La ANC y la totalitarización del Estado venezolano II
El chavismo tenía perfectamente claro que con la instauración de la ANC, perdería el apoyo de las democracias liberales del mundo occidental y de la comunidad internacional en general; sin embargo, prefirió asumir esos costos externos sólo para consolidarse en el poder a lo interno. Este pareciera ser el tránsito de todos los totalitarismos que ha presenciado el mundo a lo largo del siglo XX. Precisaremos a continuación los casos soviético y maoísta.
En la URSS, con la Revolución de Octubre y hasta la disolución forzosa de la Asamblea Constituyente, los mencheviques (partido socialdemócrata) trataron de mediar con los bolcheviques y quisieron llegar a un acuerdo entre los partidos políticos socialistas. Pretendían llegar al poder no mediante insurrecciones, sino a través de vitorias electorales que les devolvieran la influencia perdida en 1917. Como reacción a las victorias electorales de la oposición, Lenin aumentó la represión, disolvió los soviets sobre los que había perdido el control, arrestó y expulsó a los dirigentes mencheviques para prohibir definitivamente su militancia en 1921. Los pocos mencheviques que no partieron al exilio, cooperaron con los bolcheviques hasta que fueron completamente exterminados en la Gran Purga stalinista y en los juicios de Moscú de los años 30.
En China, el proceso de “totalitarización” ocurre entre 1949 y 1953 cuando el PCCh toma control definitivo de las instituciones civiles y pasa a la exterminación sin clemencia de cualquier resistencia, sacando una campaña a escala nacional para “eliminar a los contrarrevolucionarios” de forma pública y socavar los últimos vestigios del antiguo régimen nacionalista, del Kuomintang (Partido Nacionalista Chino de Chiang Kai-Shek). Los jefes nacionalistas más importantes obtuvieron ciertos privilegios como el exilio, pero los dirigentes de base fueron exterminados. “Nosotros no matamos ni a uno de los Chiang Kai-sheks importantes”, dijo Mao. “Sólo matamos a los pequeños Chiang Kai-sheks”. Mao quería que la mayoría de la población fuera testigo de las muertes con el propósito de aterrorizarla e insensibilizarla.
Como vemos, todos los totalitarismos una vez afianzados en el poder, proceden a exterminar a la oposición moderada que en algún punto les sirvió para mantener la ficción de ser un sistema abierto.
Lo que percibimos, muy a nuestro pesar, es que con la instalación de la ANC, asistimos a la fase de “totalitarización” del Estado venezolano y a la supresión definitiva de la política. Las evidencias están en las primeras acciones de la ANC: erigirse como un suprapoder con potestad de remover autoridades e intervenir instituciones, condicionar la inscripción de candidatos a la “ficción electoral” de las regionales, ejecutar inhabilitaciones, emitir órdenes de captura y encabezar persecuciones políticas a opositores; además de la instauración de una “comisión de la verdad”, donde juzgarán supuestos culpables de las muertes en las protestas y en donde ya se habla de “traidores” en relación aquellos chavistas disidentes que rompieron con el partido de gobierno. Además de detener arbitrariamente, torturar y asesinar a la población que ha salido a las calles a protestar.
En conclusión, desconocer la naturaleza y vocación totalitaria del chavismo ha sido de los errores más desafortunados de la oposición institucionalizada, que aún hoy sigue subestimando las señales unívocas de que nos enfrentamos a la transición y consolidación de la fase totalitaria de la revolución chavista, sacada del manual comunista de La Habana.
La comunidad internacional lleva casi sesenta años condenando el totalitarismo cubano y casi setenta repudiando al norcoreano. Ante este escenario, el repudio internacional (si bien no es nada despreciable), carecerá de significación si la propia oposición institucionalizada se decanta por cohabitar en un régimen de vocación totalitaria–mientras en Miraflores quieran−, cada vez que suben los costos de su salida del poder. En ellos estará la responsabilidad histórica de posicionarse ante el mundo como un instrumento de expresión de la soberanía popular de los demócratas venezolanos o como una coalición tutelada desde el poder que le da oxígeno y supervivencia al comunismo.
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