¿Libertad por un pedazo de pan?
“Nadie puede entregar su libertad a cambio de un pedazo de pan”, nos escribió Arturo Uslar Pietri, en “Pizarrón”, su columna de El Nacional, luego de asistir el Coloquio Internacional de Dirigentes Democráticos en Bogotá en 1967. No hay duda que el bien más preciado que puede tener un hombre en su libertad, es un bien absolutamente irrenunciable pero, también la igualdad se nos presenta como la más sentida de sus necesidades.
En nombre de ambas, de la libertad y la igualdad, se han cometido los más bajos crímenes y venganzas sociales más terribles de nuestra historia. Boves, el fundador de la barbarie en nuestras tierras, alzó su voz por las profundas desigualdades sociales que imperan en la época, sometiendo a toda una nación al terror más abominable. Luego Zamora, el caudillo amarillo bajo el lema “oligarcas temblad” y “tierras y hombres libres”, dio continuidad al despreciable aniquilamiento de toda la sociedad productiva de una nación que daba sus primeros pasos después de la guerra de independencia.
Luego de años de estabilidad social, política y económica, el inmenso tamaño y poder del Estado atrajo a esta nueva forma de barbarie política que poco a poco fue quitándose la máscara hasta llegar a este nefasto modelo que paraliza cualquier forma de desarrollo. El gobierno de Maduro se ha convertido en un símbolo de decadencia y barbarie que fulmina a la libertad y condena a la más terrible desigualdad. Salir de estos bochornosos tiempos será muy complejo pero, todo parte por trazar una auténtica ruta de desmarcaje de la demagogia y el absurdo populismo que termina por conculcar la libertad y estimular la desigualdad.
Uslar afirmó en el 67, una frase que tiene más vigencia que nunca “La libertad política con eficacia económica y social es el desafío ante el que se encuentra en esta hora, en nuestra América y en el mundo, el espíritu liberal”. Tomar esta consigna y ponerla en práctica en un nuevo Plan Nacional de Desarrollo que sustituya al demencial “Plan de la Patria”, es una clara ruta a seguir. El país urge por una ruta, la opinión pública sigue extraviada, sin rumbo y es necesario que le liderazgo nacional termine de ponerse los pantalones largos y hablar con claridad frente al país.
La libertad y la igualdad no son conceptos antagónicos, son absolutamente complementarios y dependientes el uno del otro. No podemos conseguir justicia social sino tenemos un sistema sólido de libertades y éste no será viable sino tiene a la justicia social como su principal motor. La única vía para conseguirlo es a través de la educación, el Estado debe volcar todo su esfuerzo para garantizar la preparación de los hombres y mujeres para la libre competencia, para que puedan desarrollar todo su potencial y creatividad en medio del siglo de la tecnología.
La educación de calidad, inserta en la realidad del siglo XXI, abierta a las constantes innovaciones de la ciencia, es la ruta central para todo un modelo de desarrollo. Alejarnos para siempre de la indebida intromisión del Estado sobre la economía, limitando sólo a muy precisas y excepcionales intervenciones como aquella que evita la formación de monopolios y oligopolios, dedicando la atención del sector público a generar oportunidades a través de la educación que disminuyan la desigualdad y con políticas asistencialistas sólo para aquellos sectores que lo requieran, es un cambio radical a esta penosa y cíclica realidad latinoamericana.
Estos cambios no pueden ser etéreos, sino muy aterrizados. Una sociedad libre que busque la justicia social debe esta conectada con una profunda transformación urbana. Las desigualdades sociales se producen por falta de la planificación adecuada del Estado en las ciudades, los planes de desarrollo urbano están limitados a las gavetas de los ministerios y a unos cuantos curiosos. De ese olvido emergió esta pesadilla que lleva 18 años y que todo indica que está por culminar. Es de idiotas pensar que haciendo lo mismo tendremos resultados distintos. Vivimos el capítulo final de esta historia y el sistema oficialista sigue muriendo estrepitosamente. Pero, ¿dejaremos que la inercia nos lleve por la ruta de tener de vuelta al chavismo en pocos años? Acciones concretas nos exigen los nuevos tiempos. Libertad política y eficacia económica y social son los ejes que nos deben guiar, para que más nunca ningún venezolano entregue su libertad a cambio de un pedazo de pan. Que pasen al basurero de la historia estos nefastos gobiernos “claperos” y “carnetistas”. ¡Hasta más nunca!.
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