Historia de una cadena de whatsapp
Gladys maneja una fuente de soda dentro de Fuerte Tiuna. Unos soldados van a comprarle unos cafecitos y cuando ven los precios, exclaman: “¡Coño! ¡Ya los subieron!… ¿Tienes punto?”. Gladys les dice que está caído. Los dos soldados se van, molestos. “Ya ni se puede tomar café en esta vaina”.
Como es un día lento, Gladys se pone a chatear por whatsapp con su amiga María Luisa. “Amiga, lo acabo de vivir. Sabes que no hablo por hablar, pues conoces bien dónde trabajo. Dos militares se me acaban de quejar por el precio de dos piches cafés. ¡Imagínate! Si eso dicen unos militares, ¿qué queda para uno? Quisieron pagar con débito, pero hasta el punto de venta está caído en Fuerte Tiuna. ¿Me vas a decir que no tienen efectivo? ¿Ves? Esto lo estamos padeciendo todos”.
Gracias a Gladys, María Luisa siente tener el datazo político en sus manos. El destino la ha puesto de tú a tú con Nelson Bocaranda y CNN. Le sudan las manos, le saliva la boca, tiene EEEEEEL grano de arena para aportar, pero quiere ir más allá. Ella no es cualquier lorito. Ella analiza e interpreta el entorno. Entonces lanza esta joya en el grupo de whatsapp de su gimnasio:
“Me llega directo de alguien que le vende café a un coronel. ¡Ni Fuerte Tiuna se salva de la inflación! El sueldo de los soldados no alcanza ni para una piche merienda. Los precios allá adentro están ALTÍSIMOS. Aparte, los cajeros del Fuerte tienen una semana sin efectivo. ¡Hay descontento en los cuarteles! ¡Falta poco! ¡Ruédalo!”.
En ese grupo del gimnasio está el señor Jacobo, quien es vocero de la Asociación de Vecinos de su urbanización. Por su rol, administra el grupo de whatsapp del vecindario. Toda información que le llegue y además sea útil para sus vecinos, vale oro. El resguardo de la urbanización es su prioridad. Sumado a eso, las elecciones de la Asociación de Vecinos se acercan y él quiere repetir. Llegó el momento de recordarles a todos lo indispensable que resulta para la urbanización. Por eso, suelta esta carta bajo la manga:
“Esto me lo pasa un general que prefiere no ser identificado para evitar represalias, pero asegura que están con nosotros. No son ciegos ante la situación. ¡Los militares están pasando hambre, señores! El gobierno raspó la olla y no tiene ni para pagarles los sueldos a las tropas. Esto está a puntico de caramelo. Lo soldados que están yendo a las concentraciones para reprimir tienen días sin dormir y no les dan ni café para mantenerlos despiertos. El verdadero comunismo lo ensayan primero en Fuerte Tiuna antes de lanzarlo a toda Venezuela. Dentro del Fuerte prohíben el uso de efectivo. Todos los puntos de venta los desconectaron a propósito. Militar que lleve efectivo encima es detenido y llevado a una celda de castigo. Tienen a las tropas viviendo del trueque. Hay ruido de sables. Este general recomienda comprar comida. Que estén preparados para lo peor. El cambio está cerca. Recen mucho. Debemos estar unidos. Ya se ve la luz del tan anhelado amanecer. Que la virgen nos cubra con su manto sagrado y San Miguel Arcángel nos envuelva en sus alas. ¡Gloria al bravo pueblo! ¡Viva Venezuela! Difúndelo a todos tus contactos. SOS.”
Gladys, quien inició todo sin saberlo, vive en dicha urbanización. Ella está metida en el mismo grupo de whatsapp de la Asociación de Vecinos. Le acaba de llegar la cadena. La lee y de inmediato le grita al esposo: “¡Manuel, tírate al piso y no te asomes! ¡Hay golpe de Estado!”.
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