KGB – STASI – G2 Estado de sospecha

 

Alfred Helmut Naujocks fue un oficial de la Gestapo que pasó a la historia por ser el responsable de ejecutar el montaje que sirvió de justificación a la inicial conflagración que derivó en la Segunda Guerra Mundial. El evento se conoce como el incidente de Gleiwitz, una pequeña ciudad alemana en la frontera con Polonia.

La trama fue sencilla. La noche del 31 de agosto de 1939, varios soldados polacos asaltaron una estación de radio, asesinaron a un trabajador e hicieron un llamado al derrocamiento de Hitler dirigido a la población de origen polaco. La reacción no se hizo esperar, el aparato comunicacional totalitario aderezó la afrenta y, al día siguiente, las tropas alemanas invadieron al vecino sin previa declaración de guerra.

En los juicios de Nuremberg, Naujocks confesó que fue precisamente él quien dirigió la operación con el nombre código Himmler para identificar grupos disidentes en ciudades fronterizas y justificar la invasión. Los supuestos soldados polacos eran efectivos de las SS y el muerto era un alemán sospechoso de hacer resistencia al régimen ajusticiado algunas horas antes. También utilizaron a varios prisioneros del campo de concentración de Dachau para uniformarlos como polacos y asesinarlos. Eran la prueba de la agresión.

Pero Francia y el Reino Unido, a diferencia de su inacción inicial con las anexiones de Austria y Checoslovaquia, reaccionaron y respondieron la invasión a Polonia con la declaratoria de guerra que inició la Segunda Guerra Mundial. La tragedia con mayor costo de vidas humanas de la historia, en la que el pueblo polaco llevó la peor parte.

El totalitarismo se abraza a sí mismo y los extremos se tocan. Nazismo y comunismo, caras diversas de la misma moneda, pactan y reparten. Desde el frente oriental, casi simultáneamente, se produce la invasión soviética a Polonia; y unos 14500 oficiales polacos son capturados e internados en tres campos de concentración en la URSS, en ese mismo año 1939. Entre abril y mayo de 1940, durante cinco semanas, la policía secreta de los comunistas denominada NKVD estuvo transportándolos desde campos de concentración en Starobielsk, Kozelsk y Ostashkow hacia un lugar en la carretera Smolensk-Vitebsk. La orden de Stalin era eliminar a los prisioneros.

Fue en 1943, cuando el ejército alemán de ocupación descubrió una gran cantidad de sepulturas en el bosque de Katyn, cercano a la ciudad rusa de Smolensk.  Las víctimas habían recibido un tiro en la nuca. Lo interesante es que los nazis culparon a los soviéticos y éstos, a su vez, acusaron a los nazis. Así se inició una guerra propagandística que, evidentemente, perdieron los alemanes en un primer round. Pero las cosas comenzaron a cambiar a la muerte de Stalin.

En un discurso pronunciado el 25 de febrero de 1956, en el marco del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, Nikita Kruschev denunció lo que calificó como «los errores y crímenes de Stalin». Él manifestó que daría a conocer la información por etapas porque el pueblo soviético no estaba preparado para tales revelaciones. El discurso no fue publicado en la Unión Soviética sino hasta 1988.

Sin embargo, a través de los canales regulares del partido, en lo interno; y fugas de diversa connotación, en lo externo, se hizo del conocimiento público la calificación del Stalinismo como un régimen de sospecha, miedo y terror. Nikita Denunció el culto a la personalidad, el terrible daño que produjo Stalin al violar el principio de la dirección colectiva del partido y acumular inmensos e ilimitados poderes.

Traigo a colación estos hechos porque ayudan a conocer la actuación de estos cuerpos de seguridad. Efectivamente, después de múltiples reformas el NKVD se dividió en el MVD (Ministerstvo Vnútrennij) y la KGB (Komitet Gosudárstvennoy Bezopásnosti) como Comité de Seguridad del Estado que trabajó como policía política y ejecutó las actividades de inteligencia y contrainteligencia. La Gestapo supuestamente desapareció con el Régimen Nazi pero la República Democrática Alemana (RDA), versión dividida de la Alemania Comunista, creó el Ministerio para la Seguridad del Estado (Ministerium für Staatssicherheit), la famosa Stasi.

Aunque la que sería la más célebre policía política del mundo aparentemente seguía el modelo comunista, sus raíces no estaban tan separadas de los mecanismos de seguimiento, manipulación y distracción ejecutados por los Nazis. Muchos de sus funcionarios tenían ese oscuro origen. La Stasi tenía un departamento especial para neutralizar personas bajo sospecha, vigilancia de comunicaciones, control de lealtad de los efectivos del ejército e, inclusive, un equipo técnico de asesoramiento en la ejecución de fraude electoral en las democracias occidentales.

Gleiwitz y Katyn demuestran la capacidad de manipulación de los regímenes comunistas y la profunda deshumanización implícita en cualquier totalitarismo. El control de los medios les permite transfigurar la realidad a pesar de cualquier evidencia. Un último dato de interés. Expertos en el tema sostienen que con la instauración del comunismo en Cuba y la necesidad de una policía política efectiva, Fidel Castro prefirió el modelo de la Stasi al de la KGB. Así nació la G-2. Aparato que enfrentamos los venezolanos en esta hora aciaga sin que la mayoría se percate de su acción.

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