El Leviatán rojo
Thomas Hobbes es probablemente una de las principales figuras del pensamiento político y filosófico mundial. Nació en 1588 y murió en 1679. Su principal obra ha generado encendidos debates en torno a la conformación y acción del Estado; Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, en ella, Hobbes explica la necesidad que tiene el hombre de unirse en sociedad, unión que les permita evadir la anarquía y establecer un régimen con una significativa estabilidad. En este sentido, los individuos abandonan su estado natural y se pliegan ante las directrices y preceptos facultados para castigar a todo aquel que infrinja el pacto social.
Aquella organización colectiva vence las apetencias personales y minimiza el enfrentamiento por el poder, por supuesto; para lograr semejante cuestión la sociedad debe estar controlada, dominada y direccionada por un ente superior; el Leviatán. La legendaria criatura bíblica fue la escogida por Hobbes para representar la figura del Estado.
Dentro de la estructura expuesta por el inglés, el miedo constituye un elemento sobresaliente, el temor al castigo se convierte en un factor disuasivo de las convulsiones políticas, de esta manera, el Leviatán se erige como un gobierno absoluto y que no posee contralor alguno.
En nuestro actual contexto, el Estado se ha convertido en un verdadero Leviatán, pero no en sentido hobbesiano, más bien, en su acepción bíblica; una grotesca y destructiva criatura.
Hobbes explica que la influencia del Estado logra constreñir la anarquía, el desorden y la guerra civil, pero también se preocupa por la instrucción y formación de los súbditos. Contrariamente, en Venezuela el debilitamiento de las instituciones ha quebrantado la paz y la tranquilidad ciudadana, dejándonos en un latente estado natural, una especie de primitivismo del siglo XXI, donde el futuro no existe y el presente es tan convulso que impide la reacción inmediata.
Nuestro Leviatán rojo se vale del miedo para dominar y reprimir, su último gran zarpazo ha sido la Ley Constitucional contra el Odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia. Se trata de una herramienta coercitiva que busca la autocensura, la persecución selectiva y la reducción de cualquier expresión de rechazo y crítica al régimen imperante. Para Hobbes las leyes son “cadenas invisibles”, no obstante, en Venezuela lo invisible es la libertad y las cadenas son evidentes y cada vez más rígidas.
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