana pasada”. Él les responde –“Sí como no, que casualidad, en Cuba las sacan más rápido que aquí”. Cansada de las impertinencias del señor la funcionaria le dice – “Bueno váyase a Cuba y la saca allá”. El señor permanece quieto, mientras cesar piensa –“De paso que he recorrido toda Caracas hoy, me toca calarme esta vaina”. La gente se aglomera en un cúmulo alrededor de los empleados del SAIME, les gritan, hacen preguntas, es un desbarajuste total y en consigna gritan –“¡OTRA VEZ LA MISMA VAINA!”. De nuevo el señor vuelve a gritar– ¡No pueden quitarme mi derecho a la identificación! ¡CARLOS LARA, es mi nombre, no tengo miedo, escríbanlo donde quieran!”.
Los trabajadores del SAIME se retiran molestos y tiran la puerta, a los 10 minutos llega un grupo de colectivos y sacan al señor de la estación del Metro. Los funcionarios permanecen encerrados durante 45 minutos más, a las 8:30 am se dignan a empezar a atender. Cesar está frenético por toda la travesía que ha tenido que pasar para tramitar una cédula, y evidencia el pésimo servicio que ofrece ese organismo.
A las 9:00 de la mañana le toca el turno a Cesar, le toman los datos, la huella dactilar y la respectiva fotografía. La funcionaria le dice –“Puedes pasar la semana que viene a ver si está lista”. Cesar pregunta –“¿no tienes idea de más o menos cuando esté lista?” ella le responde –“No sé chico, ¡SIGUIENTE!”. Molesto, sale de ahí y recuerda que el suplicio no ha terminado, ahora debe tramitar la emisión de sus tarjetas de débito y crédito en las diferentes entidades bancarias.
Luego de trasladarse a la Torre principal del Banco Mercantil en la Av. Andrés Bello, logra obtener los plásticos de sus tarjetas de crédito, para lo que debió esperar dos horas. Posteriormente, Cesar llega al Centro Comercial Sambil en Chacao. Entra al Banco de Venezuela y Bicentenario y en ambos le dicen – “Lo lamento, pero sin cédula no gestionamos nada” a lo que él contesta: “¡Sí estoy consciente de eso, pero me robaron y no he podido sacar la cédula, lo más lógico es que con el pasaporte que también es un documento legal pueda hacerlo!”. A lo que ella le indica – “El pasaporte no se usa para estos casos, en Venezuela circula la cédula, no el pasaporte”.
Cesar está molesto, decepcionado e impotente ante tantos impedimentos innecesarios, en su último intento, va a Movistar a recuperar la línea de su celular y comprar un nuevo SIM, pero el operador le dice – “Mire caballero, lo siento, pero sin la cédula es negativo el procedimiento”. – “¡OK, gracias!”, responde Cesar furioso. Definitivamente, hoy su país le recuerda lo complicado que es realizar un trámite legal.
- El proceso realizado por la Sundde no favorece ningún sector
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