Un día irrepetible
TENGO POCO TIEMPO en la cola; cuatro minutos y medio para ser preciso. Pude llegar más temprano, pero fui a despedirme para no volver. Y aunque mi familia me apoya, —de hecho, ellos alentaron esta decisión—, es imposible que un último abrazo sea breve.
Como no dispongo de mucho tiempo, deseo aprovechar esta oportunidad, para resaltar, con orgullo patrio, los méritos del gobierno. Finalmente se logró la aprobación de la Ley orgánica para el uso y disposición de la vida propia, con la cuál se inaugura un derecho revolucionario, que marcará época en la historia política y social del país: la inmolación.
Les explico: el proceso es realmente simple. Tomada la decisión (tal vez lo más difícil) el ciudadano, con su correo electrónico y número de cédula, debe registrarse en el portal WEB y allí manifestar su voluntad de inmolarse. De inmediato recibe como respuesta un correo de confirmación que le indica el Centro de Inmolación asignado (usualmente el más cercano a su domicilio) y además, la fecha y hora en que debe presentarse.
Ese día —es importante ser puntual— el ciudadano debe presentarse con su cédula de identidad y el carnet de lealtad revolucionaria, al Centro de Inmolación. Un funcionario verifica sus datos y le asigna un cilindro de inmolación. El ciudadano entra dentro del cilindro, registra en un panel digital su número de cédula y un sistema computarizado procesa la información. Una vez verificada, las puertas se cierran herméticamente. El usuario entonces se desviste, pulsa un botón, adopta una pose erguida (ya que se hará un busto de él), y de inmediato una poderosa llama fija el cuerpo a la posteridad. Seguidamente, una cuadrilla de eficientes operarios retira el cuerpo preciosamente carbonizado y lo lleva a las plantas de tratamiento donde, con el uso de tecnología de punta, el busto del cadáver es procesado hasta adquirir el broncíneo y metálico aspecto final; mientras que el resto de sus restos (valga la cacofonía), se descompone y procesa bioquímicamente para elaborar el humus que utilizamos en los huertos endógenos.
Cada lunes, en un emotivo acto cívico-militar, que conmemora a los líderes que murieron por la patria, se hace entrega del busto a sus deudos. Es importante señalar que el busto de los ciudadanos notables que decidieron inmolarse, puede ser expropiado y ubicado en algún lugar público seleccionado por la municipalidad.
A pesar de sus claros beneficios, no fue fácil lograr la aprobación de la ley. Las protestas de la oposición parecían incansables, fueron absurdas. Inclusive amenazaron con retirar su representación parlamentaria, afortunadamente fue un amago sin trascendencia. Un grupo de oposición —el más sensato—, sugirió que se incrementara la temperatura y la potencia de la llama en los cilindros de inmolación. La moción fue aprobada. También está discusión una partida presupuestaria adicional, para costear una campaña de estímulo dirigida hacia la población económicamente improductiva.
Permítanme aclarar el punto anterior. El derecho a inmolarse tiene, como objetivo central, la reducción de la población económicamente inactiva y, con eso, la optimización del presupuesto nacional. Durante el periodo de deliberaciones en la Asamblea Nacional, se asumió, que la población económicamente activa y productiva, no consideraría acudir a los recintos de inmolación; pero no fue así. Empresarios y trabajadores, sorprendidos por tan inesperada posibilidad, acuden masivamente, mientras que el sector inactivo de la población se aferra a la vida de un modo insólito, realmente imprevisto. Se plantea entonces un problema doble: el incremento de la carga social del país y el deterioro, a corto plazo, del sector productivo de país. La oposición radical, siempre ellos… exigen se derogue la ley. Los medios de comunicación presionan; ha habido manifestaciones y marchas a favor y en contra. Se espera una pronta solución al problema para evitar la clausura de los cilindros de inmolación. Conviene apresurarse (por eso estoy aquí).
Algunos, en el momento se inhiben de entrar, pero el alborozo de la muchedumbre en entusiasta espera expulsa el temor. Realmente la muerta es inmediata aunque la llamarada dure algunos segundos (tiempo adicional, necesario para carbonizar eficazmente todo el cuerpo). Los detractores alegan que el tiempo adicional sugiere que la muerte no es instantánea y que el temor aleja al ciudadano improductivo de tan trascendente decisión; esto no parece haber ocurrido.
Estoy seguro de que a pesar de cierto temor, los ciudadanos seguiremos concurriendo entusiasta y masivamente y, aunque repito, tengo poco tiempo en la cola y pude llegar más temprano, eso ya no importa: La cola avanza rápidamente y la eternidad está distribuyendo invitaciones para el reposo y la trascendencia sin retorno.
….Disculpen es mi turno.
- Un día irrepetible - 17 febrero, 2019