¿Mujer? Sí y venezolana

La Constitución de Venezuela aprobada por una Asamblea Constituyente el 5 de julio de 1947,  derogó la Constitución de 1936, reformada en 1945 por el Gobierno del General Isaías Medina Angarita y fue la primera Carta Magna de sentido democrático al establecer, entre otros avances,  la elección libre, universal y directa consagrando el derecho femenino al sufragio, además del analfabeta, todos con edad de 18 años en adelante.

Hasta ese derecho está acompañado con discriminación ya que “además del analfabeta” la mujer podrá votar, pero no voy a basar mi artículo de hoy, en esos continuos hechos discriminativos o las diferencias evidentes de género, todo lo contrario, hoy exaltaré el gran valor de la mujer venezolana.

Somos madres, profesionales, luchadoras y trabajadoras. No tengo datos estadísticos ya que en Venezuela carecemos de ellos,  pero es bien sabido,  que muchos hogares dependen de nosotras las madres que sacamos adelante a nuestros hijos solas y lo hacemos con amor, entereza,  y mucha valentía.

La mujer venezolana que sale a la calle a luchar por sus valores marcha y protesta, que grita consignas y no teme a la represión porque sabe que más vale luchar hoy que mantenerse callada de por vida.

Valiente la mujer que día a día inventa que preparar de comida con lo que se consigue,  pero se quita el pan de la boca para dárselo a sus hijos, esa es la mujer venezolana.

Somos mujeres que sabemos el valor de prepararse académicamente y sacrifica horas de sueño para obtener el título que le permitirá salir del barrio y darle así calidad de vida a los hijos que también estudian y se disponen,  con el ejemplo de su madre,  a salir adelante.

La mujer venezolana aprendió de su madre que se pide la bendición con verdadero sentido católico, no sólo por pedirlo,  por eso las Iglesias se llenan de feligresas que rezan con devoción. Piden por ellas pero sobre todo piden por Venezuela.

Amanecemos con la boca lista para besar y sonreír mientas nos preparamos el café que nos ayuda a despertar a las 4 o 5 de la mañana,  porque a esa hora empieza nuestro día y lo enfrentamos con optimismo y llenas de expectativas. ¿Qué si lloramos? Claro que lo hacemos nos conmovemos y nos desesperamos… ¿Pero? Tenemos una gran capacidad de recuperación, propia de la mujer que aprendió a tener ese ratico de tristeza que viene sustituido por la resiliencia, porque aprendimos a adaptarnos positivamente y muy rápidamente. No hay tiempo para lamentarnos.

Todo lo anterior,  no sólo define a la mujer venezolana pueden decir mis queridas lectoras, es cierto, pero quien escribe es una mujer que aprendió a valorarse de una gran mujer, que con su esposo, decidieron que esta sería su patria, como he escrito en anteriores artículos, y aquí en estas tierras y mar creció y se convirtió esta mujer venezolana que respira, admira y valora su tierra natal. ¡Feliz día internacional de la mujer!

Stefania Aguzzi
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