Sembrar el Petróleo (Segunda parte)

En 1998 la caída de la bolsa de valores en Tailandia, generó una recesión que afectó a las economías del sudeste asiático. Singapur, Corea del Sur, Japón y Taiwán que habían registrado un sorprendente crecimiento sostenido desde la década de los 50’s, se vieron seriamente afectadas por la pequeña crisis que devino de este episodio. El problema no sólo fue regional e influyó en la demanda global de crudo y por ende en el precio del petróleo, que a principios año se ubicó en 7 dólares por barril. En otra parte del mundo, Venezuela, la nación que había experimentado una prolongada crisis económica, política y social desde el año 1983, esperaba importantes cambios estructurales que le permitieran resolver sus problemas internos.

Durante ese año se realizaron elecciones en el país, la caída en los precios del petróleo, el populismo, años de controles de precios, las promesas incumplidas y el bipartidismo sin respuestas a los principales problemas de los venezolanos, generaron incertidumbre sobre el futuro de la patria. Es aquí cuando reaparece, la figura de un hombre que a la postre se convertiría en el principal fenómeno que dejaría el siguiente boom en los precios del petróleo. A finales de año, la situación se restableció en el sudeste asiático, en el mercado petrolero y en Venezuela había un nuevo presidente, se abría el camino a otra clase de populismo, la democracia se vería comprometida y la nación no volvería a ser la misma.

Aquel hombre, tuvo mucha suerte desde el principio y las reformas de la agenda Venezuela impulsada por Rafael Caldera junto al incremento en los precios del petróleo, generaron una casi instantánea sensación de estabilidad, el consumo aumentó y los indicadores eran positivos. Ese ser, impulsó una nueva constitución y a pesar de mostrar señales de autoritarismo, se presentaba como todo un demócrata. Comienza el nuevo milenio y el “asesor” del “gran demócrata”, consideró que el petróleo no debía sembrarse en Venezuela, sino más bien, debía ser utilizado para impulsar un proyecto político de carácter planetario, es así, como nace el acuerdo petrolero Cuba-Venezuela. Cabe destacar, que dicho mentor había buscado por todas las vías (incluso la armada), poner sus manos en los recursos del país.

A raíz del atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001, la Reserva Federal decidió  bajar las tasas de interés para incentivar a los inversores, los bancos norteamericanos comenzaron a captar capital más barato y se generó un boom de préstamos, (EEUU dopaba su economía). Por otra parte, las economías Brics, que con su rápido crecimiento venían impresionando al mundo desde los años 90, demandaban más materias primas. En este tiempo, el crecimiento sostenido de las distintas economías a escala global, devino en la exigencia de más energía para impulsar esa expansión, lo que registró en forma acelerada un desbalance entre la oferta y la demanda, que fue beneficioso para los precios del commodity.

El dinero de ese incremento no fue utilizado para generar un cambio verdadero en la sociedad venezolana, de hecho, ni siquiera se tomaron las molestias de invertir para aumentar la extracción de crudo de la estatal Pdvsa. Desde el inicio, el capital fue invertido para buscar cambios políticos, comprar influencia regional y financiar la dictadura del caribe y el resurgimiento de otras en la región, (Nicaragua). El plan era uno debía cumplirse, subyugar a la población venezolana e impulsar una “revolución” en el cono sur, para dar fin al imperio y sus “lacayos”. Otra vez, los gobernantes se olvidaron de la necesidad de sembrar el petróleo, pero ahora la característica especial era que por primera vez se utilizaban los recursos del país, para buscar medidas que atentaban contra la paz de los venezolanos.

El error que cometieron todos aquellos hombres que rigieron los destinos de la nación desde la década de los 70’s, fue que no supieron administrar el patrimonios adquirido a través de la renta petrolera, las etapas de bonanza se vieron marcadas por el acrecentamiento de la masa monetaria, la praxis de medidas populistas, el incremento del gasto público y la corrupción. Aquella frase, “Sembrar el petróleo”, fue muy pronunciada pero nunca puesto en marcha, el ego, los intereses personales y económicos y la influencia política destruyeron las oportunidades que tuvo Venezuela para aprovechar la captación de capital y generar un modelo de desarrollo sustentable alejado del paternalismo y el clientelismo.  

 

Últimas entradas de Wilson Yanez (ver todo)
(Visited 73 times, 1 visits today)

Guayoyo en Letras