1957 y 2017: años cruciales en la lucha por la democracia

 

En 2007, Simón Alberto Consalvi publicó un libro-testimonio, intitulado 1957 El año en que los venezolanos perdieron el miedo. Caracas: Libros de El Nacional, 148 pp. La coyuntura resultaba propicia, puesto que en medio del apogeo populista y autocrático de Hugo Chávez, surge un valiente movimiento estudiantil que se atrevió a gritar a toda voz: ¡libertad, libertad! La mayor expresión de ese despertar se hizo patente en la derrota infringida en el referéndum que se pretendió aprobatorio para la reforma constitucional impulsada por Chávez, el 2 de diciembre de 2007.

Los estudiantes no tuvieron miedo en enfrentar al todopoderoso Estado controlado por el chavismo que aún ante la represión desmedida ordenada por Chávez, bajo el mandato de lanzar “gas del bueno” a las protestas estudiantiles, se mantuvieron con pie firme resistiendo contra la autocracia.

Tal vez aquella muestra de coraje ciudadano que despertó la muchachada de aquella hora, llevó a Consalvi a traer a colación la gesta también protagonizada por una generación de venezolanos que también a su turno, padecieron los rigores del miedo y el inmovilismo inducido por la dictadura militar presidida por Marcos Pérez Jiménez en los años cincuenta del siglo XX.

Y es que 1957, representó el despertar de un prolongado coma inducido por los esbirros del régimen. La resistencia clandestina parecía diezmada por los certeros golpes de la Seguridad Nacional. Los asesinatos y torturas estaban a la orden del día. Todo hacía presagiar aquel estado de postración perduraría por mucho tiempo. Pero tal como señala Consalvi, 1957, fue un punto de inflexión que desencadenó fuerzas hasta ese momento inimaginables, las cuales echarían por tierra la cruenta dictadura.

1957 no solo representó el último año del período fijado por la espuria constituyente que eligió a espaldas de la voluntad nacional  al dictador, “sino que dentro y fuera de Venezuela se presentaron condiciones particulares, cambios de estrategia y de percepción; alianzas que traducían visiones diferentes sobre la democracia”, que de acuerdo con Consalvi, alteraron el escenario aparentemente inexpugnable.

1957 significó en opinión de Consalvi, “una prueba más de la vocación de libertad de los venezolanos”. Fue un año de decisiones para unos y dilemático para otros, puesto que ese año según la Constitución de bolsillo aprobada en 1953 por los constituyentistas de opereta, debía llevarse a cabo la elección del Presidente de la República para el período 1958-1963. Con frecuencia la cercanía de la fecha límite de los períodos presidenciales, suelen representar momentos de gran tensión no solo para los aspirantes a la sucesión, sino para quienes detentan el poder y no muestran disposición de apartarse del mismo.

La tentación continuista ha sido desde siempre, la piedra de toque que la más de las veces se ha llevado por los cachos a sus patrocinadores. “De muy poco le sirvieron las cartas marcadas, las bayonetas, los tanques, la red de espionaje y el terror. Siempre ocurre lo inesperado”, señala Consalvi con meridiana claridad.

El autor discurre en la primera parte del libro, los factores que hicieron de 1957, un año clave. “Toda Venezuela comprendió que lo que se estaba librando era otra guerra a muerte entre la civilización y la barbarie”, anota Consalvi, para entonces un joven militante del proscrito partido Acción Democrática que se encontraba secuestrado bajo el régimen carcelario de la dictadura.

¿Qué hacer? Era la pregunta que saltaba en medio de desasosiego y el estupor. Venezuela había sido puesta de rodillas. Entre los aspectos que destaca el autor, hay uno que nos llama la atención: “en un país de larga tradición de golpes de estado y deposiciones violentas, nunca se había llevado a cabo un golpe de estado utilizando los mecanismos del poder legislativo” En efecto, el dictador ante la disyuntiva de admitir la convocatoria a elecciones o saltarse su propia constitución, decidió jugársela e hizo aprobar por su dócil congreso, una ley electoral que estableció la figura de un PLEBISCITO en que sólo él tendría participación.

Ahora pudiésemos agregar, que en este tiempo (2017), los golpes de estado se hacen desde la magistratura de un poder judicial absolutamente corrompido que cercena todo el fundamento legal de la república.

Para salir de ese laberinto en que se encontraban los venezolanos de los años cincuenta, lo medular fue entender que la lucha debía regirse bajo el signo de la UNIDAD. Por eso 1957 fue un año de “rebelión ciudadana contra la dictadura”. Por eso 1957 marcó el año en que Venezuela perdió el miedo.

Así pues, el libro de Consalvi, hoy por hoy, es un aliciente en la dura jornada ciudadana por la que transitamos en esta nueva lucha por la democracia. Una nueva página se está escribiendo en nuestra historia, y ella la protagoniza sin lugar a dudas la aguerrida juventud venezolana que se niega a que le arrebaten su futuro.

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