Dos flores para el ocaso
Nota: Esta crónica es la segunda entrega de “Ana y Norma”, si aún no has leído el principio de la historia puedes hacerlo aquí
Contemplaba a una niña desde la distancia, al acercarme emerge de mi garganta un grito mudo y sorpresivo: ¡se trata de mí! la antigua Ana, risueña, vivaracha y rodeada de amigos, mirarla es recordar un pasado en el que solía ser divertida e incluso ingeniosa es verdad, pero también despreocupada y superficial. He madurado pero aun así confieso que me gustaría volver a ser ella un par de noches a la semana.
El resto de sus sueños estaban reservados para Peter, ¡oh el nombre de él en su mente antes de cerrar los ojos y al levantarse!
Dos familias, cinco adultos que discutían por el más leve motivo, una hermana mayor que no siempre la comprendía. Regaños y censura venían de todas partes, era allí cuando ella huía al desván, donde dormía el chico que compartía su cautiverio.
_ Cuando te veía en la escuela siempre estabas rodeada de gente- era él quien hablaba, con su voz pausada y tímida.
Parece que han pasado años desde que llegamos aquí- sus voces coinciden al expresar aquel sentimiento común.
Entonces me parecías demasiado aburrido- confesó la chica.
y tú a mí una bulliciosa- contraatacó Peter
Así transcurrían los días en medio de una agradable complicidad, a veces compartida con su hermana Margot: Risas y miradas furtivas entre ella y Peter Van Pells, opacado solo por la duda acompañada de sentimientos contradictorios a su alrededor como una sombra: ¡quiero estar con él todo el tiempo!, pensaba contrariada mientras pelaba patatas o dejaba sus deberes a medio hacer: “temo tanto molestarlo Kitty”, confesaba a su diario.
Con frecuencia hablaban en el desván sentados sobre los duros y polvorientos baúles pero disfrutando de la compañía del otro.
– Me has ayudado con tu alegría- le aseguró Peter un día, en medio de una conversación sobre las discusiones y el comportamiento odioso de los mayores.
Él tenía casi 18 y ella aún no había cumplido los 15, edades de hormonas revolucionadas y una curiosidad que se reflejaba en sus tertulias:
_ ¿Has visto a una chica de verdad?- quiso saber Ana un día, pensando en su propio cuerpo desnudo y floreciente, con los varones parece más sencillo, -reflexionó la chica.
Sonrojado hasta las orejas, Peter prometió explicarle todo lo referente al cuerpo masculino si ella hacía otro tanto…
Que no era conveniente para una señorita, permanecer tanto tiempo a solas con un caballero, ¿qué era aquello de lo que tanto hablaban? consejos e intromisiones por parte de su madre, que ella respondía con duras miradas “¿estás realmente enamorada de Peter?” la pregunta constante en labios de su hermana, evasivas por toda respuesta. “Tendrán que casarse aquí si la guerra no acaba pronto” tomaduras de pelo generalizadas y el tono severo de su padre al decirle: te estás retrasando con tus estudios”
Frustración, desesperanza y preguntas infinitas: ¿se acabaría la guerra? ¿Saldría algún día? ¿servirá de algo volver al colegio después de atrasarse dos años?, la comida era mala, y la convivencia difícil. Los consejos maternos no la ayudaban: ¿de que servía pensar en todo el mal del mundo cuando ahora era ella quien se sentía miserable? En esos momentos su único escape era subir al desván, para aislarse en compañía de Peter.
Una noche, sentados sobre los acostumbrados baúles estaban más cerca el uno del otro, él sostenía mechones de su pelo entre los dedos, y ella podía sentir su respiración. El muchacho la atrajo hacia sí y la animó a recostarse sobre su pecho.
Ana podía oír los acompasados latidos de su corazón, cuando Peter dudoso toma el rostro de ella en sus manos y lo conduce vacilante hacia el suyo, quedando sus labios unidos por un beso torpe.
En ocasiones acostada en la oscuridad de la habitación sentía la necesidad de palpar su cuerpo, los cambios que experimentaba ahora no solo eran físicos, podía sentirlo en cada uno de sus pensamientos y preocupaciones, rezaba esforzándose por concentrarse en la belleza, y los pequeños detalles afortunados: el escondite, la compañía de Peter, su familia…
Por eso debía estudiar para no ser una ignorante, convertirse en escritora o periodista era su sueño, si no lo lograba siempre podría escribir para sí misma, expresarse y plasmar en letras y tinta sus opiniones, preocupaciones y deseos.
