Messi, Hamás y la política exterior de Argentina
La pelota sí se mancha
Fue Maradona quien en su partido de despedida dijo que “el fútbol es el deporte más sano y más lindo del mundo”, para completar con su famosa máxima: “la pelota no se mancha”. Aquel era el Maradona romántico e idealista.
El otro es el que va a bailar a Caracas para celebrar el fraude electoral con Maduro. Es que, como vemos, la pelota sí se mancha, en varios sentidos, y también puede manchar áreas tal vez—¡tal vez!—más importantes que el fútbol.
Hablo del área de política exterior, no de las 18 yardas. Argentina tenía programado su tradicional último amistoso antes del mundial en Israel; ya se sabe, la cábala del 86 que solo funcionó en el 86. Pero la tradición fue interrumpida por Hamás, la organización política y militar cuasi-estatal palestina. En esta ocasión, su estrategia de boicot a Israel consistió en amenazar a Lionel Messi y su familia.
Con éxito. Cuentan que Messi decidió no jugar y el partido debió suspenderse. Sin Messi en la cancha, la selección argentina no interesa. Su presencia estaba estipulada en el contrato del evento en cuestión. O sea, Messi, la selección argentina y la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) cedieron ante las amenazas criminales de Hamás; amenazas terroristas por cierto.
Hasta allí, desazón; a partir de allí, bochorno y humillación diplomática. El presidente de la AFA, Claudio Tapia, se constituyó en canciller de facto, anunciando que la negativa a jugar el partido era “una contribución a la paz mundial”, lo cual afirmó sin ruborizarse. Inmediatamente, los agradecimientos de Hamás y grupos afines se hicieron virales en las redes.
El canciller de jure, a su vez, Jorge Faurie, confirmó que su ministerio no tuvo nada que ver con la decisión de la AFA. Y que, en realidad, ni siquiera fue consultado. La AFA lo dejó en off side y con él a todo el gobierno nacional, sino al país entero.
Ni siquiera hace falta señalar la hipocresía y las inconsistencias de dicha “contribución a la paz mundial”, empezando por la de jugar en Rusia, país que apoya los crímenes de Al-Assad en Siria, anexó Crimea y cotidianamente viola los derechos de los periodistas y los homosexuales, entre otros. Pero Messi manda, la AFA ejecuta, Tapia hace la política exterior, Argentina pasa vergüenza.
A propósito, la queja de Israel tampoco tardó en llegar. Ocurre que, sin perjuicio de lo que se piense del gobierno de Netanyahu, por ejemplo de su inaceptable política de asentamientos en territorios ocupados, el problema es que Hamás tiene como prioridad la eliminación del Estado de Israel, Estado legítimo y reconocido por Argentina. Ahora la cancillería argentina tiene en sus manos una ecuación diplomática de difícil resolución, además de la bronca con la comunidad judía local.
Jorge Valdano dijo una vez que el fútbol es la más importante de las cosas sin importancia. Estaba equivocado sin embargo. En Argentina el fútbol, un juego, es lo más importante. Tan importante que reduce todo lo demás a un juego, incluso la política exterior del país.
Crédito: El País
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