MUD
De aquellas conversaciones en algún restaurante de Caracas en 2007 y 2008 pocos se acuerdan (o incluso, muy pocos saben). Un germen necesario para convertir la angustia y la preocupación política en acción real y concreta. Mucha agua ha caído, muchas críticas, muchas declaraciones al aire. Mucho de lo poco.
Hoy es distinto. Hoy se multiplican errores y se suman aciertos. Hoy la MUD es atacada por el gobierno, que la quiere minúscula, desdibujada, y es atacada por quienes no advirtieron jamás la fuerza de la unidad de objetivos, las ventajas de la diversidad y la pluralidad democráticas, encaminadas hacia la consolidación de la República.
De tan buenas intenciones, la MUD –a ratos- ha cedido al empeño de grupos de poder, y ha dejado a un lado aquellos postulados que surgieron a la sazón de la angustia y la preocupación política. Pero la MUD, la auténtica, la necesaria, la que debate y plantea objetivos estratégicos y efectivos, va mucho más allá del interés particular de un grupo, de una dirigencia, de una apuesta coyuntural.
La Mesa de la Unidad Democrática, no es un mal necesario que tiene que existir para valerse de un prestigio labrado y utilizarlo como trampolín a la hora de pretender escalar en el electorado. La MUD es bastante más que eso. Aunque dentro de su seno haya quienes no se lo crean.
Urge –de verdad que urge- que venezolanos que no estamos (pero que apoyamos y valoramos) en la MUD, debatamos sobre sus aciertos, identifiquemos sus oportunidades de mejora y seamos capaces de exigirle a la MUD, a sus dirigentes, a sus referentes políticos, una revisión y posterior ejecución de correctivos.
La MUD es un logro. La MUD es un acierto político. La MUD es un proyecto político de país en ejecución, con las variables clave de pluripartidismo, disidencia, diálogo, acuerdos, alianzas, liderazgo y visión.
Por todo eso, la MUD también es tentación. Es tendencia al totalitarismo, es proclive al incesto político, al halago tendencioso, a la sumisión frente al poder y sus derivados, a la sonrisa fácil, al populismo que no resuelve pero que gana votos y voluntades.
La MUD, nuestra MUD, la de los venezolanos que aspiramos a más, tiene que revisarse y comprender que en la coyuntura se está dando golpes contra el cristal, pero que estructuralmente tiene multiplicidad de formas y fórmulas para volver sobre lo andado y retomar la senda del acompañamiento real de las necesidades ciudadanas.
Ahora es cuando hay capacidad para asumir, desde la perspectiva política, el costo de los innegables errores recientes, pero sobre todo, ahora es cuando hay capacidad para revertir los efectos de las victorias hechas añicos por el pésimo manejo comunicacional.
Somos más, muchos más. Y tenemos que retomar el cauce hacia el país que cree en su potencial, independientemente de las dificultades que se presenten en el camino.
No es la MUD, por si sola, desde la soberbia y la sordera que hoy la dominan, la que puede resolver sus trances. Requiere de la ayuda de quienes creemos en ella, y sus potencialidades, para deslastrarla de amapuches y melindres, y hacerle ver que es mucho lo avanzado, pero que aun puede avanzarse más en función de iniciar la construcción de un país vuelto escombros.
No volvamos a las reuniones de angustia y preocupación. Es la hora de la acción política concreta que retome a la MUD, como fuerza política coherente, con estrategia y visión.
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