La “normalización” de las cosas

Puede que en los últimos días, las cosas hayan retomado su cauce. Que no haya trancas o manifestaciones en algún lugar, que no se escuchen cacerolazos, no se hagan vigilia o sencillamente no se haya visto alguna protesta en nuestra comunidad. Esto en el interior del país, las cosas en el distrito capital siguen estando tensas.

La lucha contra la dictadura es como una playa con olas bajas y altas. En los últimos días, pareciera que atravesáramos la cresta más baja de una ola. Todo está en una tensa calma. Sigue habiendo convocatorias en la ciudad capital y en algunos estados del interior, pero sin duda alguna la participación en la protesta ha disminuido, negarlo es ignorar por completo los hechos.

Pero a pesar, un grueso de la gente sigue saliendo, y como mencione anteriormente esta lucha es impredecible, tanto así que no sabemos con exactitud cómo será esa próxima ola. Alta, arrastrando consigo un mar de ingobernabilidad para Maduro y una masa de gente molesta, o seguirá trayendo crestas bajas como las que estamos ahora mientras hay cientos de detenciones arbitrarias, civiles ante justicia militar o represión sin igual.  

Independientemente lo que pase, el malestar persiste en el ambiente. El venezolano anda cansado de tantos problemas, de convocatorias o protestas sin resultados. Anda molesto por tanta injusticia pero también dolido ante tanta muerte. Quizás ahí está la respuesta para aquellos que no entiende porque algunos han dejado de salir.

La estrategia política y las últimas convocatorias anunciadas por la MUD semanas atrás, sin duda han cambiado el juego político, aislando aún más al régimen de Nicolás Maduro. Sin embargo, se ha llegado en un punto donde la frustración de los manifestantes se hace cada vez mayor, la desesperación de muchos los ha llevado a perder el foco en muchas protestas mientras que otros están decepcionados. Los resultados de la mayoría de las actividades de calle le han traído una victoria moral a la mayoría de los venezolanos pero al precio de muertos y heridos que retumban en nuestras mentes.

Retumban porque son venezolanos que en algún momento quisieron un país mejor. Retumban porque dibujaban una Venezuela igual a la nuestra. Retumban porque vivimos en un sistema donde disentir te vuelve enemigo o traidor y es así como la muerte de cada venezolano pesa dolorosamente. El hecho de pensar que toda está lucha haya sido en vano pesa, hiere e incluso mata.

Por lo que el llamado es a la MUD, a replantearse los objetivos y a profundizar la lucha por ese país que aún no existe. La lucha por el cambio por el cual millones de venezolanos están dispuestos a salir sin marcha atrás. Venezuela ha decidido por la libertad, y esto es inapelable e irreversible porque mientras Maduro se radicaliza mucho más al costo que sea, entierra cada vez más la cúpula que representa, quebranta sus filas y profundiza las fisuras internas.

Por último, quiero recordarle lo que mencione anteriormente, puede que ahora estemos atravesando la cresta más baja de esta lucha iniciada semanas atrás, que podemos estar en una tensa calma y que las actividades de calle han disminuido. Pero nunca infiera que las cosas han empezado a “normalizarse”, pues siguen matando a cientos de ciudadanos por la inseguridad, siguen habiendo personas presas por su forma de pensar, siguen muriendo enfermos por falta de insumos y medicinas, nuestros salarios van caminando mientras la inflación va corriendo, seguimos alargando nuestro quince y último a toda costa. Sencillamente seguimos muriéndonos de hambre en las peor crisis económica y humanitaria de nuestra historia republicana.

Las cosas no se han normalizado, nada de esto es normal. Y así debería quedar grabado en nuestra conciencia. La crisis persiste y mucho peor que meses atrás. La solución de los problemas no se vislumbra y las políticas de Maduro siguen abrazando la crisis y pateando las soluciones. No entre en la normalidad que quieren implantarnos, lo invito a seguir quejándose pero también lo invito a actuar, a rebelarse, a protestar. Hoy en día, más que un derecho, es un deber moral tanto  para el país como para los caídos que ha dejado la lucha por la libertad de Venezuela.

Elías Castro
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