Crónica de un país hundido por el socialismo

Salimos el día miércoles a las 10:00 am aproximadamente desde Caracas hasta El Tigre – Anzoátegui, cuando íbamos por Boca de Uchire, aproximadamente a la 1:30 pm, nos quedamos accidentados, afortunadamente fue en una E/S donde también había una cauchera, estábamos relajados porque presumíamos que se tomarían 1 hora en solucionar lo que tenían que solucionar. Dijeron que tenía un bote de aceite por un tornillo que estaba aislado, total que esa vans ya no se iba a mover de allí, así que intentaron llamar a otra para solucionar, pero la que encontraron cobraba el doble de lo que había costado esta, nuestro equipo de Organización llamó e hizo todo lo que estaba a su alcance, hasta que  fuimos auxiliados a las 9:00 pm exactamente, llegó un bus desde Barcelona a buscarnos para poder ir a El Tigre. Sí, duramos 7 horas y 30 minutos varados, en una zona no muy sana, pero salvos afortunadamente.

¡Lo logramos! Empezamos a rodar por fin, hasta que íbamos pasando por el punto de control de Clarines – Anzoátegui; la guardia nacional nos detuvo, no podíamos seguir rodando. Resulta que la zona es muy peligrosa y para pasar debíamos ir escoltados por sus patrullas. Igual debíamos esperar, pues había un enfrentamiento entre «malandros contra cuerpos de seguridad», a menos de 300km había tiros y saqueos. Definitivamente ya no dudábamos sólo si podríamos llegar, también dudábamos si vivos. Luego de dos horas abren el paso, ¡por fin!, logramos llegar a las 2:30 am a El Tigre, con ganas de comernos todo y dormir por 3 días seguidos; pero ya a las 6:00 am debíamos estar listos y activos para salir a Soledad, Ciudad Bolívar, San Félix, Barrancas y Maturín.

Nuestra agenda no era lidiar con carros accidentados, consistía en llevar insumos a familias afectadas por las inundaciones del río Orinoco.

Logramos salir a eso de las 8:00 am y llegamos a Soledad, estado Anzoátegui a las 9:30 am, donde vimos como no sólo las casas están completamente inundadas sino que incluso los comercios de pescadores poco a poco han ido desapareciendo en las aguas del río. Posteriormente en Ciudad Bolívar, estado Bolívar, sectores como ‘La Toma’ y ‘Perro Seco’, el desborde y la ausente atención de organismos competentes los convirtieron como, literalmente, la pequeña Venecia, casas en medio de las inundaciones, familias que lo han perdido todo, y han adquirido un sin fin de enfermedades. No tienen agua potable, ni comida, ni ropa, ni enseres, están a la merced de las culebras, bichos, paludismo, cinkunguya, y cualquier desgracia no controlable.

En el sector La Laja de San Félix – Bolívar, los perros y niños tienen algo en común: su inocencia y la capacidad de volver lo trágico en diversión; ambos nadan por ese río de desgracias y enfermedades. Esos niños son buenos nadadores, y buenos pescadores, sí, en medio de esas aguas estancadas también pescan, anfibios y peces, lo que sea. A ellos también les tocó sobrevivir esta desgracia.

A pesar de todo la gente muy atenta, contaban sus vivencias, no temían en denunciar ni arrepentirse de «haber votado por el proceso revolucionario», querían soluciones reales, están cansados de los engaños. Lloraban de impotencia. “¿Hasta cuándo?” se preguntaban.

Mientras tanto, nos faltaban 2 municipios por recorrer y mi hermano me envía un whatsapp; me preguntaba si iba de regreso a Guanare, porque «mañana» (17 de agosto) se iba del país, pero yo estaba a 16 horas de mi casa (Guanare), intentando construir país en medio de las adversidades, pero él aunque comparte los mismos gustos de rock que yo, aunque es un tanto más relajado y tranquilo que yo, se iba del país, y no pude despedirlo, sin embargo no daba tiempo de llorar porque aún nos faltaba Barrancas y Maturín por recorrer.

Salimos a las 6:18 pm de San Félix – Bolívar a Barrancas, estado Monagas, pensamos en llegar en 45 minutos, pero el puente de la vía rápida se cayó, llegamos en 3 horas, de noche, a la merced del peligro y la delincuencia, pero teníamos un compromiso con la gente, y allí llegamos y allí estuvimos. De noche el desborde de los ríos da más miedo.

Nuestra gira finalizó en Maturín a las 2:00 am. En 48 horas sólo logramos dormir 4 horas. Sólo pudimos descansar hasta las 6:00am para retornar a las 8:00am a Caracas. Otra vans que conseguimos para el regreso, se le dañó el aire acondicionado ¿pero qué importa si podemos abrir las ventanas? Bueno no, en medio de la nada dejó de rodar, a pesar de que tenía gasoil, ni idea del porqué, yo no sé mucho de carro, resolvimos montándonos en unas camionetas, por lo de discriminación positiva las mujeres no íbamos detrás, los hombres sí y se turnaban, hasta que llegamos a un peaje de Barcelona, nos buscaron otras camionetas y bueno, llegamos a Caracas a las 6:30 pm el día viernes.

Les cuento que muchos piensan que girar un país conlleva a extremos lujos y diversión, y no suele ser siempre el caso. El compromiso es real, lo sabes cuándo te toca enfrentarte a las adversidades de la crisis de transporte, delincuencia, falta de servicios públicos, no lograr comer a las horas correspondiente, ausentarse de la familia, perderse despedidas, y todo para acompañar a tus conciudadanos, para ser la voz de aquellos que no pueden o no se atreven a decir lo que quieren.

No importan los trasnochos, las ausencias, el peligro, los contratiempos, nada de eso importa cuando amas a Venezuela y eres capaz de hacer lo que sea necesario para salvarla y verla libre más allá de los sueños. Son pocos quienes han hecho el esfuerzo de visitar a estas familias, de llevarles insumos, denunciar la magnitud de esta catástrofe y de acompañarlos en el dolor de haberlo perdido todo, excepto la dignidad.

Estos percances no sólo lo viven dirigentes políticos, también periodistas, también transportistas, también padres y madres de familia, lo viven los venezolanos en su día a día.

Cada testimonio es desgarrador, pero a su vez es reconfortante, te invita a ver más allá de la realidad, y a esforzarte aún más en la lucha.

Esta es la Venezuela que tenemos, con problemas por doquier, pero con ciudadanos dispuestos a todo con tal de verla libre y próspera. Con tal de ver un país rico de verdad.

Amigos, yo no tengo dudas de que lo vamos a lograr.

Ahora más que nunca ¡necesario es vencer y avanzar!

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