Carta de amor a mi mecánico
Estimado, te escribo porque es hora de hablar. No podemos seguir escurriendo la arruga. Ya no sé cómo hacer para seguir con esta relación a flote. Cada encuentro nuestro me resulta un ojo de la cara. Mi carro se ha convertido en una vulgar tarjeta de crédito. Usarlo es igual a gastarme unos 10 mil Bolívares diarios. Es un gasto silencioso, sí, pero cuando llega la hora de pagar una reparación, se me baja a tensión.
Por el bien de ambos, debemos darnos un tiempo. Me duele mucho, porque disfruto las conversas contigo; pero en este caso, el interés pudo más que el amor. Ya estoy viendo qué usos le doy al carro a ver si me genera algo de ganancias. Ponerlo de taxi es inútil, pues implica gastarlo más y eso no tiene sentido. En cambio, he pensado en distintas opciones alternativas para sacarle dinero.
Ya puse el carro en los clasificados ofreciéndolo como habitación para estudiante. Sí, obviamente mucho más barato, pues no tiene baño o nevera. También pensé en simplemente inutilizarlo por mucho tiempo hasta convertirlo en un clásico y así obtener mucho por él. Sin embargo, debo esperar bastante. Otra opción es la de vender el carro por partes. Tardaría un poco en venderlo todo, pero así voy manteniendo el valor de cada repuesto. Si lo vendo de una, la inflación me come el dinero al otro día. También hablé con la gente del Museo de los Niños a ver si me lo alquilan por muchos años como simulador de manejo para los pequeños. A la par también se lo ofrecí a una escuela de boot camp de un parque cercano a la casa a ver si lo quieren usar como peso para empujar. Aún espero por la respuesta de ambos. Así mismo he pensado en opciones un poco menos convencionales, como alquilar los cauchos por si alguien necesita echarles agua para criar zancudos y así contagiar de dengue a alguien que les deba dinero. También se los ofrecí a algunos guarimberos por si necesitan quemarlos en una protesta. Si nada de esto se da, estoy esperando a que la Villa del Cine se aventure a grabar Transformers Endógeno. Mi carro es una perfecta versión criolla de Bumblebee.
Mientras nada de esto ocurre, sigo pensando en la posibilidad de aún seguirnos viendo. No lo hagas más difícil. ¿Aceptarías un pago por intercambio? He pensado en darte los mats de yoga de mi esposa para cuando debas meterte debajo de un carro. ¿Eso cubre un cambio de aceite? Si no, me ofrezco a limpiarte la casa varias veces a la semana o a llevarte almuerzos. También tengo ropa vieja y antes de donarla a un orfanato, prefiero dártela a ti para que la uses como braga. ¡Ah!, también, si necesitas, puedo hacerles un show de stand-up comedy a tus empleados a cambio de alguna reparación. Pero si nada de eso te convence, te tengo una oferta muy atractiva. Durante unos 6 meses, he estado coleccionando las contraportadas de los periódicos Meridiano y Líder. Ya tengo una resma gigante de mujeres para tapizar una oficina entera. ¿Eso equivaldría a hacerme el motor? Piénsalo, bebé.
De momento, lo mejor será darnos una amarga pausa. Tengamos paciencia. El tiempo nos dará la razón. Ambos estamos claros de nuestros sentimientos. La culpa no es tuya… tampoco del carro… Todos sabemos que la culpa de esta situación es del chofer… (del chofer del Metrobús).
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