Crónica de una caída
Los más recientes acontecimientos generadores de múltiples expectativas acerca del futuro inmediato, estimula la necesidad de agudizar aún más los sentidos para intentar bajar los niveles de ansiedad que las noticias en tiempo real suelen suscitar. De ahí que la lectura siempre es un ejercicio apropiado para concitar la reflexión y el sosiego. Ojeando nuestra biblioteca, de súbito nos topamos con un texto publicado en versión digital hace diez años, por la Universidad de los Andes (ULA), bajo la autoría del historiador Luis Alfredo Angulo Rivas, intitulado Venezuela, gobierno y Fuerzas Armadas (Crónica política de una época: 1948-1958).
El libro de Angulo Rivas, amén de la calidad y fluidez con la que está escrito, tiene el valor agregado de estar fundamentado en referencias documentales, fruto de la sistemática pesquisa en los Archivos Nacionales en Washington D.C. y en el Archivo Histórico de Miraflores. Ahora que volvemos a revisar el contenido del libro en cuestión, las difíciles circunstancias del presente nos volcaron a centrar la lectura del último capítulo en el que explica los pormenores del fin del régimen dictatorial. Explica Angulo Rivas, apoyándose en documentos inéditos, el temor generalizado que llegó a apoderarse de la sociedad venezolana en aquellos años.
Aquella sensación de crudo pánico, era reforzada por la convicción de que todos eran infidentes. “La desconfianza se extiende hasta dentro de los círculos familiares, los hermanos a menudo temían de sus hermanos y los padres de sus hijos (…) Pedro Estrada tiene espías en todas partes, en todos los grupos y en todos los estratos de la sociedad” (p. 397). Ese era el corrillo que se repetía con sigilo, reflejo del inmenso poder paralizante que llega a ejercer el miedo inducido por el poder devenido en tiranía. El aparato policial de la dictadura, emitía carnet que acreditaba a sus portadores como agentes de la policía secreta. “Nadie estaba exento de ser vigilado, acusado o delatado”. Para colmo de males, los funcionarios de la temida Seguridad Nacional (SN), tenían licencia para cometer toda clase de bajezas que infundían mayor aprensión. Todo parecía indicar que la posibilidad de cambio resultaba escasa.
Sin embargo, como bien apunta su autor, todo ese aparato de poder aparentemente inexpugnable que tenía todo a su favor para prolongarse en el tiempo, ya sea por medio del fraude a la ley, la tortura y la metralla a cualquier gesto de disidencia, se vino abajo. La existencia de “un ambiente de insatisfacción en la esfera militar” dado a la conversión del supuesto gobierno de las Fuerzas Armadas a un régimen policíaco que irrespetaba la preponderancia de sus miembros. Además el incumplimiento de lo pautado en la Constitución de 1953, habida cuenta elaborada a la medida del dictador, “aceleró las oposiciones internas al gobierno de Pérez Jiménez” y en consecuencia a la memorable fecha del 23 de enero de 1958.
El libro de Angulo Rivas, es un texto revelador no solo por la descripción pormenorizada de los hechos acaecidos, sino porque ofrece a los venezolanos sumidos en la difícil coyuntura actual, luces para salir del pesado fardo que representa una camarilla de gobernantes aferrados al poder, a contra corriente con el sentir de una proporción cada vez más creciente de ciudadanos que luchan en la calle por la recuperación de la Democracia.
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