Hojeando su diario, se dio cuenta que los trazos eran más oscuros e irregulares cuando se refería a su madre, no la despreciaba pero ninguna de las dos conseguía entender a la otra. Edith era débil y blandengue de carácter, ella no podía acallar sus opiniones, de cara al futuro Ana no anhelaba la vida doméstica de su madre o de la sra Van Pells, por eso su empeño en ser escritora:quería vivir muchos años luego de haber muerto.
Con lágrimas silenciosas Marilyn Monroe lloraba su pérdida, no era la primera, se aplicó desmaquillante para borrar el rímel corrido, había tomado su reciente aborto como una señal de que no estaba destinada a la maternidad: ¿qué clase de madre sería ella que tuvo una infancia tan problemática?
Se instaló de nuevo frente al tocador y de uno de los cajones extrajo un gran álbum forrado en piel. Sonrió como quien sabe que tiene entre las manos los vestigios de su propia gloria, abrió el volumen y se contempló espléndida ante el sol de verano, bañadores y vestidos ceñidos a su esbelta figura en montones de fotografías publicitarias.
Infinidad de posters en lo que se retrataba su sonrisa de marfil y guiñaba el ojo con descaro.. ¡oh mira! la tentación vive arriba, el recorte de aquella revista la trasladó a la calle 51 de la avenida Lexington en Manhattan, que recorrió con calma y gracilidad, cuando inesperadamente, cual “gaiser urbano” ráfagas de aire caliente emanan de la rejilla de ventilación y ¡Voila!, su vestido se mueve en una espiral ascendente mientras ella hace lo que puede por cubrirse…
Ese instante de exhibicionismo acabó con su segundo matrimonio: el bueno de Joe, su único defecto era ser demasiado celoso…
Se deleitan con sus duelos pero yo prefiero un hombre
que viva bien y regale lujosas joyas
Aquella sentencia precede la obertura in crescendo, se acopla al ritmo de la canción: toda ella potencia y sensualidad, con una veintena de hombres moviéndose a su alrededor.
Los hombres se vuelven fríos y las mujeres viejas,
todos perdemos encanto al final:
talladas en ángulo o en bisel
estas piedras nunca pierden su forma:
¡Los diamantes son el mejor amigo de una mujer!
exclama y levanta los brazos con sendos brazaletes refulgentes y la gargantilla en el cuello parecen reafirmar aquella estrofa.
Baila provocadora en el centro del círculo de caballeros trajeados que le ofrecían joyas fabulosas: ¿ellos realmente preferían a las rubias?
Aparta el álbum y toma un cuaderno: su diario, recorriendo unas cuantas páginas viajó hasta su pasado. Gladys estaba internada en un hospital psiquiátrico, durante toda su infancia y juventud el recuerdo de su madre fue el de una mujer inestable, que en ocasiones ni siquiera la reconocía cuando iba a verla: el abandono en su niñez y los frecuentes abusos que sufrió dentro de sus hogares sustitutos, eran temas que ella ahora en su vida adulta trataba con su terapista, esperaba que Greenson consiguiera frenar del todo su descenso hacia la locura: ¿acaso no eran los trastornos mentales males hereditarios? pensaba llena de ansiedad.
La identidad de su padre era todo un misterio: leyendo entre líneas las conversaciones con el loquero, comprendió que tal vez lo que buscaba en los hombres era la sustitución inconsciente de esa figura paterna que no había conocido. Desde aquel jovencito de pueblo con el que casó a los 18 años para evitar el orfanato, el patrón de sus maridos y acompañantes era siempre el mismo: poderosos y mayores que ella: Beisbolista, Dramaturgo, Presidente, alto funcionario del gobierno… a todos ellos había acudido en busca de protección, para acabar dejándolos y volviendo ella al principio del círculo.
La última era una foto recientemente, en Mayo de ese mismo año en el Madison Square Garden se organizó fiesta enorme para celebrar el cumpleaños de John Fitzgerald Kennedy.El mismísimo Jean Louis la vistió para la ocasión: Happy Birthday Mr President, Happy Birthday to you, entonó con su voz más seductora ante los 15.000 invitados. (Más tarde leería en la prensa rosa, que Jacqueline Kennedy la primera dama había decidido no asistir y ella era la razón) .
