En otro nivel
Es verdad que estamos en otro nivel. Los actores políticos que regentan el poder obviaron la presión interna y externa y se la jugaron todas a la arriesgada apuesta de una constituyente sin base originaria. Los referentes políticos de la oposición apostaron un grueso a la presión, sin darse cuenta de que la percepción era de que lo entregaban todo.
Al día de hoy, con la constituyente instalada y ejecutando los caprichos simbólicos más evidentes, el país sigue en su declive como nación.
Desde el gobierno, se asoman argumentos inverosímiles frente a la crisis agravada. Desde la oposición, las rencillas internas, los cruces de percepción, la división propia de la pluralidad y diversidad de líneas de acción, hacen ver un panorama desalentador.
En el medio sigue un país devastado. Un territorio hecho añicos por el paso de un tormentoso proceso de deterioro en todos los ámbitos. Nada, absolutamente nada, sirve. Todos los sectores están afectados por la desinversión, por la falta de seguridad jurídica, por la distorsión cambiaria, por la cultura del chantaje, por la falta de escrúpulos, por las ganas de irse.
En el mundo miran a Venezuela, como quien ve a los sobrevivientes de una tragedia ajena y lejana. Hay voces que se alzan, pero hasta ahora, esas voces se las lleva el viento, porque no tienen efecto real. Se pide paciencia. Se ruega, se exhorta, se exige, pero no se actúa.
Desde el gobierno, por la conveniencia propia de mantenerse aferrados al poder ilimitado, quieren jugar y manipular con un diálogo necesario, urgente, obligatorio. En la oposición, apegados a un manual no escrito de política básica, saben que sentarse en esa mesa es lo conducente, pero por otras razones, que lamentablemente no todos entienden, y mucho menos saben comunicar.
Los secretos en política se desvanecen y por tanto, las buenas intenciones se convierten en mentira, ocultamiento, traición.
Intelectuales, filósofos, académicos, periodistas, políticos, conocedores de todo y de todos, ponen su punto y opinan sobre cualquier tema, y así, lo más normal del mundo civilizado, se convierte en un escándalo de proporciones monumentales.
Este país, que resuelve cualquier cosa con un correazo, un par de trompadas o una coima, necesita comprender que tenemos muy pocas opciones. Necesita entender que los cuatro meses de protesta callejera, de lobby internacional, de validación de partidos, de consulta popular, de sesiones en la Asamblea Nacional acompañadas del Cuerpo Diplomático, de sanciones específicas contra delincuentes internacionales, de desconocimiento a pseudo instituciones… cumplieron, cumplen y cumplirán un rol estelar.
Este país tiene que entender que las más de 120 muertes por las protestas, las miles de muertes por falta de insumos, las miles de muertes por inseguridad, los presos por razones políticas, los enfermos por falta de medicinas, los cientos de miles de venezolanos que decidimos irnos por falta de oportunidades reales y concretas en el presente y en el futuro, tienen (tenemos) sentido.
Se nos van los días entre el desánimo y la desesperanza. Sobran las razones para ello. Pero necesitamos que los días no se nos vayan, como se nos han ido otras cosas. Necesitamos aprovechar cada instante, y que cada venezolano asuma su rol –sin que esto suene al antipático ¿y tú qué propones?- para resolver nuestra crisis desde una actitud personal de rebeldía real.
Es mucho, muchísimo, cuanto hemos avanzado. La paz del desesperado que vivimos hoy no es más que un espejismo. Debemos prepararnos, porque en este nivel se requiere de sindéresis, de amplitud, de reflexión, de desprendimiento, de paciencia, de fortaleza mental, de astucia, de solidaridad, de encuentro y de muchas ganas –de las de verdad- de ser venezolano y de salir de esta catástrofe.
- En otro nivel - 17 septiembre, 2017
- MUD - 27 agosto, 2017
- Hoy, somos bastante más - 20 agosto, 2017
Guayoyo en Letras es un espacio abierto para el encuentro de ideas diversas. No necesariamente coincidimos ni somos responsables de los comentarios u opiniones que son publicados.