No a la Paz Cartaginesa
El gobierno se consuela, trata de engañar a los venezolanos y al mundo afirmando que luego de la instalación de la ANC en Venezuela reina la paz.
Si fuese cierto, este sería uno de los peores escenarios para nuestro país, porque significa que esta paz se ha construido con base en fraudes electorales, violación de la Constitución, corrupción del poder judicial, negación del derecho al voto, atropellos, muertes, destrucción de la propiedad privada y tortura a disidentes, apoyada por un alto mando militar separado del espíritu libertador, en un vano intento de imponerse por la fuerza contra todas las aspiraciones ciudadanas de lograr cambios definitivos, un modo perverso de la paz capaz de alejar incluso a los socialistas de corazón que aún creen en las predicas de Marx y Lenin.
En otras palabras, es admitir que en Venezuela se ha instalado una “Paz Cartaginesa”, como la que impuso en Europa el Tratado de Versalles después de la I Guerra Mundial y que se convirtió en la apertura hacia otra, destructiva y dolorosa: la II Guerra Mundial. Un episodio considerado como el desastre más grande que ha vivido nuestra civilización y que trajo a la humanidad más de 70 millones de pérdidas humanas en solo 6 años (1939-1945), además de la devastación en casi todos los sectores y países que participaron, tanto los Aliados como los del Eje. La de Versalles fue, así, una paz con un altísimo costo para la humanidad.
Pareciera casi imposible que en Venezuela, con el volumen de atrocidades que comete el gobierno cada día, se pueda instalar un clima diferente que nos permita escapar de la fatalidad que conlleva la Paz Cartaginesa, es decir, escaparnos de una nueva época de destrucción y desapariciones de los unos por los otros, esta vez silenciosa como en el esclavismo.
Sin embargo, en medio de estas turbulencias es preciso reconocer que Venezuela enfrenta por primera vez en su historia la oportunidad de superar las fallas que trastornaron las primeras décadas de la democracia, gracias a la posibilidad que hemos tenido de constatar en la realidad, pragmáticamente, la falsedad, el engaño y la trampa que contienen las utopías que proponen exterminar las personas reales para fabricar una especie de robot, llamado el hombre nuevo: un ente prefabricado que obedece, que no cambia, que se somete sin chistar a la autoridad. Una versión del cinismo de Lenin cuando proclamaba que el hambre traía progreso, porque suponía que la mente humana concluiría achacando estos episodios de hambre al Capitalismo, cuando en realidad el hambre resulta de la ausencia de crecimiento, de educación, de empleos y de actividad económica en libertad. El país, también sabe hoy que hay compañeros de ruta fatales como Cuba y Hezbollah (aunque quedan pocos)
La historia del mundo está llena de episodios trágicos durante los cuales las propuestas destructoras han dominado: nazismo y fascismo, comunismo y socialismo, peronismo, castrismo y pare usted de contar. En todas estas versiones el odio ha dominado temporalmente, la consigna ha sido arrasar al oponente, no dejar espacio donde las personas puedan verse unas a otras.
No hay ninguna experiencia histórica ganada definitivamente por estas utopías del horror. Todas han sido vencidas por la búsqueda del respeto, por los derechos y la libertad. Los triunfos del mal han sido pírricos, pese a que algunos han sido largos en el tiempo, tales como el peronismo, los 70 años del comunismo en la Unión Soviética, China y el más de medio siglo en Cuba. Al final se reconoce que no ha superado algo más que una batalla. Todas estas “seudorevoluciones” han terminado en el foso con sus autores, sus líderes, ejecutores, soldados, personal de los cuerpos represivos, todos sus autores muertos o en prisión, fusilados, condenados y sobre todo avergonzados, al igual que sus familias, ante el mundo.
Militares y policías: antes de reprimir ciudadanos, pregúntense donde están hoy los integrantes de estos cuerpos, en algún momento considerados inexpugnables. Antes de ser capaces de arrastrar a una mujer por el suelo, romperle el violín a un músico y destrozarle su oído para que no pueda tocar jamás, no olviden la Checa bajo Lenin, La NKVD y KGB de Stalin, o la Stasi en la República Democrática Alemana. ¿Dónde están los escombros de estas instituciones capaces de sembrar el terror entre los ciudadanos? ¡Imaginen a Venezuela en manos de una ANC que imponga un poder total en nuestras vidas!
Hay que asumir el fracaso universal de la alternativa revolucionaria. Paso a paso, América Latina se desprende de las distintas versiones del socialismo/peronismo en Argentina, Chile, Brasil y, ahora, por asomo, el cambio llegará a Ecuador, más temprano que tarde.
Si no queremos una “Paz Cartaginesa” destructiva tenemos que unirnos, armar un Frente Amplio donde los socialistas moderados puedan entrar, junto a los socialdemócratas y los liberales. Nuestro principal logro hasta ahora ha sido la Unidad; ahora hay que enriquecerla. No puede ser que un simple acto electoral, como las regionales, se convierta en la manzana de una pésima discordia. Los verdaderos enemigos de los venezolanos hoy son las instituciones corruptas como el CNE, el TSJ y el apoderamiento de las fuerzas armadas por un alto mando militar ávido de poder y de riquezas, de espaldas a la verdadera Venezuela que trabaja, lucha desesperadamente contra la injusticia, la inflación, el hambre y la violencia.
Nuestra Fuerza Armada tiene una característica específica que la diferencia de otras sociedades: está formada por gente de extracción popular, soldados venidos del campo, de los mares, de las montañas y de nuestros barrios populares. Estas fuerzas tienen que conocer y sentir el fracaso cubano, la violencia de Hezbollah, la corrupción de Lula y Kirchner, la nociva compasión de Bachelet que crea más pobres. No basta la riqueza fácil que prometen las dadivas del gobierno, el chantaje a través de la concesión de minas, oro o coltán: una riqueza que se convierte rápidamente en estigma porque significa la expropiación del resto del país por un grupo de poder dentro de la Fuerza Armada, privilegiado y corrupto. El 30 de julio aportó a los soldados y oficiales del Plan Republica las pruebas del fraude. No bastan los privilegios y obsequios del régimen para doblegar esta institución donde lo más importantes es que sus miembros forman parte de familias venezolanas con todos sus padecimientos y ansias de libertad.
Tenemos que oponernos con nuestras actitudes y conductas a la instalación de una temible “Paz Cartaginesa”, que signifique la aniquilación de la disidencia, sean ellos o nosotros. Es necesario vencer nuestras diferencias y formar, con base en la MUD, el Frente Amplio más poderoso de la historia venezolana, con una confianza que de verdad nos empareje con otros vecinos que hoy derrotan a Kirchner, a Correa, a Bachelet, a Lula y al resto de cultores de la violencia y la miseria. Seamos parte de América, un continente de paz y democracia.
- No a la Paz Cartaginesa - 24 agosto, 2017