Fue su encuentro con el homenajeado y su hermano Robert, el instante capturado por el fotógrafo: ahí estaba ella, enfundada en pedrería, la ceñida tela color piel, dibujaba en transparencias las sinuosas curvas de su silueta, mientras ambos caballeros conversaban amablemente con ella.
Con la presión de su matrimonio y el yugo de la opinión pública sobre sus hombros, el presidente no tardó en abandonarla, Bobby en cambio estaba locamente enamorado de ella, cedió y se dejaron llevar ¿pretendía vengarse de su antiguo amante dejándose seducir por su hermano? esa era una interrogante que no podía responder.
El sonido de la estática pone fin a la emisión diaria de noticias, y las expectativas se instalan en lo habitantes de la casa de atrás, Ha habido un atentado contra Hitler ¡la guerra acabara! ¡pronto seremos libres!
la excitación y el optimismo bullían en el interior de Ana, ¡Tal vez en octubre esté de vuelta en las aulas!
Con un golpe seco Monroe deposita la copa y el frasco en su mesita de noche, todavía quedan unas gotas de champaña.. su dotación de pastillas también había menguado en comparación con esa mañana.
Acostada se entrega a somnolientas reflexiones, sin incorporarse completamente estira la mano presa de un impulso, se apodera del teléfono, giro con dificultad el disco para marcar el número.
Los sucesivos timbrazos a la espera de que alguien contestara la fueron introduciendo paulatinamente en el sueño.
El rojo intenso de una docena de rosas destaca sobre la blancura marmórea de aquella lápida: Marilyn Monroe 1926 1962, aunque se habían separado nunca dejó de quererla y admirarla como una gran mujer. Mientras vivió, Joe Di Maggio se aseguró que en el luga, donde descansaba su amada nunca faltarán las flores, la llenó de ellas aun después de su muerte del mismo modo en que sus admiradores se las obsequiaban en los estrenos y las arrojaban sobre el escenario.
En el Ámsterdam moderno, convertida en un museo se mantiene en pie, la Casa de Atrás, abierta a quienes quieran abrir una compuerta en el tiempo y trasladarse hasta el lugar que desde 1942 hasta 1944 se convirtió en el reducido universo de Ana y su familia.
Allí lo descrito en el diario se escapa de las páginas , aunque presenta un aspecto prolijo y restaurado aún se conservan muchos de los objetos originales. La colección de fotografías de celebridades, personajes históricos y arte que pertenecieron a la niña judía permanecen en las paredes de la que entonces era su habitación, del mismo modo que las marcas de estatura de Ana y Margot y muchos de los objetos personales de la familia.
A pesar de haber vivido en épocas y contextos distinto, es curioso el parecido que existe en la historia de Ana Frank y Marilyn Monroe. Ambas Nacidas en Junio, vivieron una juventud difícil, en la que muchas veces se sintieron presa del abandono y la soledad. Experimentaron una tumultuosa relación con la madre, y un intenso deseo de lograr trascender más allá de su existencia truncada el mismo día de agosto.
Igualmente Sombras de misterio y polémica envolvieron sus días no exentos de dificultades ¿Fue Monroe asesinada por los Kennedy? ¿Ana escribió realmente su diario? ¿o fue todo una treta por parte de su padre para infundir odio hacia los alemanes?
Eso nos toca decidirlo individualmente, después de todo cada historia tiene más de una versión
Más allá del drama, los excesos, les persecuciones y privaciones que acompañaron su estadía en este mundo, hoy recordamos con orgullo y optimismo, a la niña, que con opiniones firmes y un genuino don de la palabra ofreció un conmovedor y ameno testimonio sobre el exilio, y la discriminación: al mismo tiempo la nostalgia y la admiración acompañan al nombre de Marilyn Monroe, eternamente bella y deseada, una mujer inteligente y astuta que pese a las adversidades consiguió realizar la sus sueños de fama y reconocimiento.
Ana y Norma fueron dos flores que se abrieron y marchitaron en verano: una rosa, encarnada de belleza pasional y un girasol hambriento de luz y de vida, cuyo recuerdo se conserva hasta nuestro días: a través de las imágenes que inmortalizan para nosotros el cine, la fotografía e incluso la pintura. O en la fría solemnidad de los pétalos que se preservan del tiempo entre las páginas de un diario.