Autopista y libertad
La infraestructura vial cubana, por lo menos, la urbana, es la misma de casi sesenta años atrás. Las fotografías más conocidas de las ciudades que siguen en pie, exhiben calles y avenidas amplias y desahogadas, surcadas por uno que otro vehículo de antiquísimo modelo con un dejo de inequívoca tristeza.
Algo crecientemente parecido está ocurriendo en Venezuela, pues, hasta no hace mucho insuficientes y, además, pendientes las nuevas alternativas viales al despedir el XX, en el presente siglo también las autopistas lucen despejadas en horas que fueron referentes de un tráfico infernal. A la dramática obsolescencia y disminución del parque automotor, se unen los inmensos peligros de una delincuencia visada para ejercer un señorío insólito.
No es difícil imaginar el destino de nuestras grandes autopistas de prolongarse el socialismo de las demoliciones, con sus canales de uso exclusivo para las altas autoridades, so pretexto de alguna utilidad militar. De decolorado y agrietado pavimento, dirán servir para las actividades recreativas, el generalizado cultivo hidropónico o el asiento de las carpas por siempre provisionales de una vivienda insólita, hasta que cedan y sus escombros encuentren o digan encontrar otra utilidad.
Paradójicamente, en los últimos tiempos, ellas han servido más para la masiva circulación a pie de personas y la consagración de una firme y viva protesta contra la dictadura, en reclamo de mayores espacios, impresionando al mundo entero. Nunca antes, un régimen de fuerza ha recibido tan evidente, elocuente y demoledora demostración de desprecio y rechazo en las autopistas, quedando cortas las calles y avenidas, como ha ocurrido con Chávez Frías y Maduro Moros, quienes no pudieron ni pueden ocultar tamaña vergüenza, aunque sus herederos y colaboradores más cercanos la enjugan – allende las fronteras – a la sombra de las cuentas bancarias de sus increíbles tropelías.
“Protestódromo” o “represódromo”, la autopista es un legítimo símbolo de la modernidad a recobrar, pero – lo más importante – del camino hacia la libertad por la que debemos luchar a diario. Y, aunque curiosamente, disminuyen en las redes las gráficas de mejor calidad relacionadas con las masivas protestas de 2002, 20014 y 2017, debemos evitar la pérdida de un valioso e inédito testimonio que muy bien agradecerán las futuras generaciones.
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