El Venezolano y sus emociones hoy
Definitivamente es un hecho real que el entorno afecta emocionalmente a las personas. Todo lo que nos acontece a nuestro alrededor tendrá un impacto en nosotros bien sea en positivo o en negativo lo cual no significa que no podamos realizar ajustes para “sentirnos” mejor y justamente es de eso que hoy decidí escribir.
Tenemos más de ochenta días viviendo situaciones que ¨perturban¨ nuestra emocionalidad. Las noticias de tantos jóvenes asesinados buscando el ideal de libertad nos afecta de manera directa como si conociésemos a cada uno de ellos, vivimos duelos diarios y debemos a esa tristeza sumarle la sensación continua de indefensión, rabia, miedo e injusticia entre otras emociones diarias. Sentimos diariamente que nuestros derechos son vulnerados y lo peor tal vez, es que a los gobernantes, no sólo no les importa sino que pareciese ¨disfruten¨ de todo este sufrimiento que las familias estamos sintiendo.
Estas emociones y preocupaciones colectivas nos invaden, pero no paralizan a la población venezolana para que siga haciendo presión y presencia en la calle, por el contrario, cada día somos más, pero sí es necesario que evaluemos lo que sentimos porque no podemos descuidar nuestra salud mental y para ello es necesario primero identificar el “detonante”, ¿qué aconteció? ¿Cómo me afecta? Y lo más importante ¿Qué puedo cambiar de eso? Esas tres primeras preguntas con sus respectivas respuestas me va a permitir entrar en el contexto de “eso” que estoy sintiendo, identificar la emoción para luego “calibrarla” y esta parte es la más difícil y a la vez la importante.
Siempre hemos escuchado decir que para tomar decisiones no debemos hacerlo estando alterados lo cual es absolutamente cierto ya que perdemos la capacidad de análisis, por tanto sugiero que una vez identificada la emoción y su dimensión, pensemos en frío, ¿Qué puedo cambiar de esa circunstancia? ¿Depende de mí? ¿Qué ajustes puedo realizar para adaptarla a mi nueva realidad? Para ello una forma eficaz es buscar información para resolver la diatriba, sopesar los pro y contra de las disposiciones que tomemos ya que sí somos responsables de ellas. Mi responsabilidad es crear las respuestas que me brinden bienestar o me ayuden a resolver la situación.
Mantenemos el impulso de nuestras ideas, de saber que nuestra responsabilidad ante nuestra familia y la sociedad es la fortaleza, que nuestros valores se deben mantener y somos creativos en la búsqueda de soluciones. Que debemos aprender de esta crisis, que nos debe permitir elevar la consciencia de lo que debemos aprender como personas y sociedad. Valorar lo que hoy tengo y apoyar a los que menos tienen, comprender el papel que hoy me toca ejercer para mantenernos como modelos sociales.
Diariamente nos vemos acosados con mensajes de división, odio e insultos por parte del Gobierno que ofende sin cesar a quien piensa distinto. La desaprobación que se genera por no admitir una ideología determinada en un momento histórico cualquiera, me hace diferente. Al aceptar y concientizar que soy diferente, aprendo a tolerar, porque todos somos venezolanos y más pronto que tarde cada uno de nosotros tendremos derecho a disentir sin ser juzgados. Aléjate de la queja, no aporta soluciones. No discutas, escucha y analiza. La historia nos dice que siempre hay caminos de soluciones lo importante es no desfallecer en la motivación para encontrarlos, para ello hacer algo que nunca antes se ha hecho o hacer lo mismo pero de una manera diferente puede ser el inicio de ser coherente con los cambios a los que nos enfrentamos. Hoy más que nunca la resiliencia, que es la capacidad de una persona para hacer frente a sus propios problemas, superar los obstáculos y no ceder a la presión, independientemente de la situación es la clave para mantener la salud mental y emocional que nos conducirá al camino de la Venezuela que soñamos y merecemos.
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