‘Get Out’ y el terror moderno
Ya seguro que han oído hablar sobre ‘Get Out.’ La película rompió récords con la cantidad de dinero que ha ganado en solo tres semanas desde que salió y es la conversación central de varios tipos de personas: los amantes de cine, los amantes de las películas de terror y los amantes de temas sociales. También se ha convertido en la película número uno entre los millenials, con una gran cantidad de memes y un ‘Get Out Challenge’ surgiendo en Twitter.
Entonces, ¿Qué es lo que pasa con ‘Get Out’? ¿Por qué le están prestando tanta atención? Hay varias razones. Es la primera película del comediante Jordan Peele. Antes de éste proyecto, el director jamás había trabajado con un tema que no fuese cómico. Su debut, con lo poco que se esperaba, ha sido recibido muy bien. El film ya ha ganado más de $100 millones en el box office y Peele rompió récord oficial al ser el primer director afroamericano en lograr este acontecimiento.
La segunda razón, que también es la que ha hecho que personas que normalmente le temen a este tipo de películas la vayan a ver, es que ‘Get Out’ no se trata sobre un monstruo o un espíritu. Tampoco se trata de un asesino en serie. De hecho el antagonista del film no es una persona, si no una condición social. El villano es el racismo.
La película se trata sobre una pareja joven que se están enseriando con su relación. La mujer, representada por la actriz Allison Williams, quiere que su novio conozca a sus padres, pero no les ha dicho un detalle: Chris, su pareja, es afroamericano. Para la joven, la falta de esta información no es la gran cosa. Sus padres no tienen ningún problema con las personas de color. Pero para Chris, que sabe que el racismo se manifiesta de muchas maneras distintas, la situación es más preocupante.
Los papás de su novia no lo tratan mal al conocerlo. Los típicos Americanos liberales, actúan como si no tienen ningún problema con su raza, pero poco a poco las cosas se van poniendo más extrañas y los miedos de Chris no se ven tan fuera de la realidad.
‘Get Out’ no se molesta en presentar a las personas que saben que odian a otras razas y se creen superiores. Más bien, se encarga de demostrarnos las maneras en las cuales los que creemos que no pensamos de esa manera en realidad si lo hacemos y causamos daño sin darnos cuenta. El film pone en énfasis un mensaje muy importante para la política moderna en los Estados Unidos: No podemos ser aliados de verdad a las personas oprimidas si no entendemos nuestra propia responsabilidad en la causa de su opresión.
Y ésta responsabilidad no es nada más personal. Se extiende a nuestros familiares, nuestros amigos y nuestras comunidades. ‘Get Out’ nos enseña que no es suficiente estar pendiente de nuestros propios pensamientos al menos que también estemos pendiente de intervenir y corregir cuando alguien a nuestro alrededor participa en algún comportamiento problemático, así sea tan simple como apretar la cartera cuando se les acerca un hombre de color y tan grave como acusar a todos los Musulmanes de ser terroristas. En fin, las dos cosas asumen que la otra persona es mala o quiere herirnos cuando probablemente no es verdad.
Desde que comenzó el género, las películas de terror han reflejado los miedos y las ansiedades de la sociedad. En los años 50, ‘Godzilla’ reaccionó al impacto devastador de las bombas atómicas en Japón. En los 80, ‘Videodrome’ nos advirtió sobre la adicción a la tecnología (quizás ya es hora de un reboot). Ahora, ‘Get Out’ no se detiene en llegar al mensaje verdadero.
Donald Trump y la política republicana amenaza a las minorías del país, pero los de la izquierda no son tan inocentes como quisieran pensar. Hasta el ídolo de los demócratas, Bill Clinton, pasó varias leyes que al final encarcelaron una cantidad desproporcionada de hombres afroamericanos. No creo que la intención de Peele es defender al “alt-right,” pero más bien responsabilizar a los que creen que no son parte del problema. En una época tan divida y polarizada en los Estados Unidos, ‘Get Out’ plantea la pregunta mas pavorosa de todas- ¿Qué tal si los malos no son los del otro lado? ¿Qué tal si los verdaderos monstruos somos nosotros?
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