Un lugar llamado Lil Venice
Aquí seguimos, en nuestra querida Lil Venice. Un lugar situado al norte del sur de una galaxia muy, muy lejana. Descubierta hace miles de años por unos piratas estelares, cuyas tropas viajaban entre tres naves de contrabando. Forjada por nativos y foráneos, que ahora suman treinta millones de vidas. Un tesoro hecho planeta, rico en todo sentido.
Desierto, selva, nieve y volcán en un mismo punto del espacio. Como si Tatooine, Felucia, Hoth y Mustafar se hubieran fusionado para crear una tierra perfecta, llena de regalos naturales que podrían convertirla en una potencia, si se aprovecharan con tino. En ella, abunda una sustancia con la que en tiempos pasados, podían hacer combustible para casi toda la extinta República Galáctica, pero al igual que ésta, los sueños de desarrollo se han hecho polvo.
La fuerza tambalea en esta entidad. Jamás fue tan inestable. El lado oscuro ha hecho de nuestro terruño un sitio peligroso y sumergido en tinieblas. Muchos se han ido, otros no pueden ni intentarlo. Algunos le echan la culpa a amenazas fantasmas, entre ellas una mitológica guerra económica. Otros, aseguran que esto es obra del Imperio. Lo cierto, es que Lil Venice está al borde del abismo, y lo que sea que la destruye debe ser expulsado.
Al menos, el señor oscuro ya no está. Ese, que para muchos era el elegido y que terminó siendo manipulado por el anciano y malévolo lord de los Sith, se convirtió en aquello que debía evitar, dejando un legado de caos y hambruna.
Ahora, la Nueva Orden llegó para aferrarse al poder. Su líder se escuda en la imagen del antiguo líder imperial para persuadir, pero no es más que un ingenuo y temeroso actor. Los que de verdad preocupan son quienes lo respaldan, entre ellos, los Stormtroopers, que por nuestras calles andan de verde oliva. Todos cautelosos e insolentes, con temor a ser asfixiados por la fuerza y la ira de sus superiores.
Mientras ellos se preocupan por misiones de extracción, los cazarrecompensas causan estragos entre nosotros. Vándalos que roban y asesinan sin pudor. Que fueron tentados al lado oscuro por ambición y miedo a dañar a sus seres queridos. Para ellos, los blasters pasaron al olvido. Las ráfagas de luz que cauterizaban las heridas al instante, las cambiaron por armas que disparan balas de acero. Aquí, ver sangre derramada se ha vuelto común, lo que para el resto de la galaxia sería algo impensable.
Aun así, muchísimos continuamos del lado de la luz, tratando de sobrevivir. Buscándole valor a cualquier baratija oxidada para venderla y poder subsistir. Lidiando con estructuras y caminos mal hechos que parecieran diseñados por Galen Erso, con defectos y puntos de quiebre como la Estrella de la Muerte. Quizás, después de todo, haya alguien que piense en el bien, en nuestro futuro.
La fe no se ha perdido, pero cuesta mantenerla viva. No se ve una posible salida de tanto alboroto. El Senado ya no existe, y por ahora, la Alianza Rebelde no carbura. Lil Venice está totalmente desorientada.
Epílogo
Al igual que en la obra maestra de George Lucas, todavía no conocemos el final del recorrido. Aun así, la búsqueda de una nueva esperanza no cesará ni por mil guerras de clones. Sólo queda luchar, velar por ser uno con la fuerza y que ésta nos acompañe, siempre.
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