Héroes

héroes

Van al frente. Van con sus ganas, con su fuerza, con su ímpetu, con su ingenuidad, con su ignorancia, con sus deseos, con la ceguera que les hace ver luz donde solo hay oscuridad. Van con su soledad. Van con la idea errónea de ser los héroes que podrán independizar a este país de la manipulación y la mentira.

¿Quiénes están detrás de estos muchachos? ¿Quiénes son los responsables de que se crean los salvadores de la patria, por ir delante con unas tablas como escudo protector? ¿Quiénes les han sembrado en el corazón la idea de que ellos, y solo ellos, serán capaces de doblegar la ignominia de los desalmados que portan y ejecutan las armas de la patria contra el pueblo?

Es cierto que los asesinos materiales disparan porque siguen órdenes de algún superior. Pero también debe serlo que estos muchachos, de los caen uno a uno en las calles de Venezuela, lo están haciendo no solo por un irrefrenable amor por el suelo que los vio nacer y donde no se vislumbra oportunidad alguna de vivir.

Hace horas vivos a un liderazgo político hablar con sensatez sobre conductas que no destacan el acatamiento del artículo 350 de la constitución, sino que lo banalizan y lo vuelven exactamente lo que no es. Vimos a diputados dejando claro, ante los ojos y oídos de todos que romper un reja, que entrar a la brava a un recinto militar, no es civismo, ni resistencia, ni heroísmo.

Entonces, esta sociedad víctima de la represión, de la sinrazón, de la locura de una institución que prefirió el delito, ¿va a seguir aupando a unos chamos para que sigan adelante con prácticas que en nada se parecen al país que queremos?

¿Esta sociedad, enferma por la miseria en escrúpulos de unos mandos de uniforme, se va a dejar contagiar por una mutación que pretende insuflar más anarquía, odio, violencia, desastre y profundización de la miseria?

No son héroes los que recurren solo a la fuerza. No son héroes los que creen que su piedra al aire es la demostración de su razón. No es verdad que sean ellos los salvadores de esta patria carcomida por la locura colectiva, acéfala de objetivos estratégicos, que pierde a un hijo por día, no por la esencia real de su protesta, sino por la maldad de unos esbirros asesinos, y por la negligencia de unos titiriteros que siembran lo que no es en la mente de los muchachos.

El heroísmo radica en la inteligencia, en la persistencia, en el ímpetu bien guiado, en la fuerza de la razón, en la creatividad, en el discurso con el ejemplo, en la práctica de una estrategia que no sea predecible para que no sigan cayendo inocentes, ni enlutándose familias ni el país entero.

Es el tiempo de replantear el heroísmo. No son héroes quienes entregan su vida a diario. Son y serán héroes los que cada día, en su empeño por ser mejores, idean fórmulas para desenmascarar a la dictadura, no quienes imitan –desde otra perspectiva- las prácticas violentas de aquellos a quienes enfrentan.

Vamos a cambiar este estilo de ser héroes-víctimas, por un esquema de ser héroe desde la participación colectiva contundente y segura. Ya se ha hecho y se ha demostrado (como el viernes con el trancazo nacional. Se pueden hacer esos y muchos más como esos.

Vamos a fomentar en nuestros muchachos, pese a su incontestable negación, otra posibilidad de ser héroes, sin que su vida se les vaya en el intento.

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